jueves, 25 de febrero de 2021

Entrevista: VÍCTOR PRADA


“Debemos considerarnos como trabajadores, no somos seres especiales.”

Uno de nuestros mejores actores en plena actividad es, sin duda, Víctor Prada. Con una larga y variada lista de personajes en teatro, cine y televisión, Víctor ganó el premio del jurado de Oficio Crítico 2020, al lado de otro grande de la actuación como lo es Carlos Victoria, por la lectura dramatizada Bernardo y Valentín. “No tuve ningún familiar artista,” revela Víctor. “Pero mi mamá nos enseñaba a mis hermanos y a mí a recitar poesía, ese tipo de cosas; en mi colegio recitaba en las ceremonias o escribía para los juegos florales, pero digamos que me acerque más al mundo del teatro, porque un profesor de literatura (también actor del grupo Histrión) nos llevaba a ver funciones de teatro y nos preparaba fichas en su curso.” Víctor alimentó su gusto por el arte, acudiendo a conciertos gratuitos, exposiciones y cines. “A partir de eso es que comencé a acercarme un poco más al mundo artístico.”

Estudios y maestros

Ya terminando su etapa escolar, el profesor de Víctor lo invita a participar en un papel menor en Farsa y Justicia del Corregidor. “Cuando terminamos, me dijo que si alguna vez quiero hacer teatro, debo ir a la Escuela de Arte Dramático; pero bueno, ahí quedó, porque mi fin era, como el de casi todos, seguir lo que nos había dicho el test vocacional.” Víctor quería ir a San Marcos a estudiar sociología, postuló e ingresó. Sus horarios eran de mañana, por lo que quería ocupar su tiempo por las tardes y noches. “Entonces me acordé lo que me dijo el profesor, pasé por la Escuela en La Cabaña, justo estaban haciendo las postulaciones y las clases eran a partir de las 4 de la tarde hasta las 10 de la noche, así que perfecto.” Víctor ingresa a la Escuela, pero se topa con una práctica llamada la “prueba eliminatoria” a mitad del año, en la que corrías el riesgo de ser expulsado de la carrera. “Tuvimos un profesor bien especial, no digo su nombre, porque era todo una autoridad en su momento, pero era bien déspota y también tenía una visión del actor tipo español, que debía tener ciertas características, que en mi caso y el de mis otros compañeros pues no las teníamos, así que hicimos una especie de huelga.” El mencionado profesor renunció y desde entonces ya nunca se ha hecho esta “prueba eliminatoria”, salvo que el mismo alumno se elimine a sí mismo, por su rendimiento o por sus faltas a clase. Para Víctor, uno de los cambios más positivos ocurrió con la entrada de Alonso Alegría a la Escuela de Arte Dramático. “Él venía de estudiar afuera, cambió todo el método de enseñanza, nos acercó más al que se hacía en el teatro de la Católica, que también tenía otra manera de enfocar las cosas.”


De la promoción de Víctor, que constaba de cerca de sesenta alumnos, terminó siendo uno de los cinco únicos miembros egresados y el que más actividad artística viene desarrollando en la actualidad. “Y después, al final, dejé San Marcos, pues me fue ganando el arte,” asegura Víctor. Uno de los maestros que le dejaron huella fue el imprescindible Ernesto Ráez. “Fue nuestro profesor del último año y hasta ahora lo tenemos como maestro, como guía, él sigue vigente; siempre ha sido una autoridad a nivel teórico, sin quitarle méritos a Alberto Isola.” Ya fuera de la Escuela, Víctor fue invitado a participar como actor invitado en montajes profesionales en el TUC, gracias a su trabajo en el Teatro Nacional Popular, para el que fue contratado por el Estado en la época de Velasco y con el que hizo funciones en barrios populares, llevando obras en versión móvil; todos estas experiencias fueron enriqueciendo su formación.

Actuación y dirección

Para Víctor, existen ciertas características básicas que debería tener un buen actor de teatro. “Saber escuchar al otro,” asegura. “Se supone que uno ya tiene su personaje hecho y pensado, así que es solo es dejarse llevar por el otro y creo que las cosas funcionarán muy bien entonces.” Víctor señala además que existen diversas formas de concentrarse y que no necesariamente es una igual para todos. “A algunos compañeros les gusta moverse, estar más bien quemando energías y otros, como yo lo hago, pero muy a mi manera, más que todo tratar de desligarme del diario, de lo que pasó, concentrarme y tranquilizarme, porque yo soy a veces hiperactivo y eso puede jugar una mala pasada.” Víctor reconoce de un gran inconveniente, y es que los actores, generalmente, deben realizar otras actividades que no son compatibles con la actuación y deben esforzarse más por concentrarse adecuadamente.


