martes, 31 de enero de 2023

Crítica: DESAMOR


En el desamor, pero aquí estoy

Porque claro, se supera y hay que dar nuestra mejor versión/creación.

Cual relación “tóxica”, a veces desearíamos tener una con el teatro “convencional” aristotélico, realista con personajes solemnes y su dichosa psicología; o una arriesgada puesta simbolista, bechtiana. Otras muchas veces solo nos gustaría entregarnos al disfrute de las nuevas formas, no tan nuevas. No importa cuál de las relaciones se emprenda; habrá amor. Siempre y cuando, la estrategia escénica comprenda una laboriosidad, la sencilla, pero determinante molestia de darle un aprecio al detalle, al juego y al apropiarse. Porque es admirable cuando una puesta en escena presenta el motivo que impulsó a la actriz, dramaturga o directora, de tomar la decisión y poner un pie en la tabla, el patio, acera para comunicar algo, más allá de la sola acción de compartir el texto o dialogo. Porque el teatro es más que eso, tiene que serlo. Y por eso, en esta ocasión, mi amor por él se desvaneció, se convirtió en desilusión, dejé de decidir amarlo por el tiempo que duró este espectáculo.

Por ello, la importancia de detenernos en el desamor, entendido como tiempo de reflexión, para mejorarnos como seres humanos y es ahí donde aparecerían los cuatro monólogos que pretenden retratar esta etapa.

1. La negación. No, no y no. Me niego a creerlo, no puede ser posible. Se entiende que la temporada fue corta, pero ¿dónde está la labor escénica? ¿Hubo dirección? Las y los espectadores esperan desesperados por creer todo aquello que se le comparte en escena, claro. Se ingresa al recinto, inocente, dispuestos a creer todo aquello que se nos venda; pero tampoco se les ha de tomar el pelo. No, me niego a creerlo. Siendo un texto muy cotidiano y citadino, queda muy corto desde donde se le vea en cuanto a discurso o poética.

2. Aceptación. Bien, hay que aprender a soltar, tomarse la vida de manera ligera. Tener las manos un poco libres, sueltas. Aceptar las nuevas estructuras. Se juega, la actriz presenta una propuesta. Parece tener coherencia, se divierte, nos divierte. Buen manejo escénico, pero se queda en lo tópico del tema.

3. Confrontación. La revisión hacia una misma. La actriz nos comparte un diálogo con su voz interior, texto tan potencialmente poético, pero se ensimisma en lo superficial. ¿Hubo dirección? La actriz, a pesar de tener todos los recursos técnicos para realizar una labor destacable, se regodea en lo tangible y se olvida la poética que ofrece el escenario en todas sus dimensiones.

4. Y, por último. La “superación”. Esta engloba la situación que vivimos actualmente. La constante búsqueda de paradigmas que nos legitimen como lo que queremos ser aceptados por los demás. Y es así como aparece el empoderamiento sexual femenino. Vaya monólogo a elección. Parece olvidar mirar un poco más allá, a la industria, el capital que saca provecho hasta de nuestra respiración, ¿qué nos hace creer entonces que este no es un nuevo asunto para comercializar con nuestros cuerpos?

Los cuatro monólogos presentan, ya que parten de situaciones cotidianas, temas profundamente humanos. Pero no han sido direccionados de tal modo, es una pena. Pareciera que cuando se utiliza la palabra cómico o comedia, se nos olvida que esta es parte de la vida misma y que, detrás de cada vida que se presenta o representa en escena, no solo existe la risa, es parte de, pero no el fin único.

Conny Betzabé

31 de enero de 2023

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