Oshta y el imaginario andino para niños
Todos los jueves, la Asociación de artistas aficionados
(AAA) da lugar a funciones de teatro para niños. Una de las más recientes obras
presentadas fue Oshta y el duende, de la autora Carlota Carvalho de Núñez, una
adaptación a cargo del grupo Llaqta. Oshta es un niño que vive con su madre en
un pueblo de los Andes. Un día, ella lo deja frente al cuidado del rebaño; sin
embargo, entre los peligros propios de aquel paraje, aparece un duende y le
propone una serie de juegos y trampas para atraparlo.
La historia fue representada de una manera muy lúdica,
invitando siempre a la participación del
público dentro de los acontecimientos. La construcción de los personajes
estuvo llena de detalles, tanto físicos como dentro del trabajo de los textos.
El uso de máscara por parte del personaje del duende (Jhoel Lopez) fue una
herramienta muy bien explotada, ya que, al
tratarse de un ser mágico, era necesario diferenciarlo del resto. El
trabajo de máscara logra potenciar la especificidad de la expresión corporal.
El del elenco fue un buen ensamble, rescatando sobre todo la
interacción y el manejo del público. Es una labor acrobática lograr hacer una
obra y, a la vez, atender a la participación de los niños durante una
representación. No obstante, un factor en contra, sobre todo al inicio de la
obra, fue la evidente desconcentración por parte del personaje principal, pues
tuvo una serie de traspiés con el texto; sin embargo, este obstáculo fue
desapareciendo con el desarrollo del montaje.
La puesta en escena se dio en el patio de la AAA, el cual
fue abordado con unas figuras escenográficas triangulares que denotaban el
paraje andino. La iluminación cumplió un rol esencial para esta representación,
pues los colores seleccionados resaltaban tanto el vestuario de los actores
como las diferentes atmósferas acontecidas durante la obra. El vestuario y la caracterización de los
personajes fueron bastante específicos y atractivos, debido a la mezcla de
colores, un aspecto muy importante tratándose de teatro para niños: la
estimulación sensorial.
Uno de los mayores logros de este montaje fue
definitivamente la musicalización, a cargo de David Limo. Es evidente el nivel
de detalle trabajado por el artista en intervenir la obra con sonidos y efectos
atmosféricos, además de pequeños juegos de notas musicales para denotar
momentos graciosos, misteriosos, tristes, entre otros. La obra cobraba solidez
gracias a que los efectos musicales se encargaban de engranar sensorialmente
los acontecimientos de la historia.
La historia de Oshta es una buena excusa para mostrar al
público infantil un aspecto del imaginario andino, además de la importancia de
la obediencia por parte de los niños. El trabajo del grupo Llaqta es rescatable
por acudir a elementos peruanos para acercarse al público infantil, sin
recurrir a un humor vacío o cliché. La composición sensorial que lograron a
través de elementos tanto plásticos como musicales logra envolver a grandes y chicos
que acompañen las aventuras de Oshta y el duende.
Stefany Olivos
16 de febrero de 2020
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