miércoles, 12 de abril de 2023

Crítica: MONSTRUO DE ARMENDÁRIZ


El arte de encarnar

Tras su exitosa temporada en el 2022, Monstruo de Armendáriz vuelve en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico. Y qué conveniente que sea así.

Esta obra teatral nos entrega no solo un texto pensado por el poeta, sino todo un espectáculo necesario. En todos los sentidos. Desde la pulcritud, puntualidad y sencillez de la dirección escénica, la vehemencia en las actuaciones y con ello, la encarnación de los personajes, pero sobre todo por la vigencia de la trama y sus aristas que, a pesar de estar ubicado en una Lima de los años 50s, en la actualidad siguen presentes esas taras por las cuales padece a diario nuestra sociedad. Dejándonos en la escena las evidencias claras de, como ciudadanos, haber cambiado y aprendido poco o nada en el transcurso de 70 años.

Se nos representa así la apasionante historia de un hombre afrodescendiente que fue condenado a pena de muerte, en 1954, por un crimen que no cometió. Si bien es cierto esta ficción está basada en hechos reales, lo cual contiene un final ya esperado, es gracias a la labor de cada una y uno de los sujetos actuantes en la escena lo que permite que el espectador viaje al lado de los personajes, recorriendo a la vez todo el calvario por el cual atraviesan constantemente. Desde la presentación del caso hasta el juicio final. Sea desde la mirada del abogado Mora (Daniel Cano), quien desarrolla al personaje desde la ingenuidad, pasando por la cobardía, el silencio y la valentía, para finalmente compartirnos el trágico hecho cometido a vista y paciencia de toda la sociedad que les rodea. O el juez, fiscal, forense/policía, testigo, madre y el presunto criminal. Quienes son desarrollados con total compromiso por sus actores y actriz, logrando así encarnar el papel hasta conseguir entregarnos la vida de cada uno de estos signos analógicos a los cuales representan.

Finalmente, cabe destacar la labor bien sostenida de inicio a fin por cada uno de los participantes del elenco, desde el manejo de la utilería, la composición del vestuario, escenografía, pues obtiene la escucha activa del público quienes entre los abucheos, lo risible, la tristeza y el silencio, sí, porque es tan potente la situación, el conflicto que se nos presenta en la ficción como sociedad que sirve como reflejo acerca de aquello a lo que nos enfrentamos día a día, entre ciudadanos sea de Lima o de otra ciudad. Dejándonos la cuestión y acción de cuándo nos podremos sentar a la misma mesa a comer en paz, sin sacar provecho, de nada ni de nadie, bajo falsos discursos de movimientos políticos que solo velan el propio beneficio, sin minimizar al otro, su cultura, costumbre, lugar de proveniencia, fe, ser velados correctamente por el sistema judicial y lograr el derecho a vivir una vida digna.

Conny Betzabé

12 de abril de 2023

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