“No hay mayor talento que el de ser persistente”
Una de las más gratas sorpresas de fin de año fue el
reconocimiento a la trayectoria de Sara Joffré, a través del triunfo de la
puesta en escena de En el jardín de Mónica (primera pieza escrita por Sara en
1961) en la AAA, como la mejor obra en la categoría de Drama dentro de la
encuesta publicada por El Oficio Crítico 2015. Su director Omar del Águila,
ganador también de la encuesta como el mejor trabajo de dirección, refiere que
la dramaturga y crítica chalaca ha dejado un legado grande entre todos
nosotros. “Ella ha arriesgado mucho durante toda su vida, nosotros debemos
arriesgar para transformar”, afirma convencido. “Debemos generar nuevos
espacios, abandonar nuestra zona de confort y arriesgar. A ella se le recuerda
mucho, por eso (este montaje) fue nuestra obra institucional. Creo que fue la
mejor manera de cerrar el ciclo a casi un año de su partida, el recordarla. Más
que hablar, hay que hacer.”
Sus inicios en el teatro
“Yo era muy fanático de las películas y quería actuar en
cine”, recuerda Omar. “Dentro de mi ignorancia en ese entonces (ahora tengo
otro tipo de ignorancia) busqué escuelas de actuación solo para cine. Entonces
conocí al profesor Fernando Flores, que me recomendó escuelas de teatro. Es así
que entro a la ENSAD y me enamoro del teatro”. De la Escuela, Omar tiene muy
buenos recuerdos de los profesores Sergio Arrau y Guadalupe Vivanco. “Yo formé
parte del grupo de los guadalupanos. Es que ella tiene hasta ahora el tema del
trabajo físico estético corporal que aprendió en Brasil; hay una gran
influencia del teatro físico en sus espectáculos”. Por otra parte, rescata de
Arrau la perspectiva de poder equivocarse y seguir haciendo.
Omar debutó oficialmente como actor en la puesta en escena
de Pocahontas, estrenada en el auditorio del colegio Newton y producida por
Horacio Paredes ya finalizando los noventas, con artistas que todavía dan la
lucha en las artes escénicas. La dirigió Gustavo Pastor y participaron Armando
Machuca, Mikhail Page, Fernando Flores, Cynthia Schreiber, Beto Romero, entre
otros. “Lamentablemente no funcionó”, menciona. “La Molina sigue todavía
quedando muy lejos.” Omar asegura que el teatro familiar es un trabajo muy
duro. “No hay mayor verdad y sinceridad que la de un niño. No he escuchado de
un menosprecio al teatro infantil. Pienso que todo teatro es serio; además,
muchos hemos empezado haciendo teatro infantil, de ahí hemos pasado al teatro
serio (risas).”
La primera obra que dirigió Omar fue la ya mencionada En el
jardín de Mónica, pero él ya había co-dirigido anteriormente. “Con Gabriela
Fernández dirigimos y actuamos en Marta y Mamerto en el 2003. Fue un
trabajo de dirección en la ENSAD. Luego le pedimos ayuda a Arturo Fernández,
quien sigue haciéndola con el grupo Teatro a Ultranza con el nombre de ¿Sueño o pesadilla?”. Años más tarde
colaboraría estrechamente con Diego La Hoz en Espacio Libre, con la obra Especies (2011), y por otro lado, con el colectivo
Teatro del Riesgo junto a Jonathan Oliveros, comprendió que aún no tenía la
capacidad de actuar y dirigir. “Es complicado, no tienes una mirada más abierta.”
Así se estrenaron piezas como Carne de mujeres (2013) y Tú no entiende nada
(2011). Sin embargo, Omar considera que es una ventaja que un director sea
también actor. “Al menos a mí me sirve”, sentencia. “Puede aportar el conocer el
tema escénico desde adentro; aunque hay otros que nunca actúan, pero sí tienen
visión y criterio, y lo hacen muy bien. Pero yo dirijo como si fuese actor. Le
doy peso al intérprete: él es creador de su propia escena, yo soy como guía, es
la dramaturgia del actor desde la escena.”
El teatro y el jardín
“Pienso que un actor debe tener honestidad, a través de ello
sale lo orgánico”, reflexiona Omar. “También debe tener un concepto de trabajo
en equipo, ser colaborativo. Por más que sepa actuar, cantar o bailar, si hay
mucha soberbia y ego, entonces no sirve. Algunos son muy buenos, pero lamentablemente
son ególatras”. Acerca del tan mentado talento con el que nacen los actores,
Omar asegura que “hay gente que nace con él y otros que no nacemos con talento
y eso se va cultivando. Yo he sido afortunado de nacer sin talento: eso ha
hecho que busque, que lea, que investigue más. No hay mayor talento que el de ser
persistente.” Por su parte, afirma que un director de teatro debe saber
escuchar a sus actores y tener criterio para saber en qué momento decir ciertas
cosas. “Los actores proponen todo el tiempo, así que uno debe saber escuchar.
Eso ya es bastante. Una vez, Ximena (Arroyo) me dijo que yo tengo un orden
dentro de mi desorden. Pienso que un montaje se ordena con los actores, el
escenógrafo, el luminotécnico: yo puedo tenerlo claro, pero también puedo estar
equivocado. En En el jardín de Mónica hubo muchas propuesta que sumaron.”
Justamente fue la novedosa propuesta de En el jardín de
Mónica la que concitó tanto interés por su montaje. Primero, porque incluyó
cuatro actores en lugar de los tres acostumbrados (para interpretar a Mónica,
la Niña y el Niño) y después, porque se atrevió a recitar las acotaciones de
Sara en la puesta. “Esto último fue propuesta de una de las actrices. Todos
entendemos que la obra es muy poética, como también lo es la introducción. Estuvimos
leyéndola y leyéndola, y decidimos incluirla. Ana (Santa Cruz) y Yamil
(Luzuriaga) acotan la escena y esto servía dentro de la propuesta. Queríamos
romper la pieza, porque dramáticamente Mónica sostiene toda la obra y acaso era
tedioso ver solo a la actriz”. Por otro lado, trabajar al lado de Arroyo
siempre es un placer. “Trabajo con ella desde hace tiempo, nació de ella la
propuesta que dirija la obra”, afirma. “Ella me enseña mucho todo el tiempo
como gestora cultural. Yo había trabajado en Yerma como su asistente de
dirección. Ella es una mujer que está investigando y creando siempre. Espero
poder volver a dirigirla, nos hemos reído pero también batallado”, reconoce.
¿Qué significó dirigir esta emblemática obra de Sara Joffré
en la vida de Omar? “Tuve mucho miedo, En el jardín de Mónica es una obra que
todos conocen. Nosotros rompimos la pre-escena, incluimos acotaciones y
agregamos un personaje. Estoy seguro que ella se hubiera alegrado y molestado a
la vez”, asevera. La primera intérprete de Mónica estuvo en el estreno: la
legendaria actriz Aurora Colina. Omar estuvo pendiente de su reacción, ella
solo le dijo que le agradó y que tomarían un café luego. “Quedó pendiente el
café, ya te contaré lo que dijo (risas)”. La obra regresa en la AAA en abril y
Omar ya está contactando al primer director de la puesta en el 61, Alonso
Alegría. “Además, queremos mover el montaje en este 2016, hacerlo en un espacio
abierto. Estamos armando una nueva obra institucional para junio, en la que
seguramente estaré en producción. Y con Teatro del Riesgo queremos montar a
nuestro estilo Historietas de Paco Caparó”, finaliza.
Sergio Velarde
23 de enero de 2016
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