martes, 17 de marzo de 2020

Entrevista: ALONSO CANO


“Es básico sincerar el precio de las entradas”

“Mi niñera era el teatro”, comenta el actor Alonso Cano, ganador del premio del jurado de Oficio Crítico por su destacada actuación en la comedia Más pequeños que el Guggenheim (2019). Hijo de los actores Patricia Frayssinet y Carlos Cano, Alonso siempre estuvo involucrado con la actuación, asistiendo desde muy pequeño a grabaciones, ensayos y funciones de teatro. “No tenían con quien dejarme (la mayoría de las veces), entonces yo me ganaba con todas las instalaciones de los teatros, recuerdo el Montecarlo y el Canout, me paseaba por todos lados, pasillos, tramoyas; siempre estuve familiarizado con el teatro.” Lamentablemente, su colegio no tenía un enfoque hacia las artes, así que nunca hizo un taller de teatro escolar propiamente dicho, ni siquiera cuando en Quinto de Secundaria intentaron en vano presentar una obra. “Yo sí recomendaría que todos los jóvenes lleven un taller de teatro en colegios, es básico para conocerse uno mismo.”

Inicios y formación

“Empecé a estudiar teatro para vencer mi timidez,” confiesa Alonso. “Mi mamá me metió al taller de Maritza Gutti a los quince años, porque era muy tímido; ella creía que con el teatro iba a mejorar.” El taller fue dictado en ese entonces en el Dance Studio de Fiorella Cayo, aunque Alonso también recuerda haberlo llevado incluso en la misma casa de la recordada actriz y profesora. “Maritza era una apasionada del teatro, lo amaba, era muy simpática, muy sabia, encantadora y tengo los mejores recuerdos de ella, fue una gran maestra en mi vida.” Alonso llevó tres talleres distintos con ella y era tan tímido que no llegaba a presentarle ni un solo ejercicio. “Hasta que por fin lo hice una vez y ella me dijo sorprendida: ¡Alonso, es la primera vez que has presentado un trabajo!; me demoré bastante.”

Alonso pisó las tablas por primera vez cuando tenía nueve años junto a su madre, dentro del elenco de Pluft, el Fantasmita (1993), que incluía además a su hermana menor Carolina Cano y a su tío Marcelo Oxenford. “Pero mi debut-debut fue en la obra Angelitos (2003), en el teatro Julieta y dirigida por Ana María Jordán; fue súper estricta, apasionada es la palabra que más la define.” Alonso reconoce que no desaprovechó la oportunidad de participar en estas obras, pues lo pusieron “en el radar” para empezar a asistir a castings y a que lo tomen en cuenta para diversos proyectos. “Nunca me han elegido por ser el hijo de quien soy, siempre meritocracia.”

Obviamente, los padres de Alonso fueron sus primeros maestros, de quienes aprendió a continuar la tradición actoral familiar. “De mi papá, me quedo con el disfrute, el gozo, el privilegio de estar en un escenario, el estar haciendo algo que quizá muchos sueñan y no lo han logrado todavía, él lo veía de esa manera; y de mi mamá, la disciplina y la técnica, ella era más técnica que mi papá.”

Alonso, además, se ha formado en los talleres de formación actoral de Roberto Ángeles y Alberto Isola, así como en la escuela profesional de circo La Tarumba y otros talleres. “Con Roberto llevé tres niveles y con Alberto, un taller especial para exalumnos de Roberto”, menciona. “Roberto es absoluta técnica y muy estricto también; alguna vez, cuando no pasé el segundo nivel, le pregunté si me veía talento como actor y él me dijo, sin pelos en la lengua, que muy poco,  me recomendó que busque un trabajo, que estudie otra profesión, que me consiga otra enamorada porque la que tenía me hacía la vida imposible (risas) y que después, ya veríamos.” Sin embargo, Alonso no se rindió y luego de cumplir al pie de la letra sus indicaciones, regresó para repetir su segundo nivel. “Roberto me enseñó la perseverancia también.” Recuerda mucho su muestra final y el personaje que le tocó interpretar en la conocida obra Perdidos en una noche sucia de Plinio Marcos, al lado de Carlos Galiano. “Disfruté mucho el proceso, es una obra muy humana; hice de Paco el Loco el Peligroso.” De Isola, menciona que tiene mucha sabiduría y asegura que es el que más sabe de teatro en este país. “Siempre tenía una respuesta para todo, sabe llegar a sus alumnos, hicimos Maratón en Nueva York, de nuevo con Carlos Galiano, que era una metáfora sobre la muerte.”

Actuar y ser dirigido

Uno de los montajes que Alonso siempre menciona en sus entrevistas es Mercury: más allá de la vida de un dios del rock (2011), bajo la dirección de Jaime Nieto, en donde asumió el reto de interpretar al ex vocalista de Queen en un sentido monólogo. “Un buen actor de teatro debe saber escuchar, tener disciplina y ser generoso con el compañero”, asegura. Por otro lado, menciona que un buen director de teatro debe “también saber escuchar, recibir propuestas y tener sus propias propuestas, que sea un proceso de mucho amor por lo que está haciendo, eso es importantísimo, lo aprendí de Norma Martínez con quien he tenido el placer de estar bajo su dirección en dos obras; y ser estricto con los actores si es que hay alguna indisciplina, creo que eso se perdió un poco.” No obstante, Alonso afirma que un director jamás debe sobrepasar el límite de respeto con sus actores. “No creo que sea necesario el incomodar, creo que verbalizando lo que quieres lograr con el actor es suficiente; si es un exceso, es un abuso de poder y claro, es condenable.”

