El vía crucis de la informalidad
La problemática del comercio informal en la capital es dura, compleja y profundamente enraizada en nuestra tradición como ciudad. Desde la colonia, los vendedores callejeros han sido parte fundamental en nuestras vidas hasta la actualidad; para bien o para mal, de acuerdo a la mirada con la que se analice el fenómeno de la venta ambulatoria. Un contexto de constante migración regional, la búsqueda de oportunidades económicas y las marcadas transformaciones sociales y culturales que cambian reiteradamente las reglas de trabajo y convivencia son solo algunos aspectos que marcan la labor de este grueso de la población. Y por supuesto, un gobierno incapaz de ordenar este tipo de comercio, frente a una demanda urbana en incesante crecimiento. El joven autor y director Christopher Cruzado asume el reto de llevar la historia de una de tantas comerciantes informales a escena, en el marco de la segunda competencia del Nuevo Teatro Julieta, consiguiendo con La ambulante un montaje estilizado y de gran contenido social.
El escenario se encuentra decorado en el foro con una gran cantidad de cajas de frutas, mientras el humo va invadiendo el ambiente. Aparece luego la ambulante desde las butacas, pidiéndole a los espectadores que le compren mandarinas, con gracia y buen humor. Así se inicia este viaje emocional en el que conoceremos al ser humano detrás de la “casera” de mercado. Bien utilizado el efecto del distanciamiento, con los tres actores rompiendo la cuarta pared e interpretando sus personajes cuando corresponde. La trama, cargada de violencia, discriminicación e injusticia, no renuncia al ocasional humor, que matiza la dureza de una situación que viven muchos compatriotas, especialmente los que provienen de nuestras regiones a la capital.
Quizás la mayor fortaleza de la propuesta escénica de Cruzado sea la caracterización de esta mujer ambulante: desprotegida, pero valerosa; humillada, pero jamás derrotada; golpeada por las circunstancias en contra, pero sin perder un ápice de su dignidad y buen humor. En ese sentido, la elección de Rocío Ántero-Cabrera no pudo ser más acertada: la actriz le otorga a su comerciante alma, corazón y vida, mientras la vemos sortear todo tipo de dificultades, representados por distintos personajes a cargo de Reynaldo Arenas y Moisés Aurazo, quienes los interpretan con solidez y versatilidad. La ambulante es el duro retrato de una ciudad feroz hacia las miles de personas honestas que quieren ganarse la vida honradamente, frente a las autoridades de turno que esgrimen su “tolerancia cero” como la ineficiente y tramposa manera de controlar una situación, a todas luces, incontrolable.
Sergio Velarde
15 de agosto de 2024
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