Danza teatro
“Mestizos a boca llena, hombres nuevos,
doblados en fuerza e ingenio poblaremos el mundo”, texto de Gómez Suarez en la obra “La Nave de la
Memoria” de Ricardo Oré, puesta en escena por la A.I.A Cuatrotablas.
El mestizaje es algo universal e inevitable,
más aún en estos tiempos que desdibujamos las fronteras o al menos creemos
menos en ellas, aunque falsos patriotismos, regionalismos y localismos quieren
ponernos lentes de xenofóbicos para
negar todo aquello que no se nos parece, olvidando que también somos una gran
cuna de naciones, que entre nosotros ya hay diferentes formas de ver el mismo
mundo.
Ser
mestizo es una lucha constante de identidad, donde se pone en un balanza olores,
comidas, culturas, saberes, técnicas, etc., de una madre, de un padre, que ante todo son
seres humanos y no razas o pigmentos, que creo se complementan en sus lejanías y
diferencias, muchas veces la balanza se vuelca hacia el lado que creemos más
aceptado por nuestra sociedad, abandonado un lado rico y bello,
fragmento de nuestro interior, negándonos la
visión de un todo.
“Dos mundos dos”, a simple vista, gira entre
la danza de dos grupos diferentes, a
quienes queremos ver como opuestos, pero hay algo más allá sí nos damos el
tiempo de ver: existe un encuentro, un verse y un nutrirse mutuamente, como el
seno de una madre común. Se inspira en la forma de entender el mundo del Inca
Garcilaso de la Vega, cusqueño de madre inca y padre español, criado con amor
por ambas culturas en conflicto. Logrando entender que nuestros diferentes
mundos, siempre han sido solo uno.
Nos presenta una serie de danzas de oriente
a occidente, de español a indio, en un vaivén de ida y vuelta, como quien se empeña en mostrar sus mejores pasos
para sorprender al momentáneo rival de escena, en un contrapunto de danzas
donde se puede dibujar el ritual y
buscar en lo más profundo de nuestra memoria, los animales ancestrales: "El
Toro y el Cóndor se miran a los ojos dándose la posibilidad de ver lo que
tienen en común”, nos dice Marisol Zumaeta. Se miran, se huelen, se escuchan, saborean con
los ojos cada paso, sienten cada textura del otro no para imitar sino para
aprender, asimilar, transformarlos y
volverlo propio.
En la danza, los cuerpos están presentes,
las miradas llenas de horizonte, las
manos en pequeñas tensiones dibujan en el aire formas que danzan con la música; sin embargo, en algunos pequeños momentos
que podríamos llamarlos “teatrales”, donde se pretende representar un ritual quizás imitando alguno visto o que nace de la propia creación de los
artistas estos cuerpos elevados por Danza, pierden sustancia y su energía se
diluye momentáneamente, hasta que retoman su vibración esencial el baile.
“Dos mundo dos” es una creación, dirección
y producción de Marisol Zumaeta, directora de “Expresión Flamenca” en co-producción con Amaru Cárdenas de
“Compañía Quechua de Artes Escénicas Tawa”, alianza que nos ayuda a ampliar
nuestro panorama, al poder ver una puesta en escena de calidad, donde el encuentro de formas
diferentes no nos aleja; por el contrario, nos ayuda a encontrarnos desde lo más
esencial: el sentir.
“Esta ofrenda de danza congrega bailarines
de flamenco mestizo y danzas tradicionales quechuas, nace de la necesidad de
reconciliar las fuerzas en conflicto que heredamos y forman parte de nuestro
ser”, nos dice Marisol Zumaeta. Son importantes propuestas como esta, que nos
acompaña en nuestros procesos de sanación como personas y como nación.
Miguel Gutti Brugman
Cusco, 10 de julio de 2019
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