Un pueblo que aún no ha roto sus cadenas
José Carlos Mariátegui decía que “el artista que no siente las agitaciones,
las inquietudes, las ansias de su pueblo y de su época es un artista de
sensibilidad mediocre, de comprensión anémica”. En ese sentido, el teatro
se convierte en un medio para hablar de nuestro pueblo a individuos de nuestro
pueblo. Entonces, el drama se convierte en un espacio de cuestión sobre tu
historia, mi historia: nuestra historia, porque la historia de uno es la
historia de todos. Este es el caso de la obra América – una farsa social confusa, obra del dramaturgo Alonso La
Hoz y producida por Espacio Libre y el Colectivo Autogol. En esta ocasión, la
obra fue dirigida por Karlos López Rentería e interpretada por Eliana Fry
García – Pacheco, Ilda Polo, Paco Caparó, Jhosep Palomino, Fito Bustamante y el
mismo López Rentería.
América
– una farsa social confusa se presentó en un
formato de audio-ficción a través de la plataforma SoundCloud. Además, estuvo
dividida en seis fragmentos, que la compañía enviaba por seis días consecutivos
(uno cada día) al espectador a través de su e-mail. De esta manera le brindaba
al espectador la libertad de escucharlo las veces que quería y cuando lo
deseaba.
La historia estuvo dividida en fragmentos
de seis o diez minutos de duración aproximadamente. También el espectador tenía
la posibilidad de escuchar los fragmentos anteriores, pero con un tiempo
limitado por el vencimiento del link. Esto con la posibilidad de que el público
no recuerde algún pasaje de la historia.
América
– una farsa social confusa es la historia de dos
parejas que están de vacaciones en la playa exclusiva América. Pero la
presencia de un revolucionario terrorista girará el destino de sus felices
vidas. La obra presenta objetos o situaciones extravagantes como un “vibrador
con conexión a Bluetooth” o una playa exclusiva que es tomada por un
terrorista. Esto argumenta el título de la obra como farsa. Además, el objetivo
es cuestionar la realidad; de ahí que los personajes sean grotescos y caricaturescos.
El audio-ficción invitaba al espectador a
imaginarse la atmósfera y personajes en cada situación, pues los efectos de
sonido brindaban la impresión de estar en una playa, servirse un vaso con
cerveza o escuchar los sonidos de un cuchillo de combate. Sin embargo, la
interpretación en general de los actores no brindó la misma impresión en
algunos pasajes de la obra. Cada uno accionaba, pero al parecer no era
espontáneo, honesto o no terminaba de creer en la identidad de su personaje.
Por otro lado, la obra no solo es un
acierto para esta época, sino para las que se fueron y las que vienen, ya que
trata sobre la recuperación de la honra americana, tema que engloba todos los
pueblos americanos. Ya, Nino Bravo cantaba lo siguiente:
El
perfume de una flor
El
ritmo de un tambor
En
las praderas
Danzas
de guerra y paz
De
un pueblo que aún
No
ha roto sus cadenas
Quizás ya sea tiempo para romper la ominosa
cadena que el americano oprimido arrastró por largo tiempo. Quizás ya sea
tiempo de que la conocidísima frase “América
para los americanos” lo diga un amerindio con decoro y pundonor. Quizás ya
sea tiempo para que el “yana siki” tenga supremacía sobre el “yuraq siki”.
Elio Rodríguez
21 de junio de 2021
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