Espacios de representación para la
reflexión
La pandemia de Covid – 19 ha traído, entre
otras cosas, la necesidad de adaptarnos y reinventarnos en todo sentido. La
nueva normalidad está basada en el distanciamiento y la virtualidad como forma
de convivencia social. Dentro de este contexto, el sector de las artes
escénicas ha ido encontrando durante la cuarentena nuevas formas de
manifestación y contacto con el público: transmisiones de obras por
conferencias virtuales, por redes sociales, por links privados, entre otras. No
obstante, la novedad en este tipo de propuestas han ido más allá del medio de
representación: está existiendo la necesidad de cuestionarnos sobre cómo este
contexto de emergencia está mostrando las desventuras que como sociedad hemos
estado normalizando. Es precisamente Cuero negro una obra que invita al
espectador a cuestionarnos sobre qué tan establecidos están esos juicios de
valor aquí y ahora. Este monólogo de la dramaturga y filósofa Jamil Luzuriaga
fue interpretado por el actor Carlos Arata.
La propuesta virtual invita al espectador a
aceptar la convención de una clase de filosofía virtual. A lo largo de la
representación, el profesor Ricardo Rodríguez va desarrollando una disertación
titulada “La Axiología”. Incluso proporciona a sus “alumnos” un material de
estudio para la clase, donde se encuentran los ejemplos y la esquematización de
lo que explica en clase. Es interesante cómo va explicando la teoría filosófica,
mientras acusa y denuncia a sus alumnos ciertos abusos cometidos hacia su
persona, por parte de autoridades de la facultad. El tejido entre la teoría y
la situación que desarrolla la obra fue propuesto y entendido de manera
brillante. El tema de la axiología estuvo muy bien explicado, de modo que el
público no tenía por qué saber previamente sobre ello. Es más, diría que la
obra estuvo hecha con el fin de que en verdad el público haya entendido en
esencia lo manifestado en la cátedra.
La interpretación de Arata estuvo llena de
detalles, lo cual sumaba a la construcción del personaje. Este profesor tenía
maneras específicas de hablar y dirigirse a sus alumnos, lo cual captaba la
atención de quien lo observe. El manejo de la clase y del espacio con relación
a la cámara fue asertivo y minucioso, pues incluyó desplazamientos por el
espacio y manipulación de objetos como parte de la representación: la pizarra
utilizada por el actor funcionó como una
extensión y como complemento de la denuncia que se iba dando durante la clase.
La apropiación del texto fue uno de los fuertes en esta obra, pues no solo
manejaba los conceptos de filosofía propios de la cátedra, sino que se
particularizó la forma de enseñanza de aquel profesor. Definitivamente esta fue
una propuesta donde la mezcla de la filosofía y las artes de representación
funcionaron como una buena dupla.
Seguimos aprendiendo a adaptarnos a esta
nueva normalidad basada en el distanciamiento y las relaciones virtuales. Es
interesante cómo esta nueva forma de representación virtual está tomando un
lugar genuino y validado en las artes escénicas. Se están dando propuestas
virtuales con temáticas diversas y de buena calidad en su realización; sin
embargo, considero que una de las tareas más importantes de las artes en este
momento es cuestionar y reflexionar sobre lo que como sociedad estamos pasando.
Nos estamos dando cuenta de que formas antes normalizadas de convivencia no dan
para más; la cuarentena ha causado efectos impactantes en cada uno de nosotros.
Definitivamente Cuero negro ha
cumplido con dicha tarea.
Stefany Olivos
4 de julio de 2020
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