“Un director de teatro debe saber traducir sus deseos en
palabras”
Nuestra gran aventura en las ciencias (2019) fue uno de los
montajes de teatro para niños más innovadores y destacados del año pasado. Su joven
directora, Rocío Limo, fue recompensada con el premio del Jurado de Oficio
Crítico como el mejor trabajo de dirección en dicha categoría. “Desde muy
pequeña tuve curiosidad por actuar, por repetir los textos de los personajes de
las novelas y juegos así…,” reconoce. “No vengo de una familia de teatreros; sin
embargo, crecí con una jauría de primos, tuve una infancia con mucho juego
libre. Con mis primos nos juntábamos en la casa de mi tía, una casa grande y
con poca supervisión de los adultxs, hizo por un lado muy divertida, y por
otro, particular nuestra infancia. Quizá por eso todos se dedican de alguna
manera al arte.” Rocío estudió Periodismo y además, tuvo interés por el teatro,
de hecho quería hacer crítica teatral en un momento de su carrera. “Luego, en
algún punto, decido dejar el periodismo y dedicarme al teatro, dejé la carrera a
la mitad y me fui a estudiar a la Ensad; tampoco terminé, pero a partir de ahí he
seguido mi vida en el teatro.” Y su esfuerzo a lo largo de los años ha sido
recompensado con varias distinciones, como la Beca "Dinamo 6"
(Iberescena), la Beca del Programa Internacional de Dramaturgia de The Royal
Court Theather de Londres, la Residencia Punto de Encuentro del Teatro la Plaza
de Lima, la Beca Cannes Cinéphiles Découvertes en Francia y la Residencia
Procreació del Centre San Marti de Barcelona.
Primeras experiencias
Como la mayoría de teatristas, Rocío participó activamente
en las actuaciones de su colegio. “Creo que había un interés exhibicionista
desde pequeña (ríe).” Ella recuerda a su profesor de teatro, Carlos Salazar,
quien la ayudó mucho y también al poeta y crítico de teatro Rubén Quiroz, que
le enseñó teatro en un taller del colegio de una de sus amigas e incluso ganó
los Juegos Florales en colegio ajeno. “Mientras que pareciera un hobby no le
interesaba mucho el asunto mi familia,” menciona Rocío. “Pero cuando decidí
dejar la universidad (de Periodismo) para dedicarme profesionalmente al teatro,
sí hubo un pequeño tema.” Además, confiesa que ya había tomado la decisión un
año antes, así que no había mucho que hacer. “Me había ido a trabajar a Chicago
para pagar la universidad, en ese punto sabía que quería hacer teatro. Así que
decidí cambiarme a la ENSAD que era algo que yo podía sostener sin apoyo
económico. Mi mamá finalmente lo entendió. Hoy para mi familia es claro que
esta es mi profesión, y lo respetan, apoyan y valoran.”
Ya en la Ensad, Rocío recuerda con mucho cariño al maestro
Ernesto Ráez. “Es un profesor que ama al teatro, realmente es un apasionado por
los artistas escénicas, por la investigación, por la dramaturgia,” afirma. “Le
enseñaba textos míos y él estaba muy receptivo a leerlos, comentarlos y
alentarme.” En la Escuela, Rocío actuó en muestras internas, una de ellas fue
Pareja abierta de Darío Fó, en la que actuó con Tirso Causillas y dirigió
Angiel Castre. “Fue la última obra que hice en la Ensad, estaba embarazada en
ese momento, por eso tuve que dejar la Escuela un tiempo.” Luego estaría en el
entonces Conservatorio de Leonardo Torres Vilar, en donde estudió dos años.
“Fue un espacio de formación muy importante para mi, Leonardo es un gran
profesor, con una gran capacidad para verbalizar conceptos complejos de la
actuación y transmitirlos. Yo aprendí mucho con él y le tengo mucho cariño y respeto siempre." Posteriormente
estudió Dramaturgia y luego partiría a Barcelona. “Llevé Dramaturgia en Aranwa,
me enseñó Celeste (Viale) y Mateo (Chiarella), aprendí un montón, son personas
de teatro de toda la vida, con un amor por el teatro, con una dedicación
haciendo su propio teatro, les tengo mucha admiración.”
Teatro profesional
La cocina (2012), obra escrita por Arnold Wesker, dirigida y
adaptada por Gisela Cárdenas, fue la primera obra profesional en la que
participó Rocío como actriz, mientras estudiaba con Torres Vilar. Sin embargo,
sus intereses la llevaron a trabajar en sus propios proyectos además, como
directora y dramaturga. “Justamente, la primera obra que escribí se llamó
Incendio, una obra corta, que también me encargué de dirigirla, aunque fue algo
muy intuitivo.” Esta puesta fue presentada en el restaurante Patagonia, de
propiedad de Grapa Paola, actriz compañera de Rocío en La cocina. “Ella fue
súper generosa, no solo de leerla, sino de invitarme a su pequeño e íntimo
espacio; comenzamos a ensayarla con unos amigos, a jugarla, un poco para ver
cómo es y tuve fortuna, ya que los amigos y amigas con los que trabajé tenían
ganas de hacer ese experimento y probar cosas.”
