Crucial elección de textos
Al haberse cambiado drásticamente las reglas del juego en
plena pandemia, entonces se hace indispensable para los artistas escénicos el crear
nuevas estrategias para seguir contando sus historias, ahora para la pantalla.
Definitivamente no es lo mismo crear un espectáculo para ser representado en un
escenario tradicional que uno para ser transmitido a través de una plataforma
virtual. Y no se trata que una tribuna sea mejor que la otra, ya que ambas
tienen pros y contras por ser canales de comunicación muy distintos, así
algunos insistan en creer lo contrario. La forzada adaptación a las funciones
en línea, para aquellos que decidan seguir en la brega, traerá un nuevo cúmulo
de decisiones que estos “nóveles” creadores virtuales deberán asumir con
responsabilidad, siendo acaso una de las primordiales la elección del texto a
trabajar. Por eso, llama la atención el enorme riesgo asumido por el equipo de
la obra Monogamia, a cargo del director Beto Miranda y la producción de Nubart.
Fácil es comprobar que una gran parte de los espectáculos
transmitidos por la red en los últimos meses han sido historias de reconocibles
estilos y fórmulas, ejecutadas con mayor o menor fortuna, que muy bien podrían
funcionar en microteatro con menos de una hora de duración cada una. Versiones
abreviadas, como la propuesta audiovisual de Final de partida de Samuel Beckett
o fragmentos de obras de largo aliento, como el monólogo inicial de El hombre
del subsuelo de Fiódor Dostoyevski, también han sido parte de la temporada
virtual de este primer semestre. Por eso, resulta curioso el estreno de
Monogamia, en transmisión en vivo por YouTube, con ¡una hora y quince minutos
de duración, con intermedio! Escrita por el dramaturgo y psiquiatra chileno
Marco Antonio dela Parra en el 2000, Monogamia es una dilatada conversación en
un club entre dos hermanos muy distintos en apariencia, pero que comparten
demasiadas cosas entre sí. Carente por completo de acciones, todo el peso de la
historia recae en la interpretación de dos actores que puedan sostener este
diálogo acerca de la vida en pareja y de la infidelidad, ambientada hace veinte años.
Miranda ya había demostrado ingenio en su labor como
director al abordar un texto tan atípico con Extraños (2016) de Daniel Dillon. Sin
embargo, en Monogamia solo se limita a cambiar el contexto original por una
videollamada y ajustar correctamente las actuaciones de Juan de los Santos
y Carlos Zubiate. Acaso la elección de un extenso texto discursivo pudo
haber sido o no la adecuada; no obstante, Miranda consigue despojar a los
actores de ese estilo teatral presente en los primeros minutos, para poco a poco
ir ganando fluidez en las interpretaciones. Los secretos y las revelaciones
entre los hermanos van apareciendo progresivamente y se va creando tensión y
sorpresa, evitando en general caer en la monotonía. Miranda tiene las aptitudes
para jugar y experimentar más con los textos que le toque trabajar y es seguro
que solo será solo cuestión de tiempo para que aquel aparezca.
Sergio Velarde
28 de julio de 2020
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