Clásico peruano revisitado
Escrito por César De María hace más de
quince años, Dos para el camino (2002) ya se ha convertido por derecho propio
en uno de los clásicos de la dramaturgia peruana, un texto que se estrena cada
cierto tiempo en nuestras salas (por ejemplo, la versión de Rodrigo Chávez del
2015) y que además, ya traspasó fronteras, pues acaba de ser presentada en
México (en una sugerente puesta en escena dirigida por Adrián Vázquez en 2018).
Justamente, la trama de De María, que involucra a siete desdichados personajes
en cuatro monólogos y una escena dialogada para ser ejecutados por solo una
pareja de intérpretes, les permite a sus directores realizar propuestas muy
creativas y de diversos alcances, desde el minimalismo al estilo del stand-up
comedy de Chávez hasta la elaborada escenografía y la duplicación de actores de
Vázquez. El mes pasado, estuvo en cartelera en el Club de Teatro de Lima una
nueva versión, a cargo del director Fito Bustamante, que acaso podría ubicarse,
de acuerdo a su particular concepto y estética, en medio de las puestas citadas
anteriormente, pero sin perder la fuerza dramática que el autor propuso.
Bustamante, quien ya había dirigido un par
de puestas de interés, como Tiernísimo Animal/La Luz de la Lluvia (2015) o ¿Qué tiene Miguel? (2017), respeta y aprovecha al máximo el texto de De María,
incluidas sus acotaciones. Desesperanza, violencia, frustración y situaciones
extremas planean a lo largo de todo el montaje del director, uno que se pliega a
la indicación del autor de contar solo con dos actores (Maryfe Asparria y José
Gómez Ferguson), pero en el que ambos interactúan de cierta manera el uno con
el otro durante los monólogos, para otorgar continuidad hacia el final. La sencilla
propuesta escenográfica suma al montaje para darle fluidez, contando con
elementos identificables para cada uno de los cuadros, los cuales incluyen “testimonios”
de raptos extraterrestres, invasiones domésticas, asesinatos con insospechados
grados de crueldad y peligrosos traumas que podrían desencadenar tragedias, así
como varios momentos de humor que no entorpecen sino que enriquecen la puesta.
Las actuaciones son lo suficientemente convincentes
y honestas para hacernos cómplices de los particulares dramas de los
personajes. Asparria ejecuta en escena con fuerza y versatilidad, especialmente
en el monólogo del inicio; mientras que Gómez Ferguson demuestra sus enormes
avances, desde su vital papel de apoyo en La ola (2016), consiguiendo equilibrio
entre el sentido drama y la cómica desfachatez de sus escenas. Con la producción
general de ZipZapBoing, Bustamante no defraudó con su visión de Dos para el camino, obra compuesta por una secuencia de crueles y oscuras historias con personajes que buscan
redimirse como sea ante la adversidad, respetando el clásico original de De
María en una puesta en escena sencilla pero sobrecogedora.
Sergio Velarde
12 de octubre de 2019
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