lunes, 8 de julio de 2024

Crítica: LA MUERTE DE POR VIDA


Morir para vivir

La muerte de por vida, un espectáculo mágico, narrado por François Vallaeys, musicalizado por Gisela Pérez Ruibal, y con Mario Ráez en las luces y Patricia Eguren en la pintura corporal, nos lleva por un viaje de redescubrimiento y entendimiento de lo que muchas veces negamos, desconocemos o no deseamos ver: la muerte.

Durante casi dos horas nos adentramos en siete cuentos narrados con una presencia escénica inigualable y un talento vibrante para mantener viva una tradición oral. El tiempo pasa, pero no quisiéramos que pase tan rápido, pues escuchar estos cuentos es como volver a nacer, morir un poco a nuestras ideas y resurgir, con nueva vida.

De igual manera, la musicalización del espectáculo completa la experiencia de la narración, y les da el carácter emocional y dramático a los cuentos, así como la dulzura y la quietud que impregna al momento de cerrar cada historia. Vallaeys y Pérez Rubial se complementan de una manera única, y hacen de este espectáculo una experiencia merece repetirse, solo para encontrar nuevos sentidos a cada historia.

La iluminación y la pintura corporal son otro dúo dentro de este espectáculo que es tratado con gran solvencia y precisión, genera atmósferas en el escenario, nos transportan también a distintos pasajes de los cuentos, y nos lleva también de la mano a pensar, pensar con detenimiento lo que vemos, lo que experimentamos con lo que nos están mostrando y contando. Y es justo ello lo que el espectáculo también nos propone:  un espacio para poder pensar, poder procesar lo que hemos visto y lo que nos han contado, nos ofrece la posibilidad de entender mejor cada cuento, cada sueño, cada inquietud, nuestras vidas.

Al fin y al cabo, ¿qué es la vida si no hay muerte? Así como existen las dificultades como los momentos felices, pero acaso las dificultades no sacan virtudes de nosotros, y, por tanto, necesarias; así también la muerte y la vida, son una para la otra y no podemos ser sin la otra. La muerte puede parecer la antagonista, pero no por ello, es “mala”. Por último, justa, pero fuera de un juicio moral sobre ella, es tanto como lo que abarca, y al igual que la vida, solo es.

La muerte de por vida es un espectáculo maravilloso que invita a reevaluar tus percepciones, que mantiene viva la tradición oral, y que invita a los oyentes a contar ellos también la historia, que muere esa noche al apagar las luces, pero nace de nueva forma si decidimos contarla a quién tenga oídos para oírla.

Omar Peralta

8 de julio de 2024

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