Sin embargo, la primera obra dirigida formalmente por Rocío
fue Nuestra gran aventura en las ciencias, que contó con las actuaciones de
Vera Castaño, Carlos Victoria, Yamile Caparó, Verony Centeno y Daniel Cano. “Este es un proyecto financiado
por el Ministerio de Producción y producido por la Oficina de Innovación de
PUCP, a mí me convocan a dirigir el lado artístico. Estoy profundamente
agradecida a Verónica Montoya, Fiorella Espinoza y Kariña Bañon, principales
gestoras del proyecto, con quienes trabajé dos años la investigación y gestión
de esta obra. Además de las entrevistas a científicas, hicimos un concurso de
dramaturgia femenina, en donde conocimos a Paola Vicente, la dramaturga de la
obra”. Para realizar la puesta, se realizó una exhaustiva investigación, en la
que se entrevistó a doce científicas para conocer sus experiencias, que luego
serían trasladadas a la escena. “Si bien la dirección es nueva para mí, estoy
disfrutando y me está trayendo muchas satisfacciones.” Rocío dirigió también
dos interesantes montajes: Hice una obra sobre ti y al fin viniste a verla, y Pacamambo de Wajdi Mouawad, al lado de Vera Castaño.
Rocío estudió teatro en la Escola Superior d’Art Dramàtic de
Barcelona (EOLIA) y con Jorge Eines en Madrid. “Considero que una buena
actriz de teatro debe poder trabajar en el presente, saber escuchar y
escucharse, tomar riesgos y por, sobre todo, ser una buena compañera de escena,”
afirma Rocío. “Una buena directora de teatro debe saber traducir sus deseos en
palabras, para que los actores y las actrices puedan entender lo que se quiere
y puedan ejecutarlo; además de pensar el cuadro, la pintura grande.” Además, asegura que un director teatral debe
saber a dónde quiere llegar y tiene que escuchar lo que está pasando en escena,
lo que le está pasando los actores, lo que están proponiendo y en qué momento
intervenir para saber por dónde llevarlos. “Creo que, en general, en teatro uno
tiene que estar siempre presente, en la actuación y en la dirección; es en vivo,
es un arte del aquí y el ahora; y ser actriz me ayuda como directora, porque
entiendo lo vulnerable que uno puede estar en escena.”
Precisamente, la vulnerabilidad del actor o actriz puede
verse dañada por un trabajo de dirección que busque la incomodidad como
estrategia para obtener alguna emoción requerida. “Nadie, en ningún trabajo o
ambiente laboral tiene derecho a incomodar a nadie”, sentencia Rocío. “Eso
tiene que cambiar, no podemos ser tibios con el maltrato, que además esconde
machismo, clase y lo peor de nosotros. Debemos desterrarlo del teatro, no hay
nada que justifique la violencia en ninguna circunstancia. El teatro es
creación.”
Dramaturgia, cine y proyectos
Como dramaturga, Rocío ha escrito las piezas El Canto del
Monstruo, Casa de Naipes (publicada en la revista Muestra), Todas las gallinas
vuelan (Beca Dinamos 6) y Comer manzanas, esta última con presentaciones en
varios festivales y espacios teatrales dentro y fuera del país. “Si alguien
quiere hacer alguna de mis obras, yo me sentiría halagada y agradecida,”
confiesa Rocío. “Yo disfruto que el texto pueda transformarse, pero claro, es
diferente cuando tú no estás involucrada en el en el proceso, porque en todas
mis obras escritas, yo he estado involucrada en algún punto.” Y si de alguna
manera, ella ha podido cuidar sus textos, sí cree que cuando uno escribe una
obra es porque tiene algo que contar y si ve que se está transformando lo que
quiere contar, entonces ya no es correcto. “Sí me daría curiosidad ver el
montaje de mi obra antes del estreno; además, creo que cuando uno escribe, le
dedica una cantidad de horas no solo al acto de sentarse a escribir, sino de
pensar una obra, un diálogo, una estrategia de los personajes para conseguir lo
que quieren, un universo. Tenemos que respetar a los dramaturgxs.”
Con un Máster en Guion por la Escola Internacional de Cinema
de Barcelona (ECIB), Rocío también intervino en varios proyectos audiovisuales,
como Errante Aberrante (2011) y Objetos (2014), ambas del director Rafael
Arévalo en nuestro país; y en La casa del escritor, cortometraje que
participara en el Festival de Cine de Girona. “Fue acerca de la vida de Roberto
Bolaño (escritor y poeta chileno), a través de la historia de una chica que
buscaba la casa de Bolaño en una ciudad de Cataluña; escribí el guion y la hice
con un compañero como un documental ficción; fue divertido, porque luego lo
pasaron aquí por Cortos ITP y tuvo su camino.” Consultada sobre el panorama
actual del cine peruano, Rocío manifiesta que puede pecar de ignorante, ya que no
conoce el medio tan profundamente. “Pero me da la sensación, y sé que hay un
montón de cosas por hacer, que la gente de cine viene chambeando a nivel de
búsqueda de derechos y reconocimientos por el Estado de hace mucho tiempo y que
está empezando a tener ciertas cosas que merecen, pero definitivamente creo que
nos falta mucho en general en la cultura de nuestro país.”
Rocío anuncia para este 2020 una nueva temporada de Nuestra
gran aventura en las ciencias en la Biblioteca Nacional y funciones gratuitas
en el Centro Cultural de España con Hice una obra sobre ti y al fin viniste a
verla. “Empezamos a ensayar un proyecto teatral que estrenaremos en el
festival Sótano 2 en el Teatro del Centro Cultural de la Universidad Pacífico; y
estoy escribiendo una obra de teatro familiar que estrenaremos en la
Universidad de Lima a fin de año."
¿Qué obras le gustaría a Rocío actuar o dirigir? “Me
encantaría interpretar cualquier personaje en una obra escrita por Wajdi
Mouawad,” admite. Y por supuesto, le
encantaría encargarse de la dirección de sus propias obras. "Me gustaría dirigir
la obra que estoy escribiendo dentro del Programa del Royal Court Theater,
aunque me gustaría terminar el tercer borrador primero, ese es mi deseo,”
finaliza.
Sergio Velarde
15 de marzo de 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario