El espectáculo de un crimen
Siete y Cuatro es un
colectivo teatral relativamente joven y con la Escuela de Artes Escénicas de la
Universidad Científica del Sur, nos trajeron una historia del género policial,
pero con fuertes elementos de comedia: “En nombre de otro crimen”, creación de Aarón
Vizcardo, que contó con las actuaciones de Rodrigo Rodríguez, Luis Yataco, Francisco
Rodríguez, Oscar Carrizo, Juan Carlos Mendoza, Mauro Liza, Estrella Guerra, Christian
Vargas, y Ana Lucía y Sebastián Colina.
El montaje fue muy
sucinto en sus elementos: una silla, un sillón, una cama y un guardarropa móvil.
La acción dramática gira en torno a la obsesión un joven contador (Mendoza), casado
y alcohólico por encontrar a Silvia (Guerra), una prostituta de la que se
enamoró y juró buscar. Para este fin, contrata al detective Alfonso Ramírez (Rodrigo
Rodríguez), quien poco a poco irá descubriendo aspectos escabrosos y un crimen
durante la investigación. La obra, en general, toca temáticas muy potentes: el
engaño, la traición, la falsa vida del espectáculo televisivo.
Respecto a las
actuaciones, es Francisco Rodríguez quien destaca con pulcritud, pues representa
muy bien la arrogancia de su personaje y su espíritu por resolver todos sus
problemas con el chantaje y la artimaña. Es un ser
despreciable, carente de amigos y con ganas de usar a todos. Entabla una relación de conveniencia con su
asistente (Liza), con quien tiene una escena de intimidad muy bien representada,
sin caer en la obscenidad y la poca credibilidad de la actuación. Además,
destaca la actuación de Rodrigo Rodríguez, el detective que transmite muy bien
la intriga y el carácter acucioso que requiere su personaje; él es el que pone
la dosis de suspenso a todo el montaje, pues es quien desvela poco a poco la
increíble desaparición de Silvia.
Por otro lado, respecto a
aspectos estéticos, es muy interesante cómo se narran dos historias en
paralelo: la vida de Silvia y su búsqueda. Esto por momentos, durante el
montaje, exige del espectador un nivel de concentración más allá de lo habitual
para no perder el sentido. Es un recurso arriesgado,
pero para esta obra funcionó bien. Las
dos historias se cruzan cuando sucede el crimen y desembocan en el trágico
final. En ese sentido, es un remate original e inesperado, pero durante la
narración pudo haberse incluido más elementos o situaciones tensas, para
generar la duda en el público: ¿Por qué se fue Silvia? ¿Qué
esconde este personaje más allá de su oficio?
Además, la música fue un
elemento que estuvo un poco ausente y dejó la sensación de que pudo estar en
más escenas, como la del asesinato y en otras, generar mucha más emoción en el
público. En general, la emoción principal que despertó “En nombre de otro crimen”
fue la de la sonrisa, pues satirizaron situaciones en el contexto de un crimen,
pero los creadores son cuidadosos con que la historia no se narre como drama;
en ese sentido, fueron muy asertivos.
La obra estuvo en corta
temporada en el mes de junio en el Teatro Auditorio Miraflores.
Enrique Pacheco
18 de julio de 2019
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