jueves, 18 de julio de 2019

Crítica: EN NOMBRE DE OTRO CRIMEN


El espectáculo de un crimen

Siete y Cuatro es un colectivo teatral relativamente joven y con la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad Científica del Sur, nos trajeron una historia del género policial, pero con fuertes elementos de comedia: “En nombre de otro crimen”, creación de Aarón Vizcardo, que contó con las actuaciones de Rodrigo Rodríguez, Luis Yataco, Francisco Rodríguez, Oscar Carrizo, Juan Carlos Mendoza, Mauro Liza, Estrella Guerra, Christian Vargas, y Ana Lucía y Sebastián Colina.

El montaje fue muy sucinto en sus elementos: una silla, un sillón, una cama y un guardarropa móvil. La acción dramática gira en torno a la obsesión un joven contador (Mendoza), casado y alcohólico por encontrar a Silvia (Guerra), una prostituta de la que se enamoró y juró buscar. Para este fin, contrata al detective Alfonso Ramírez (Rodrigo Rodríguez), quien poco a poco irá descubriendo aspectos escabrosos y un crimen durante la investigación. La obra, en general, toca temáticas muy potentes: el engaño, la traición, la falsa vida del espectáculo televisivo.

Respecto a las actuaciones, es Francisco Rodríguez quien destaca con pulcritud, pues representa muy bien la arrogancia de su personaje y su espíritu por resolver todos sus problemas con el chantaje y la artimaña. Es un ser despreciable, carente de amigos y con ganas de usar a todos. Entabla una relación de conveniencia con su asistente (Liza), con quien tiene una escena de intimidad muy bien representada, sin caer en la obscenidad y la poca credibilidad de la actuación. Además, destaca la actuación de Rodrigo Rodríguez, el detective que transmite muy bien la intriga y el carácter acucioso que requiere su personaje; él es el que pone la dosis de suspenso a todo el montaje, pues es quien desvela poco a poco la increíble desaparición de Silvia.

Por otro lado, respecto a aspectos estéticos, es muy interesante cómo se narran dos historias en paralelo: la vida de Silvia y su búsqueda. Esto por momentos, durante el montaje, exige del espectador un nivel de concentración más allá de lo habitual para no perder el sentido. Es un recurso arriesgado, pero para esta obra funcionó bien. Las dos historias se cruzan cuando sucede el crimen y desembocan en el trágico final. En ese sentido, es un remate original e inesperado, pero durante la narración pudo haberse incluido más elementos o situaciones tensas, para generar la duda en el público: ¿Por qué se fue Silvia? ¿Qué esconde este personaje más allá de su oficio?

Además, la música fue un elemento que estuvo un poco ausente y dejó la sensación de que pudo estar en más escenas, como la del asesinato y en otras, generar mucha más emoción en el público. En general, la emoción principal que despertó “En nombre de otro crimen” fue la de la sonrisa, pues satirizaron situaciones en el contexto de un crimen, pero los creadores son cuidadosos con que la historia no se narre como drama; en ese sentido, fueron muy asertivos.

La obra estuvo en corta temporada en el mes de junio en el Teatro Auditorio Miraflores.

Enrique Pacheco
18 de julio de 2019

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