sábado, 12 de agosto de 2023

Crítica: DOS FAMILIAS


¿Quién tiene la razón?

El día 4 de agosto se estrenó la obra Dos familias, del dramaturgo español José Pascual Abellán, presentada esta vez por la Compañía Proyecto 88 en la Sala Tovar. La dirección está a cargo de Draco Santos, quien contó con un elenco conformado por Fiorella Díaz, Mario Cortijo y Henry Sotomayor. La obra muestra la problemática que existe alrededor de las familias de acogida, especialmente el impacto emocional por el que pasa cada parte involucrada dentro de este proceso.

La representación condensa momentos desarrollados en las últimas 24 horas. Este factor se sostiene por la urgencia del inicio de la obra: la noticia de que Marcos y Cristina, una pareja de esposos, luego de haber sido la familia de acogida de un pequeño, deben entrégalo al padre biológico, Miguel. Las contradicciones de cada personaje se presentan claramente, pues Marcos y Cristina parecen tener la vida perfecta, controlada, cuesta arriba, con la mejor voluntad hacia el niño; por otro lado, Miguel, un joven que está superando poco a poco su adicción a las drogas y al alcohol, con la ilusión plena de ser un buen padre. Este elenco, bajo la visión de Santos, logró mantener el factor sorpresa momento a momento, evidenciando una apropiación eficiente del texto y del mundo interno de cada personaje. Una obra que empieza con un evento tan fuerte, exige de los actores una concentración especial, para así mantener el sentido de urgencia. Este aspecto fue logrado de manera impecable.

El texto ha tenido muchos retos que resolver, como es el hecho de tener escenas paralelas diferentes, el representar lugares distintos, y la ya mencionada urgencia de las 24 horas anteriores a la entrega del niño al padre biológico. Un elemento destacable y clave de la representación fue la decisión por la escenografía: estructuras cuadrangulares, de color neutro, que permitían distintas entradas, salidas y dimensiones de los distintos espacios representados. Los actores supieron manejarse en un mismo espacio y, a la vez, dejar claro que se encontraban en lugares diferentes, acompañados de algunas sillas versátiles complementarias. Esta decisión tan apropiada permitió darle frescura y fluidez a la obra de inicio a fin, además de darle un toque contemporáneo preciso para este tipo de propuesta.

Ante la situación representada en la obra, el espectador logrará empatizar con las dos familias y sus argumentos, entendiendo que, finalmente, ninguno tiene la razón absoluta. Dos familias resulta ser, en ese sentido, una invitación a repensar el rol de la familia actualmente, tan heterogéneas entre sí, unas más numerosas que otras, con condiciones diferentes, biológicas o de acogida, pero con una misma misión: la de cuidar de sus miembros y prepararlos para lidiar con todos los retos que el entorno nos exige.

Stefany Olivos

12 de agosto de 2023

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