Payasos, pecadores y
humanos
Gestus es un espacio de formación escénica para artistas y
público en general, donde se usa el humor como una herramienta de
transformación en cada una de sus producciones. Esta vez, con motivo de uno de
sus talleres montaje “Muéstrate 2018”, nació 7 Pecados, una muestra del trabajo de un grupo de payasos en
formación dirigidos por Paloma Reyes de Sá. El hilo conductor de este montaje
clown fue jugar con el imaginario de los siete pecados capitales, jugando con
el tabú que un tema como este puede representar en la sociedad – conservadora –
limeña.
7 pecados fue una
composición del trabajo de dieciséis payasos que fueron parte del taller ya
mencionado, entre ellos actores y artistas en general. Desde el ingreso a la
sala, el programa de mano que se otorga al público se encarga de introducirnos
al código clown y a la temática que se aborda: un tríptico con la foto del
payaso que cada artista va a representar, acompañada de una breve descripción
juguetona personal. Incluso, lejos de querer ser formales, se les llama a los
actores “pecadores”. Este fue un detalle definitivamente atinado y que familiarizaba a los asistentes con la
puesta en escena.
Al ser esto un taller montaje, había una necesidad básica
que debía cumplirse: cada actor debía mostrar el trabajo realizado en el
taller. La mano de la directora Paloma Reyes de Sá se encargó de unir la línea
y la historia de cada payaso para convertir el espectáculo en una especie de trenza
escénica, de modo que los payasos tenían participación en los momentos donde
era claro que uno de ellos tenía el protagonismo. Los payasos fueron divididos
entre ángeles y diablos, de modo que en su caracterización tuvieron distintivos
que los alineaban con todo un imaginario del cielo y el infierno. Estuvo
presente un jugueteo escénico, muy al estilo de Paloma, que establecía que
hubiese momentos breves de cruces de payasos en los cambios de escena, o
aparición de gags propios de cada uno; incluso se hacía referencia a escenas
concluidas para potenciar las que estaban en curso. Esto permitió que el
espectáculo fluyera, sin sentir que se trataba de la muestra de dieciséis
escenas por ver.
Es enriquecedor ver un montaje en el que se perciba que el
proceso creativo ha sido disfrutado por los actores. Definitivamente, fue una
muestra donde se entendió que cada actor partió de sus propios miedos, estigmas
y defectos para poder, a través de los payasos que trabajaron, quitarles
importancia. El humor es una herramienta cuyos beneficios no solo se los lleva
el espectador: el actor que pasa por un taller como este, pasa por un proceso
de transformación en relación a cómo ven sus defectos y miedos personales. La
misma temática es una invitación a pensar en que temas como los pecados son, al
fin y al cabo, inventos para la restricción de la esencia humana. Como se
menciona en la “Música de los pecados” presente en este montaje: “La soberbia
es humana, no de Satanás. Eso han inventado para asustarte, porque alguien libre
va a cualquier parte”.
Stefany Olivos
6 de octubre de 2018
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