“Una tercera característica tiene que ver con ser colaborativo,”
manifiesta Víctor. “Sé que ahora las cosas como que se han repartido y hay una producción que se encarga de las diferentes funciones, pero nosotros siempre hemos hecho de todo, como limpiar el escenario, conseguir nuestras cosas y siempre estar pensando en cómo sacar adelante el proyecto.” Es importante entonces, estar viendo en qué se puede ser útil y pensar siempre en el otro. “Porque sumirse en uno mismo es lo peor, porque el ego siempre lo vamos a tener; debemos considerarnos que somos trabajadores, no somos tampoco seres especiales, somos como cualquier obrero, como cualquier compañero que hace otra actividad, no somos cosa del otro mundo.”

En cuanto a las características que debe tener un buen director de teatro, Víctor señala en primer lugar la empatía que debe ganarse con los actores. “Que sepa escuchar, que sepa dejarte hacer; al menos, funciona conmigo que te diga exactamente todo lo que le está pasando en su cabeza y de alguna manera tú puedas capturarlo y hacer las cosas que él posiblemente quiera y en la medida que van pasando, en ese toma y daca, va fluyendo todo.” Reconoce además que un actor puede hacer cien cosas, pero el director solo puede encontrar una o dos cosas que corresponden con la idea que él tiene. “Felizmente ya no hay directores tiranos, porque quiere hacer sentir su autoridad al 100%, felizmente ya son muy pocos; en un principio, yo creo que debe mantenerse la empatía, de ahí van a salir un montón de cosas.”

Víctor considera que es primordial pasarla bien durante una temporada teatral y prefiere evitar ese tipo de incómodas situaciones. “Cuando trabajas en una obra dirigida por encargo o porque solo vas a ganar plata, entonces, bueno, al menos va a servir para algo y si lo aceptas a sabiendas, pues te comprometes y tratas de llevar la fiesta en paz,” menciona. Agrega además que en esos casos, no vale quejarse. “Si estás a tiempo, busco un reemplazo y digo que yo no puedo por x razones, y así no pelearte con nadie; es parte de la profesión, como dicen: ‘No todo es carnecita y felicidad, también viene con hueso’, así que no vale quejarse.”

Personajes y experiencias


“Es bien complicado elegir mi personaje preferido,”
refiere Víctor. “Me gustan todos en verdad, yo más bien vivo los momentos, la experiencia.” Desde sus inicios con el maestro Sergio Arrau, así como en los montajes con el Teatro Nacional Popular, como Fulgor y muerte de Joaquín Murieta o Fuenteovejuna, fueron experiencias que Víctor atesora con mucho cariño. “También cuando estuve en la primera obra que hice con la gente del TUC, ya era un grupo sólido y yo estaba de invitado, pero parecía como si fuera del mismo grupo; y por supuesto, Respira, que pasando diez años la volvimos a hacer en el Marsano; esos son momentos especiales.”

La pandemia ha golpeado demasiado a la comunidad artística, pero Víctor se encuentra preparando algunos proyectos, específicamente para presentar a los diferentes concursos que existen. “En eso estamos por ahora, me estoy reuniendo para aprovechar el tiempo, de pensar en lo que puede pasar, estoy trabajando en tres y cuatro proyectos diferentes, pensando qué puede funcionar.” Las medidas sanitarias dejaron en el aire varios proyectos cinematográficos y teatrales, en los que Víctor iba a participar. “No se puede decir nada con seguridad, así que queda seguir presentando y armando proyectos, porque ahora creo que es la única alternativa.”


La virtualidad también ha provocado diversos comentarios dentro de la comunidad teatral, acerca de si los proyectos virtuales son realmente teatro o algo diferente. “El teatro es como parte de una misa, es convivio, es compartir con el público que está presente; por más que las funciones son diferentes, por más que sea una función de teatro grabada con cinco cámaras y con un audio de lo mejor, pues no va a ser igual,” asegura Víctor. “En cambio, en una lectura interpretada se mantiene al público imaginándose cosas, mientras que va escuchando; eso sí, la verdad es que todavía no le encuentro el sabor, aunque he dirigido también algunas cosas, no me atrevo todavía a la actuación propiamente dicha en estos formato digital.” Si bien estas plataformas todavía tienen limitaciones, sí está sirviendo para la experimentación de muchos colectivos artísticos. “Es una nueva manera de comunicarnos con el público, a bajo precio y que puede ver toda la familia en casa; creo que es una oportunidad y que tenemos que aprovechar,” concluye.

Sergio Velarde

25 de febrero de 2021

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