martes, 3 de septiembre de 2024

Crítica: QUIERO SER ACTOR


El camino de la actuación

Luego de seis años desde su estreno oficial, el reestreno tardío de Quiero ser actor del prolífico dramaturgo y director Gianfranco Mejía no deja de ser un evento interesante de analizar. Pocos son los que, como Mejía, han esgrimido la perseverancia y la dedicación como válidas herramientas para construir un propio camino dentro de las artes escénicas, consiguiendo no solo un público cautivo a lo largo de más de una veintena de piezas escritas, producidas, dirigidas y a menudo, protagonizadas por él mismo, sino que además cuenta ahora con el respaldo de conocidos actores y actrices profesionales que suman a la calidad de sus propuestas: aquellas que exploran problemáticas complejas (violencia familiar, trastornos alimenticios, etc.) y las que buscan simplemente entretener (relaciones de pareja, aspiraciones vocacionales, etc.).

A este último grupo pertenece Quiero ser actor, simpática puesta en la que seguimos los inicios interpretativos de Nicolás (Mejía), un adulto joven que, como muchos de su generación, no tiene una idea clara de qué hacer con su vida; y de cómo la casualidad lo lleva a actuar de extra en un cortometraje, para después formar parte de una obra de teatro. Mejía apuesta por una historia amable y a ratos muy ingenua, ya que los obstáculos que debe vencer Nicolás son su propia confusión y un padre tradicional que no ve con buenos ojos la carrera del arte. El resto son secuencias, algunas más logradas que otras, en las que se dramatizan las típicas anécdotas que cualquier aspirante a actor (y con demasiada suerte) suele atravesar. Acaso la mayor virtud de esta historia sea la ya mencionada inocencia, que Mejía y su numeroso elenco saben aprovechar para arrancar sonrisas del público.

La experiencia la ponen Martín Abrisqueta y Pedro Olórtegui, en papeles clave; acompañan con sobriedad Edwin Vásquez, Francesca Vargas, Paola Miñán y Ale Meza Cuadra; y siempre es de agradecer la presencia de Jeffrie Fuster, quien logra convertir un casting de archivo en una hilarante secuencia. Quiero ser actor no muestra ni por asomo todos los sacrificios y vejaciones que gran parte de jóvenes artistas tienen que experimentar a diario; además, al terminar la función Mejía agradeció a sus padres presentes por, justamente, ayudarlo a realizar sus sueños. No obstante, como una sencilla propuesta de entretenimiento, este reestreno de Mejía en el Teatro Auditorio Miraflores lo consolida como un referente innegable de la escena independiente.

Sergio Velarde

3 de setiembre de 2024

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