domingo, 16 de junio de 2024

Crítica: LA COSTUMBRE DEL MAR


Somos lo que comemos

Existen muchas reglas, tradiciones y costumbres que los marinos han seguido a lo largo de los años, como por ejemplo, aquella que obliga al capitán a abandonar el barco en último lugar ante un naufragio. Y entre ellas figura una muy especial, “la costumbre del mar”, que permite el canibalismo como mecanismo de supervivencia, en el caso de que un grupo de náufragos quede a la deriva sin posibilidad de rescate inmediato. Siendo el caso inmortalizado en el cuadro La balsa de la Medusa (Le Radeau de la Méduse) del pintor francés Théodore Géricault, la nueva propuesta del dramaturgo y director Jorge Robinet, titulada justamente La costumbre del mar, no nos propone una fatídica aventura en alta mar, sino que le da relevancia, paradójicamente, a la progresiva deshumanización del hombre frente a los nuevas circunstancias que trae consigo nuestra propia evolución.

Como dato curioso, se viene presentando actualmente en México la misma pieza, bajo la dirección de Reynolds Robledo, pero con el curioso nombre de Voraz; esto supondría acaso un mayor énfasis en el contenido escabroso de la trama: un famoso chef (Javier Valdés), con gran éxito en redes sociales, trata de preparar su mayor obra culinaria y para ello, realiza una convocatoria para escoger a la persona que cocinará en vivo, un aprendiz de cocinero (Aldo Miyashiro), a través de un reality show. Incluso en el montaje de Robledo, el público participa directamente del espectáculo, eligiendo en tiempo real por votación en sus dispositivos móviles qué parte del cuerpo debe ser cocinado primero. Por el contrario, Robinet se decanta más bien por una contundente crítica a la completa pérdida de sensibilidad producto del uso y abuso de las redes sociales, así como por el drama que viven los protagonistas para justificar su proceder.

Presentada en el Nuevo Teatro Julieta, la puesta de Robinet contrapone los colores blancos y asépticos frente a la truculencia de su historia. Solo bastan unas cuantas sillas, mesas y repisas, así como la pantalla del foro con las transmisiones en vivo, para involucrarnos con los personajes, muy bien definidos: Miyashiro luce muy correcto como este frustrado e insatisfecho aprendiz que busca la trascendencia que le fue negada a como dé lugar, frente a un enorme Valdés, dominante y egocéntrico, preocupado siempre en conseguir una mayor relevancia. Ganadora del festival Sala de Parto en 2016, La costumbre del mar refleja con acierto los excesos de la industria del entretenimiento virtual y advierte de los terribles efectos del consecuente “canibalismo” social, al que es arrastrada la humanidad por su peligrosa dependencia a la tecnología.

Sergio Velarde

16 de junio de 2024

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