miércoles, 17 de febrero de 2016

Entrevista: GABRIEL GONZALEZ

“Disociar el cuerpo de las palabras restringue mucho el trabajo del actor”   

Uno de los jóvenes actores que está demostrando su gran calidad interpretativa en su todavía corta carrera es, sin duda, Gabriel Gonzalez. Obras como Presunto culpable, Metamorfosis y ¿Quieres estar conmigo? respaldan tal afirmación. “El teatro me gusta desde el colegio”, recuerda Gabriel. “En el colegio De la Inmaculada (en ese entonces un colegio solo para varones) había bastante cultura teatral. Mi primer taller de teatro fue en primaria, pero cuando estuve en Tercero de media entré al taller de teatro de mayores, con Paco Solís Fuster. Era todo un honor pertenecer al taller Iñigo, así se llamaba el taller de mayores”. Gabriel participó en varios obras en su centro educativo: en Primero actuó en Juan Salvador Gaviota de Richard Bach; en Segundo, en Peregrino a Compostela, dirigido por Carlos Galiano; en Tercero, en Soy solo un hombre, sobre la vida de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús; en Cuarto, en Barioná, el hijo del trueno de Sartre, y en Quinto, en una versión de Romeo y Julieta dirigido por Gonzalo Molina, donde el reto era que el drama debía ser interpretado solo por alumnos varones.

Pero para Gabriel, su primer maestro fue Solís Fuster. “Me enseñó este cariño y pasión por actuar; él siempre decía que hay que dejarlo todo. Entregarse, arriesgar y comprometerse eran cosas que debíamos tener claro. A nivel técnico, me enseñó a involucrarme con el personaje, creerme que estoy en ese momento. La verdad en escena me la dio Paco”. Justamente, la primera obra profesional de Gabriel fue El señor de las moscas en el Teatro Julieta dirigida por Solís Fuster. “Esa fue una experiencia tan grande, que elegí la actuación y asumí que para el resto de mi vida iba a dedicarme a eso”. Gabriel entró a la universidad Católica a estudiar gestión empresarial, pero se dio cuenta, estando en letras, que los números le eran muy difíciles. “Además, pasó lo de Las moscas. Nosotros empezamos a ensayar sin teatro, solo por el gusto de ensayar, en el parque María Reiche. Luego Paco nos dijo sobre la temporada en el teatro Julieta. Sentí mucha emoción, pues nunca había entrado a un teatro, solo conocía el auditorio del colegio”.

Posteriormente, y gracias al apoyo de David Carrillo, el espectáculo de El señor de las moscas llegó al Teatro Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional. Y luego, las buenas críticas que recibió la puesta llegaron a oídos de unos productores argentinos. “Es entonces que fuimos a Argentina a participar en festivales de teatro en las provincias de Formosa y del Chaco. Imagínate, del parque María Reiche hasta uno de los teatros más grandes en Argentina, para alguien que tenía en ese entonces 18 años, fue abrumador. Me sentía como Marc Anthony en un concierto (risas)”. Y Gabriel seguía considerándose no como un actor, sino como un chico al que le gustaba mucho la actuación.

Pero su consolidación como actor profesional llegó en los siguientes años. “Los montajes que más atesoro en mi carrera son El señor de las moscas, que representó mi iniciación actoral; y Metamorfosis”. Y es que este último montaje fue la oportunidad que Gabriel necesitaba para demostrar que era capaz de sostener una obra que él mismo gestionara con Rodrigo Chávez, como proyecto final de Artes Escénicas de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la Católica. “Salía de los talleres de Alberto Isola y de Roberto Ángeles; además, tuve la suerte de irme a Brasil y exploré el lenguaje corporal y la danza, sin saber de Metamorfosis. Eso me ayudo”. Metamorfosis destacó no solo por una acertada dirección, sino también por el trabajo interpretativo de Gabriel. “La experiencia de crear un proyecto desde cero y las ganas de querer encarnar un personaje que me decía tanto en ese momento sin saber cómo, fueron las bases para consolidarme más como actor. Me dio más disciplina, más pasión, más humildad. Había mucha comunicación con Rodrigo, que es mi compañero y amigo. Había muchas pláticas sobre la obra y los personajes. Yo antes veía a los directores muy distantes, pero con Rodrigo fue todo lo contrario. Nosotros nos íbamos corrigiendo y equivocándonos tanto, que poco a poco nos regalábamos formación y madurez en la chamba. Aprendíamos en base al error”, comenta.

El Gregor Samsa de Gabriel no necesitaba de maquillaje o prótesis para representar su conversión a un insecto. “Cada vez tengo más curiosidad por explorar el trabajo corporal. El cuerpo es la herramienta principal del actor, es toda la psicología del personaje. Lo que tú puedes crear intelectualmente se ve en escena con el cuerpo”. Gabriel llevó también un taller con la destacada Teresa Ralli, que enseñaba que el manejo del cuerpo lleva al actor a hacer inflexiones en la voz. “El cuerpo te lleva a la palabra, disociar el cuerpo de las palabras restringe mucho trabajo del actor.” Para el joven intérprete, el actor de teatro debe “tener humildad para aceptar la crítica, constancia en seguir trabajando, y mucha técnica”. Y por otro lado, un buen director teatral “debe ser observador, muy analítico, y debe promover mucha comunicación con el equipo.”

Málaga, montaje producido por /Nos/otros Teatro, dirigido por Tirso Causillas y protagonizado por Nani Pease, representó un reto para Gabriel al interpretar a un inquietante y ambiguo personaje. “Para mí fue una sorpresa”, recuerda. “A Tirso no lo conocía mucho, él solo estuvo en la primera temporada de El señor de las moscas y después entró al taller de Roberto, cuando era  asistente en el taller. Y a Nani no la conocía. Son dos personas excepcionales, apasionadas por el teatro. Eso a mí me conmueve un montón. Sentía que había mucho amor por el proyecto”. Por Málaga, Gabriel ganó con justicia el premio de El Oficio Crítico al mejor actor de reparto en la categoría Drama.

Para este 2016, Gabriel estará sumamente ocupado en múltiples proyectos. “Estaré en Ruido, escrita y dirigida por Mariana De Althaus, en el mes de marzo en Centro Cultural de la Católica”. Además, participará en una versión libre del clásico de Albert Camus, Los justos, con la co-dirección de Rodrigo Chávez y Daniel Amaru Silva. “Y para fin de año, Roberto Ángeles me ha llamado para su cuarto nivel, en el que haremos Hamlet de William Shakespeare. Realmente es abrumador”, finaliza.

Sergio Velarde
26 de enero de 2016

2 comentarios:

EspacioLibre teatro dijo...

Queridos, Juan Salvador Gaviota es de Richard Bach. No de Paulo Coelho. Distancia por favor. Aunque el Caballero Coelho haya tomado la línea humanista de Bach o Saint-Exupéry o Vasconcelos. Yo prefiero llamarlo seudo-humanismo por su clara tendencia a la auto-ayuda. En fin, corregidlo. No me dejen ese mal sabor. ¡Gracias!

Sergio Velarde dijo...

Corregido, gracias.