La experiencia en Selina no para
Selina ha causado
sensación con 15 Minutos, proyecto
que da lugar a la realización de obras de teatro breve los martes y miércoles
desde las 8:00 p. m. El ambiente cómodo y de ocio que ofrece este
establecimiento acompaña la experiencia de poder ver obras de calidad. En esta
ocasión, tuve la oportunidad de ver dos de las obras puestas los días martes: Mala y ¡Cuidado, los niños duermen!.
Mala
Obra de Alexa Centurión, bajo la dirección
de Fiorella Díaz Paz. María y Joaquín
(Andinnia López-Cano y Gabriel Baltuano) son madre e hijo y nos muestran lo que
podría haber detrás de un primer berrinche en la calle. Ella quiere que su hijo
de dos años se suba al coche para poder llegar a casa con todas las compras,
pero él quiere que su mamá lo cargue. Durante la
representación, hay una voz que va narrando lo que ocurre y lo que cada
personaje va pensando y sintiendo. Este
recurso, por momentos, fue redundante, pues a veces se repetían textos dichos
por la voz y por los personajes. El espacio escénico se dividía en dos, cada
uno habitado por uno de los personajes. Esta separación
permitió remarcar, al inicio, la propuesta de jugar con las corporalidades
tanto de la madre como del hijo. El público se convirtió en testigo de las
diferentes estrategias de ambos personajes por conseguir sus objetivos. Se debe destacar el trabajo de Baltuano, quien
logró personificar a un niño de dos años gracias a una plasticidad corporal
adecuada, sin llegar a resultar falso o sobreactuado (riesgo de interpretación
que se suele correr cuando un adulto tiene el personaje de un niño o niña).
¡Cuidado,
los niños duermen!
Propuesta creada y
dirigida por Bryan Pinto, interpretada por Diego Pérez, Diego Salinas y con la
musicalización de Daniel Cano. Esta representación
cuenta la historia de dos ladrones que deciden robar un busto de oro de la casa
de un embajador. Sin embargo, este adorno se encuentra en la habitación de los
bebés de la casa. Si los niños lloran, todo intento estará perdido. Resulta muy
divertido este obstáculo a lo largo de la representación, pues permite resaltar
las diversas estrategias que los personajes van desarrollando bajo recursos
propios de la técnica del clown y del mimo. La musicalización fue naturalmente
incluida en los movimientos de los personajes, acompañaba y resaltaba las
distintas emociones que los personas iban experimentando en cada intento por
que los niños no se despierten. El montaje logró un engranaje impecable a nivel
técnico: la personalidad de cada ladrón se notó en cada movimiento y decisión
tomada en escena, además de haber logrado una conexión y concentración precisa.
Especialmente, debo destacar la
precisión de Cano como el músico de la obra, pues con su participación logró
guiar y mantener el ritmo a tope. Pinto ha logrado, a través de esta obra,
representar de una manera divertida a lo que es finalmente una banda de
delincuentes, con la posibilidad de reírnos de ellos, aunque sea por 15
minutos.
Stefany Olivos
12 de agosto de 2023
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