martes, 23 de julio de 2019

Crítica: MÁS PEQUEÑOS QUE EL GUGGENHEIM


La grandeza de una amistad

El Museo del Guggenheim en Bilbao, España es la inspiración de la obra de Alejandro Ricaño, dramaturgo mexicano y profesor en la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, la misma en donde estudió el famoso actor internacional Damián Alcázar. Más pequeños que el Guggenheim aborda la complejidad de la amistad y la lealtad entre un grupo de personas: dos amigos y dos coyunturales personajes que les acompañarán en su sueño: hacer teatro. En Perú, el montaje ya ha sido llevado al escenario en otra ocasión por el grupo de teatro Molinos de Viento (2014). En esta oportunidad, cuenta con la dirección de Ximena Arroyo y Haysen Percovich y las actuaciones de César Ritter (Gorka), Alonso Cano (Sunday), Armando Machuca (Jam) y Juan Carlos Pastor (Al).

Ir al nuevo Teatro Julieta es realmente una experiencia extraordinaria, con una estética muy a lo “Broadway”. Han montado un escenario muy lindo, que promete ser un espacio acogedor para cualquier montaje como este y hay que reconocer el esfuerzo de la organización para ordenar el ingreso del público. El montaje no es una obra original, por lo tanto, solo correspondería comentar aspectos estéticos de la obra. Lo más importante es que se trata de una adaptación muy fiel al libreto original de Ricaño, donde se destaca una escenografía minimalista, en el sentido de que son pocos los elementos que se usan sobre el escenario: un teléfono, un par de sillas, un asiento grande, una mesa, y una pantalla sobre el fondo de la pared, para ambientar tiempos y contextos durante las escenas. Estos pocos elementos son reciclados en diferentes situaciones del montaje de una manera interesante, pues se usan muchas veces, sobre todo el asiento grande en el centro del escenario. La dirección añadió cierta creatividad, como por ejemplo, que los actores aparezcan y desaparezcan desde el público; además de la adaptación a un lenguaje criollo-irónico peruano, que generó muchas risas entre el público.

Las actuaciones son muy claras; los actores, muy profesionales, pero quien destacó por su histrionismo fue Cano, quien representó con mucha empatía a Sunday: su personaje demuestra su experiencia en la técnica del stand up comedy. Actores como Ritter tienen mucha experiencia en la comedia, tanto en la televisión como en el cine; esto le ayudó a que Gorka, quien representa al amigo fiel pero tonto, que le es imposible tener fuerza de voluntad para planificar su futuro. Las luces están bien sincronizadas, dejando una muy buena sensación desde el punto de vista estético.

Es muy interesante el simbolismo detrás del título del montaje: nuestra existencia es como el Guggenheim, el museo que se caracteriza por los espejos y da una sensación de pequeñez en el mundo, lo cual nos lleva a reflexionar sobre la importancia del momento presente y de la amistad. Más pequeños que el Guggenheim es una comedia muy recomendable para todo público, debido a la manera interesante como nos lleva a repensar nuestra vida en la actualidad. Actualmente está en temporada en el nuevo Teatro Julieta en Miraflores.

Enrique Pacheco
23 de julio de 2019

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