La antiheroica inconformidad
Sin importar la crianza, entorno o
contexto, la búsqueda de la felicidad es una cuestión arraigada a la condición
humana. Podemos huir u omitirla, pero cuando se cae en cuenta, se vuelve una necesidad
y hasta se termina obviando todo lo que se tiene en frente, causando una
constante insatisfacción con la vida. Por ello, muchas veces evitamos a toda
costa este tipo de revisiones, autoevaluaciones, denominándolos temas profundos
o intensos, pues el cuestionarnos y reflexionar acerca de aquello que nos rodea
no es tarea fácil. Pero cuando se toma las riendas del inconformismo, nace un
nuevo antihéroe, antiheroína en este caso.
Los
perros es una obra que aborda esta potente
situación, detona gracias al personaje de Laura (Emilia Drago), quien desde un
principio parece derrotada a pesar de encontrarse en un día festivo, su
cumpleaños. Esta derrota en la actriz anticipa y redunda la historia en el
conflicto, lo que causa que su pareja Rodrigo (Diego Lombardi) caiga en una
explosión incongruente y casi monótona, pues no existe un in crescendo en el accionar de ambos para justificar la potencia
final propuesta por el actor. Por otra parte, al ser un texto con bastante
información, pues cada diálogo es a la vez detonante del conflicto, se es
necesario un ritmo ameno, constante, ligero para que la atmósfera entre los
participantes sostenga esa tensión que se siente ante alguna posible discusión;
es por ello que cabe destacar la labor de Augusto Mazzarelli y Grapa Paola,
quienes mantienen el rigor y flexibilidad dentro de sus personajes. No obstante,
al interpretar personajes con características que no conllevan a la gran
creación de particularidades, puesto que ambos tienen caracteres de aquellos a
quienes representan, no estaría mal la composición y el detenimiento en el
detalle, pues algunos textos terminan cediéndole paso a la conformidad y un
accionar repetitivo, que es válido, pero cansado de observar.
Sin embargo, es una obra que funciona bien
en general, que se arriesga desde la dirección a probar algo nuevo para la
escena, pues al ingresar nos damos con la sorpresa de que la obra ya inició y
que la organización del público no es a la que estamos acostumbradas y
acostumbrados. Aun así, si bien es un riesgo tomado, podría irse (por qué no)
más allá y poner al público dentro de la escena, si es que se quisiese generar
algún grado de intimidad y hacernos parte de esos estilos de vida, donde se señala
al otro como carente de valores y se incita a la rutina, el abandono de los
sueños y de una misma. O si no, ¿para qué entonces se nos ubica de tal manera?,
¿para qué también se habla de ciertas enfermedades? La obra deja un final
abierto y con ello, subtemas varios por resolver.
Conny
Betzabé
6 de abril de 2023
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