“La risa cumple la función de regeneración, de sanación”
“Empecé por el año 97. Por ese tiempo yo era muy tímida,
introvertida y me habían dicho que el teatro ayudaba mucho a desarrollar la
personalidad, a soltarte, a tener más confianza en ti misma”, recuerda
Katherina Sánchez, ganadora del premio El Oficio Crítico 2015 a la mejor actriz
de reparto en una comedia o musical por su divertida participación en la pieza
Desnudos en la pensión, dirigida por Jonathan Oliveros. Con la ayuda de su
madre se inscribió en su primer taller de teatro, dirigido por Sergio Bazo y
Cielo Grimberg. “A partir de ahí, me enamoré del teatro y mi vida dio un cambio
radical; creo que me desinhibí demasiado, la gente me veía muy loca, ¡pero era
loca feliz!”
Sus maestros y el arte de hacer reír
Katherina ha tenido grandes maestros que le dejaron grandes
enseñanzas. “El primero fue Sergio Bazo, que me inculcó el respeto por el
teatro, lo sacro que puede ser”. Luego estuvo en el taller de Aristóteles Picho
y ella se queda con una de sus frases, ad portas de una muestra que estaba
destinada a ser un terrible desastre: “De la basura, del carbón, se puede
llegar a sacar el oro más puro”. Posteriormente, Katherina ingresó al Club de
Teatro, “con maravillosos maestros como Reynaldo D’amore, que me enseñó que
mientras más loco, más feliz y cuerdo se es. Pold Gastello, de quien admiro su
gran capacidad de organización y buen humor (sin dejar todo para el final). Y
mi querido maestro y amigo Paco Caparó, de quien aprendí a empujones a tener la
correa bien puesta y a saber esquivar sus bromas ácidas, pero que en el fondo
esconde un gran amor por sus alumnos y por el teatro de corte social (solo que
se hace el loco nomás para despistar)”, refiere.
Katherina además pasó por Aranwa y tuvo el privilegio de ser
alumna de Coco Chiarella, Celeste Viale y Mateo Chiarella, quienes le enseñaron
a perseverar, a honrar su trabajo y a no olvidar que el teatro puede
transformar a las personas. Y por supuesto, la ética profesional, importantísima
en estos tiempos de escándalos faranduleros. “También Guillermo Castrillón y
las sombras, los arquetipos, procesos que disfruté muchísimo y fueron realmente
liberadores para mí. Llevé talleres de clown con Wendy Ramos, una gratísima
experiencia que me dio una perspectiva diferente de lo que se cree es el clown,
la transparencia, la vulnerabilidad”. Katherina menciona también a Diego La Hoz
y la importancia del entrenamiento, del cuerpo en el actor, de la entrega y el
riesgo. “Denisse Dibós y su gran empuje para darle cabida al teatro musical, su
energía, su pasión. Arístides Vargas y Charo Francés (del colectivo Malayerba),
una admirable labor y una trayectoria en favor de una ideología que no esconden”,
agrega.
El 2015 fue un año de mucho teatro para Katherina, no solo
por Desnudos en la pensión, sino también por los estimables estrenos de
Balseando de Sergio Arrau y Todas somos Julieta de Ricardo Morante. Consultada
con respecto a un menosprecio por este género, Katherina considera que “hay gente
que por una cuestión de formación ideológica considera que la labor del teatro
tiene necesariamente que estar vinculada con lo social, con el medio en el que
te desarrollas, con la política, lo cual apoyo y realizo también, pero considero
que no debería ser excluyente”. Afirma que el teatro es para todos y que, a
veces, esta forma de teatro político se vuelve muy densa para el espectador y
al final termina agotándose, lo que significa la pérdida del mensaje y a la
larga, la pérdida de la afluencia del público. “Entonces, para mí, la mejor
forma de transmitir el mensaje es a través de la risa, y aún si no hubiere un
mensaje, la risa de por sí ya está cumpliendo una labor de regeneración, de
sanación. La gente con tantos problemas que tiene busca relajarse, y el simple
hecho de reír ya está cambiando la química del cerebro, y esto no es algo nuevo
porque ya hay muchas investigaciones al respecto. La risa cambia la química del
cerebro, y por tanto la visión que le das a las cosas”, reflexiona.
Las artes escénicas
La primera obra profesional en la que Katherina participó,
por el contrario, fue en el fuerte drama Los Justos de Albert Camus, en el Club
de Teatro de Lima. “Yo estaba recién egresada del Club allá por 2008 y fue
dirigida por un gran amigo Daniel Manchego. Fue una experiencia muy desafiante
para mí, representando el duro papel de Dora, pero de igual forma muy
gratificante por los resultados. Guardo los mejores recuerdos de toda la gente
que fue parte de este montaje, aprendí muchísimo”, menciona. Por otro lado,
considera que un buen actor de teatro debe tener perseverancia, riesgo y
entrenamiento. “Y un buen director debe tener confianza, tolerancia y la
capacidad de expresar las ideas.”
Su colaboración con Oliveros empezó con el estreno de ¿Hay que matar a la monja?, divertida comedia estrenada en el Teatro Auditorio
Miraflores. “A mi querido Joni lo conocí en un taller que llevé en Espacio
Libre, cuando él todavía era parte de ese grupo”, recuerda. “Luego trabajamos
en Carne de Mujeres, dirigido por Paco y con co-dirección de Omar del Águila, y nos hicimos más amigos. Entonces él
me invitó a participar en una obra que él dirigía, Las Formas Perimidas, y
luego en Grease el Musical, con los chicos de los talleres especiales de
Liberarte, que él dirige”. Así que luego le invitó a participar en ¿Hay que
matar a la monja? como la partner de la monja, que sería interpretada por
Cecilia Tosso. Lamentablemente a una semana del estreno sufrió un esguince en
la rodilla y no podía caminar. “Entonces ¡horror, pánico en el equipo! Lo único
que quedaba era que yo la reemplace, ¡más pánico aún!”, exclama. Katherina
entonces, respiró profundo, memorizó su letra, sus entradas y salidas todo en
una semana y así se estreno en la fecha acordada. “Con sala llena y ¡muchos
nervios! Fue un terrorífico reto para mí. Una gran locura también, porque es un
papel delicioso, ¡un regalo de personaje con el que me divertí muchísimo! Estoy
muy agradecida por esta gran oportunidad que se me dio”, menciona emocionada.
Para este 2016, Katherina estará involucrada en proyectos
para nuestro cada vez más apreciado cine independiente. Ella interpretó el rol
protagónico en Entonces Ruth, estilizada y surrealista cinta de Fernando
Montenegro. “Estoy empezando el año con trabajos audiovisuales, el primero es
una pequeña colaboración con Terom en su cortometraje Piel de Lagarto, que se
presenta en marzo; el cortometraje Pulso de Markko Cruz y la cinta Mensajes subliminales de Rafael Arévalo. Luego hay un largometraje pendiente donde se agruparán
cuatro cortometrajes con cuatro directores; en el que yo estaré será dirigido
por Noraya Ccoyure”. Y volveremos a ver a la carismática Katherina sobre las
tablas en las reposiciones de Desnudos en la Pensión y Todas somos Julieta, aún
por definir los meses. Todos los éxitos para ella.
Sergio Velarde
5 de enero de 2016
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