Niños que caminan como si flotaran
Shaullo Chico es un centro poblado que está
ubicado en el distrito de Baños del Inca en la provincia de Cajamarca. Ahí se
encuentra la casita cultural “Caminos del corazón”- “Wasisitu Shunqupa
Ñanninkuna”, dirigida por la profesora Elena Sánchez. En esta casita nos
reunimos con un promedio de 20 niños que reciben reforzamiento matemático y
verbal, además de estimulación artística desde la música, la pintura, el teatro
y la danza.
Hacer una obra de teatro o componer música
con niños rurales es una travesía hermosa, las ideas vuelan desde los pies a la
cabeza. Es cierto que las redes sociales están inmersas en todos los espacios y
construyen sistemas de valores y pensamiento; sin embargo, la naturaleza que
nos rodea, porque estamos sumergidos entre árboles y montañas, permite que el
espíritu se despliegue de otra manera. Dia a día luchamos como seres humanos
por no caer en la desidia o en el control que azota la tecnología y los
sistemas sociales. De esta manera, jugar con los niños nos permite volver a
creer, seguir soñando y purificar nuestra esencia, nuestra vida.
La base pedagógica con la que trabajamos es
la pedagogía teatral, que basa sus preceptos en las etapas del juego. Dos días
a la semana nos reunimos con los niños y empezamos a jugar, aprendemos desde la
espontaneidad de los cuerpos, no se busca la rigidez de una disciplina
artística, se busca la liberación del espíritu y la libre expresión.
El juego empieza y la creatividad corre
como un rio cristalino, purificado por sueños y por anhelos. Construimos
nuestra dramaturgia como si los niños estuvieran jugando sin la necesidad de
una guía profesional o adulta, nos convertimos en niños y juntos construimos
nuestras escenas y nuestros guiones. No utilizamos ningún texto específico y
menos intentamos que los niños aprendan diálogos extensos que ni si quiera
entienden o perciben cercanos; al contrario, todo lo que dicen sus personajes
nace de ellos, de sus intereses, de sus deseos y de sus necesidades.
El teatro es una herramienta que nos
permite desarrollar habilidades sociales en los niños, porque se practica para
comprender la vida, para entender cómo funciona el sistema social. Jugamos y
levantamos nuestras alas, pero llega un momento donde el vuelo debe asentarse
en un terreno firme, aterrizamos y descansamos nuestros pensamientos, para
reflexionar sobre lo que está sucediendo, sobre lo que sale de nuestra boca y
también de sus bocas. Es vital la acción colectiva, percibirse parte de un
grupo se torna una necesidad, más ahora cuando el país está tan dividido y ya
no defendemos la vida, solo defendemos nuestro confort y nuestra seguridad.
El niño expresa lo que siente y es
consciente del poder que tiene su voz; a partir del juego ensayamos escenarios
que permiten la reflexión para poder conversar y saberse un ciudadano que tiene
algo que decir y que siempre puede aportar desde su propia inteligencia. El
trabajo en grupo es muy importante en el teatro, para saber respetar a los
demás y poder conseguir acuerdos que favorezcan a toda la comunidad.
Así pasan los días, escuchando a la lluvia
que llega con un viento fuerte que nos hace presumir la posibilidad de lavarnos
de este mundo cada día mas controlado, nuestro cuerpo danza y adopta posturas
inesperadas debido a una energía superior que deambula por los prados verdes y
celestes de Shaullo Chico. Si alguna vez deseas ver teatro que no esté regido
por los parámetros espectaculares de la contemporaneidad, visita Shaullo Chico
y podrás admirar la expresión de los seres humanos reflejada en las pupilas de
niños que caminan como si flotaran y juegan a construir mundos, a construir
identidades y promesas que puedan servir para el futuro o mejor dicho para el
presente.
Moisés
Aurazo
Cajamarca, 31 de enero de 2023
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