Justamente, uno de los personajes más difíciles de conseguir para Alonso fue el que realizó con Ángeles. “A Paco el Loco el Peligroso lo agarré al final, con un trabajo exhaustivo de Roberto, que también estaba ahí detrás de mí, exigiéndome bastante; creo que es importante entender que existe un trabajo horizontal y si bien el director tiene la última palabra, este no puede ser un militar.” Es importante entonces, para un director, llegar a un consenso, negociar con el actor, saber recibir las propuestas y llegar a un acuerdo mutuo. “He tenido la suerte de trabajar con ese tipo de directores; tampoco me parece indispensable, ni que sea mejor, que un director haya sido o sea actor; por ejemplo, Roberto creo que nunca ha actuado profesionalmente y es uno de los grandes.”

¿Qué personajes le gustaría interpretar a Alonso y todavía no ha tenido la chance? “Ricardo III”, responde de inmediato. “También me hubiera encantado ser Hamlet, pero ya estoy un poco viejito, aunque Bruno Odar fue un gran Hamlet a sus cuarenta años.” Afirma inclinarse más hacia los personajes dramáticos, a pesar de sus grandes logros en comedias. “Me encanta hacer comedia (y ya he hecho bastante), pero sí me gustaría hacer personajes diferentes, incursionar en el expresionismo, salir un rato del naturalismo.”

Espacios y circo

Alonso fue invitado por Diego La Hoz, director de Espacio Libre, para actuar en tres interesantes montajes, muy recordados además. “Diego me vio actuar en Unicornios (2004) de Aldo Miyashiro, mi primera obra para adultos, y luego me llamó para estar en una que había escrito, para que actuara con Franklin Dávalos, Cuando el día viene mudo (2005).” La pieza abordaba la relación entre dos amigos de veinte años, con uno de ellos confundido por lo que siente por el otro. “Fue muy interesante, había escenas de desnudos, pero Diego fue muy amable y profesional, supo crear un vínculo entre los tres; fue un proceso bastante fuera de lo común, yo todavía era cachorrito en el teatro, recién había acabado mis talleres; fue mi segunda obra profesional y me encuentro con este pastrulo (sonríe).” Las siguientes obras que hizo con Espacio Libre fueron escritas por Eduardo Adrianzén: Demonios en la piel (2007), una mirada al director de culto Pier Paolo Pasolini; y Cuatro historias de cama (2009).

Con La Tarumba, Alonso intervino en siete de sus espectáculos, los últimos fueron Clásico (2012) y Caricato (2013), dos de los espectáculos más recordados de la compañía de circo, teatro y música peruana, dirigida por Fernando Zevallos. “Recomiendo a los actores llevar un taller de circo, acrobacia o de movimiento en general para así tener más herramientas como actor,” asegura. “Yo hago teatro también con la Compañía de Teatro Físico (por ejemplo, en Los regalos), que dirige Fernando Castro; el circo me ha servido mucho para eso, mientras más preparado y más herramientas tengas, porque tu cuerpo es tu herramienta de trabajo, tienes muchas más posibilidades de trabajar y de hacer también un mejor trabajo.”

Público y proyectos

Más pequeños que el Guggenheim, escrita por el mexicano Alejandro Ricaño, fue una de las mejores comedias del año pasado, estrenada en el nuevo Teatro Julieta. “Con Ximena (Arroyo) y Haysen (Percovich), los directores, me fue muy bien, fue un placer de verdad, son dos actores y directores a la vez; era curioso, porque ellos a veces no estaban de acuerdo con una escena y discutían entre ellos, pero de una manera alturada, nunca me había pasado, fue muy interesante y bueno, el teatro es: probar y decidir.” Por ser una obra minimalista y de metateatro, con una obra dentro de otra, a veces surgían los desacuerdos. “Ayudó mucho el tener un buen elenco y dos directores que la tenían clara, pues había momentos en la obra que uno no sabía si era el presente, el pasado o un futuro inventado: eso era lo que teníamos que resolver.” Alonso, al leer a su personaje, le pareció que estaba pintado para que lo interpretara su padre. “Lo quise hacer bien Carlos Cano, y sí considero mi actuación como un homenaje.”

Nuestro medio teatral se ha visto afectado en los últimos años por una afluencia de público que no es la adecuada para sostener a la comunidad teatral. “Yo creo que es básico sincerar el precio de las entradas, eso es fundamental,” reflexiona Alonso. “Creo que también debería haber flexibilidad de horarios, por ejemplo, las ocho de la noche es un horario que puede cambiar, por el tráfico; estoy diciendo cosas muy básicas, porque no hay una cultura teatral en nuestro país, eso es eso es lo que tenemos que hacer a largo plazo: incentivar la cultura teatral en los colegios, en las universidades y si hubiera apoyo del gobierno sería hermoso.” Alonso recuerda que hace muchos años había mucha gente haciendo colas larguísimas para asistir a los teatros. “Tal vez porque eran menos teatros, además no existía Netflix, todo eso influye, ahora el teatro compite con todo, hay muchas alternativas, hasta yo mismo a veces no quiero ir al teatro y prefiero quedarme en casa viendo Netflix, imagínate.”

Este 2020, Alonso estará en la cartelera teatral con varios proyectos. “Vamos a reponer Juergues (2019) en el horario de trasnoche en el teatro Julieta en abril y mayo; y con Roberto vamos a hacer en septiembre La naranja mecánica, el musical, este es un proyecto que tiene años, que por fin lo va a hacer en el teatro de la Universidad de Lima.” También estará en un proyecto de la Compañía de Teatro Físico de Castro, del que está prohibido de revelar detalles. “Todavía no lo quiero mencionar, hasta que nos lo confirmen al 100%,” finaliza.

Sergio Velarde
17 de marzo de 2020

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