martes, 23 de octubre de 2018

Crítica: TURNO


La voz de los adolescentes

El Gran Teatro Nacional fue escenario de la obra Turno, escrita por la novelista británica Jenny Valentine y dirigida por Fernando Castro. Este proyecto fue ejecutado por el Ministerio de Cultura, como parte del Programa de Formación de Públicos del Gran Teatro Nacional, contando con el apoyo del British Council Perú.

Turno nace como resultado de los talleres con adolescentes de algunas organizaciones artísticas como Puckllay, Kaktus, el Comité Metropolitano de Estudiantes y la Red de Instituciones Educativas del Programa de Formación de Públicos del Gran Teatro Nacional. Precisamente, la temática de la puesta gira en torno a la violencia de género, la violencia en el hogar, el ‘bullying’ en la escuela y la marginación por razones socioeconómicas. Respecto al montaje, el uso de las proyecciones, la musicalización y los vestuarios, fueron un acierto que permitía al exigente público juvenil (en su mayoría) engancharse con la historia.

La narrativa nos presenta a un grupo de adolescentes quienes comparten el mismo colegio; sin embargo, están separados por el turno de la mañana y el turno de la noche. Formando una suerte de barrera, que bien podría distinguir el fulgor del sol para los que más tienen, y el sombrío de la oscuridad para los menos favorecidos. En medio de una misteriosa reunión que fuerza la unión de ambos grupos, aparece el personaje de Julia, como un ser que nadie ve o escucha, pero es recordado por un terrible hecho de violencia del que fue víctima (fue acuchillada por su enamorado).

Con un reparto compenetrado, ágil y dinámico, la puesta fue muy bien recibida y claramente comprendida en cuanto al mensaje que pretendía comunicar (remarcando valores como la unión, el amor, la solidaridad, entre otros). La forma de recibir a los chicos de las escuelas, familiarizarlos con el ambiente, con la propuesta, fueron detalles que marcaron una diferencia importante en la receptividad del público adolescente.

Encuentro muy pertinente el haber realizado un conversatorio al final de la obra, contando para ello con la presencia de Gonzalo Rodríguez Risco, traductor de la obra al castellano, quien por cierto, imprimió un lenguaje coloquial propio del Perú en su traducción, el cual se vio reflejado en los fluidos diálogos de los actores; también formaron parte de esta charla una representante de la Defensoría Municipal del Niño y el Adolescente-DEMUNA y el elenco de la obra, quienes resolvieron algunas interrogantes de los escolares.

Una gran iniciativa para acercar al público juvenil a este maravilloso quehacer artístico que es el teatro, y hacer que su voz pueda resonar cada vez con más fuerza.         

Maria Cristina Mory Cárdenas
23 de octubre de 2018

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