Familia
La obra mantiene un ritmo cargado de drama,
los extensos diálogos con los que se expresan los actores constan de un buen
trabajo. Los personajes pasan largo rato expresando sus parlamentos, con buena
cadencia, distintas modulaciones, tono enfático dramático, carga emocional
evidente.
Algunos personajes parecían estar en una
sola frecuencia, como el hijo mayor (Jorge Armas), quizá por su personalidad y
por su relación con sus hermanos, madre y esposa. Sin embargo, era muy interesante
escuchar sus diálogos interminables, la carga dramática con la que articulaba
las palabras hacía parecer que su cuerpo se convertía en una bomba que pronto
iba a estallar; fue creciendo cada vez más la angustia y la desesperación, para
en el momento final quebrarse.
El hijo que regresaba de su viaje, Louis
(Alejandro Guzmán), manejaba bien el silencio, su presencia trasmitía
diferentes emociones. Al momento de explotar no encontraba un ápice conductor, quizá
este fue el problema general de la obra o tal vez era la propuesta, todo estaba
muy agitado, muy irritable y no permitía observar otras facetas de los intérpretes.
La hermana (Valentina Saba) se desarrollaba
coherentemente con los textos extensos; considero personalmente un gran reto la
elocuencia para expresarlos, decir tantas palabras y no perder la conexión
entre ellas es un trabajo arduo y todo el elenco estaba bien condimentado en
ese sentido. Quizá ella es la que se pasea un poco más entre las emociones: es
tierna, amargada, colérica en instantes, pero también infantil, joven; aun así,
hay momentos de explosión que parecen mecánicos, que no salen desde la
organicidad de la palabra.
La esposa (Anneliese Fiedler) combinaba la
buena presencia escénica con un buen sentido del realismo, acompañaba bien a
los interactuantes y parecía un hueco emocional, donde todos los pesares caían.
La madre (Gabriela Billotti) aportaba mucho peso a lo que sucedía, su voz muy
llamativa y su cuerpo expresivo, los cambios de ánimo y la carga dramática muy
bien manejados desde una interpretación solvente y de trayectoria.
La obra me sorprendió por la cantidad de
palabras que expresaban los artistas y como podían manejar los distintos niveles
del texto; el escenario fue llamativo, el uso de las luces y la música aportaba
mucha tensión a la escena. Las siluetas se dibujaban y el sonido entraba por
los oídos metiéndonos de bruces en el universo que se iba construyendo. Pude
experimentar el desasosiego del hermano mayor, su frustración, su ira, su
bondad disfrazada de maldad; cabe una mención aparte, porque su despliegue
interpretativo se tornaba interesante, la forma en la que su cuerpo se iba acalorando
con el pasar de los minutos, la voz y esa sensación de amargura y tristeza se
expandía muy bien desde sus entrañas.
Moisés
Aurazo
24 de setiembre de 2024
1 comentario:
Muchas gracias por tu crítica.
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