lunes, 6 de octubre de 2025

Crítica: UN HURACÁN NOS HABÍA AZOTADO


Un huracán que no llega a ser huracán

Una madre escribe sobre su difícil relación con su hija y ambas aparecen en escena. La obra revela las típicas contradicciones en estos vínculos familiares, que se hacen más tensas cuando la madre y el padre se separan y la hija llega a la adolescencia, y luego cuando la madre tiene otras parejas. Hay reproches, pero también ternura; temores, pero también consuelo; ataques, pero también reconciliación. El solo hecho de contar la historia a otros (nosotros) ya es un desafío mutuo, pues cada cual tiene su versión y estas se confrontan y de eso trata la obra. Siendo una puesta en escena testimonial, es posible que muchas madres e hijas presentes se identifiquen y eso facilita su conexión con los personajes. 

El problema con esta obra es que no sucede nada especial que supere las expectativas: el título anuncia un momento crítico o conflicto que, presumimos, va a elevar la tensión dramática en algún momento, pero ese momento nunca llega. La curiosidad generada por el “huracán” se ve defraudada. Hay que tener cuidado con el título. Si el propósito de la obra es conmover al espectador con el drama de los personajes, el contenido no nos lleva a esa emoción. Ni el ingenio y los esfuerzos de su directora (Lita Baluarte) por darle mucha movilidad a los personajes y utilizar elementos escenográficos para generar cambios visuales salvan la monotonía de un discurso doméstico común. El contenido se pierde en la anécdota y deja cabos sueltos: se menciona a un hermanito que no aparece más, como si la autora hubiera sentido la obligación de no ignorar a su hijo en la vida real, aunque no tenga ningún efecto en la narrativa de su conflicto con la hija. En el final, la incertidumbre por el aparente embarazo no deseado de ambas es desaprovechado dramáticamente y se desvanece sin explicar completamente cómo se resolvió.

Acrecienta la pesadez el tono de la hija, interpretado por una actriz en formación con débil uso de matices. La madre aprovecha mejor los guiños humorísticos del texto y hasta puede tirarse al piso para describir las exageraciones de su personaje sin que la acción sea exagerada.

Al ingresar a la sala vemos a las actrices en el escenario. Saludan a sus conocidos. Recordamos el uso de este recurso en puestas recientes dirigidas por Jean Pierre Gamarra, pero en aquellas hay una justificación porque nos introducen al drama. En el "Huracán" solo están allí, conversan, salen, vuelven y empieza la obra. Luego, intentan interactuar con el público, pero se limitan a buscar la mirada afirmativa en algunas expresiones. En verdad, las dimensiones del escenario, con la platea en herradura, constituyen un reto. La sala Quilla se presta perfectamente para espectáculos que capturen la atención del público por la conjunción de conflicto temático, buena narrativa y capacidad actoral. Talvez el “huracán” resultaría mejor en un teatro más íntimo, para contar secretos de familia que no se pueden gritar a los cuatro vientos.

David Cárdenas (Pepedavid)

6 de octubre de 2025

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