miércoles, 24 de julio de 2024

Crítica: DESARMANDO


Frescura

El espectáculo comienza con música. Armando Machuca canta, mientras nos cuenta qué va a suceder en los próximos minutos. Los ingresantes han escrito en unos papelitos, que nos han entregado antes de abrir las puertas de sala, algunas sugerencias para la improvisación, como canciones favoritas, situaciones o temáticas; estos papelitos han sido pegados en pequeñas pizarras que se han colocado en el escenario. 

El reto está planteado: Armando va cogiendo algunos papelitos e intentará tejer una historia a partir de esos estímulos. Va demostrando que sabe lo que hace; considero que lo irreverente se vuelve parte de la propuesta, el hecho es que no exista una situación lógica que conecte la historia, el hecho está en lo inesperado de los sucesos.

Cómo se van conectando las ideas hace que la situación sea sorprendente y graciosa; es cierto que hay que tener una gran capacidad mental para poder responder a frecuencias inesperadas- La primera historia fue resuelta con solvencia: la creación de un gato y un conflicto entre sus dueños fue fortalecido por la forma en que se introdujo la música. La historia fue fresca y divertida, no hubo mayor inconveniente.

La segunda historia también tuvo un buen desarrollo, lo ocurrente de los sucesos hace que el público se divierta; de alguna manera considero que las personas que asisten al espectáculo también están predispuestas a reírse.

Sin embargo, no todo es color de rosa: hubo un momento donde pese a que la historia parecía seguir un hilo narrativo, Machuca no pudo desarrollarla con solvencia; al parecer, la suerte también influye en este tipo de espectáculos. Finalmente tuvo que acabarla y considerar que había sido un fracaso, pero pese a ello a mí me resultó muy divertida. Me interesa lo irreverente de la propuesta y la pérdida de sentido, todo se puede conectar desde una mirada que esté presta a dejarse llevar por lo que propone el artista.

Hubo un juego con una pareja que refrescó un poco el momento tenso, la presencia de personas desconocidas hace que el espectáculo sea muy cercano al público y creo que esto hace que sea real y las personas se conectan con más naturalidad. Para cerrar con broche de oro apareció Zumba, el invitado de la noche. Hubo momentos donde conectaron muy bien y Zumba parece tener un cuerpo presto al juego y al dinamismo, fue divertido verlo bailar ballet, mientras esquivaba unas balas que intentaban asesinarlo.

Hubo otros momentos donde parecían no conectar y la historia perdía un poco de fuerza, porque veíamos a dos personas que iban cada uno por su lado; sin embargo, eso no debe ser estrictamente como un algoritmo matemático, es algo más espontáneo, sin respuestas concretas. Hay una incertidumbre espectacular que es necesaria para la vida, para refrescar el día a día que a veces está tan absorbido por la rutina y por la repetición constante, perdiendo de esa manera la sorpresa. 

Entonces el espectáculo tuvo eso: frescura y sucesos inesperados, muy necesarios para aliviar la asfixia del trabajo y de la ciudad. Si es que necesitas escapar de métodos concretos e inamovibles, pues es una oportunidad para experimentar un espacio en donde no se sabe lo que va a suceder, tampoco la historia que se contará o los sucesos que se desarrollarán. De por sí la risa está asegurada, la fantasía y la creatividad serán las notas musicales de un juego dinámico y sin rumbo preciso, una invitación a lo desconocido y a la incertidumbre.

Moisés Aurazo

24 de julio de 2024

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