Formas sobre fondos teatrales
Extraños (1997), obra de Daniel Dillon que participara en el
II Festival de Teatro Peruano Norteamericano ICPNA, viene presentándose en una
novedosa versión en el Teatro Mocha Graña, bajo la dirección de Beto Miranda, a
quien vimos como actor en Fando y Lis (2009) y Tus amigos nunca te harían daño (2014).
La pieza de Dillon consta de cinco escenas cortas, en las que siempre
participan “Él” y “Ella”: un peligroso y amoral coqueteo en un parque, una sencilla
conversación acerca de la inminente separación, una violenta discusión en una
cocina, un tenso diálogo con final trágico en un día de campo, y una relación
que se queda en meras intenciones dentro de una cafetería. Textos sencillos que
exploran, paradójicamente, la complejidad del ser humano; eso sí, cargados de
mucho lirismo y sutileza.
Pues bien, la novedad del montaje de Miranda es que los
actores no saben qué personajes interpretarán hasta que no se realicen los
sorteos antes del inicio de cada escena en el mismo espacio. Es decir, los
jóvenes Eli Duarte, Antonia Amorós, Gonzalo Alonzo Ruiz y David Otazú deberán
estar preparados para interpretar en total a los diez personajes de la obra, cinco
como máximo o acaso ninguno, si la “suerte” les es esquiva en cada función. Esta
designación aleatoria en la que los “Él” y “Ellas” de cada escena sean
intercambiables, vale decir, puedan ser actuados por ejemplo, por dos actores o
dos actrices, da pie a una serie de interpretaciones: desde premisas tan
simples como la de mantener en tensión al espectador y al actor durante los
sorteos, hasta la nula importancia que tiene el rol de género para describir
las tribulaciones del ser humano.
Acaso los más puristas podrían afirmar que este juego de
azar de roles privilegia demasiado las formas sobre el verdadero fondo que Dillon
deseó expresar en su texto en primer lugar. Y el que el mismo Miranda decida incluir,
al final de la puesta formal, la repetición de una de las escenas con los
actores que el público elija para representarla, podría ser tomado como una
banalización del concepto mismo de la obra. Sin embargo, tanto las cuidadas actuaciones
como la dirección en general (contados elementos escénicos, estética urbana, disposición
espacial que coquetea con el teatro
circular) cumplen una solvente labor, convirtiendo a Extraños en un curioso y
recomendable espectáculo.
Sergio Velarde
23 de octubre de 2016
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