sábado, 19 de agosto de 2023

Crítica: CÓMO APRENDÍ A MANEJAR


Los abusos no prescriben

La obra de Paula Vogel ganadora del Pulitzer en 1997, Cómo aprendía a manejar, regresa a la cartelera limeña, desde que Oficio Crítico la viera en un muy interesante montaje en el 2013. Una mujer madura (Melania Urbina) presenta al espectador, a través de flashbacks en desorden cronológico, sus primeras lecciones de manejo, que se convierten finalmente en oscuros pasajes acerca de su vida y de su relación con el instructor, su propio tío (Óscar López Arias), quien es en realidad un pedófilo que comienza a molestarla desde que ella tenía once años. En esta nueva producción del ICPNA, el director Juan Carlos Fisher consigue una pulcra y sólida puesta en escena, que contrasta con un escabroso tema que nunca debería perder vigencia.

El amplio escenario del ICPNA está bien aprovechado por un funcional diseño de escenografía, con una estructura al centro para las escenas de las lecciones de manejo, con un gran espejo al foro, como retrovisor; y junto al vestuario y al diseño de luces, se nos remite a la Norteamérica de los años noventa. Vogel propone un coro conformado por tres actores que interpreten a los personajes secundarios en la historia; en ese sentido, los competentes Óscar Meza, Alicia Mercado y Verony Centeno los ejecutan sin tacha, aportando el tan necesario humor para no saturar una trama ya demasiado intensa, por los despreciables hechos en ella cometidos. La interacción con la familia y compañeros revela cómo incluso nuestro círculo más cercano puede ser cómplice en mayor o menor medida del delito.

Excelente trabajo el de Urbina, que interpreta a la víctima de acoso en las diferentes edades que exige el libreto, con gran precisión, convincente en su inicial coquetería y su posterior dependencia emocional. Y Oscar López Arias, en su regreso a las tablas, consigue un siniestro y carismático personaje, quebrado moralmente y con traumas sin resolver. Cómo aprendí a manejar, notable y necesario texto de Vogel bajo la experimentada dirección de Fisher, es la íntima y conmovedora colección de recuerdos de una víctima de abusos, organizada sutilmente como un manual de instrucciones de manejo, que a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno no ha perdido un ápice de su vigencia y fuerza. Como tampoco debería prescribir ningún hecho de abuso sexual. Una conclusión que debería preocuparnos enormemente como sociedad.  

Sergio Velarde

19 de agosto de 2023

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