Un zoológico limeño en clave vintage
Tennesse Williams estrenó en 1944 El zoológico de cristal
(The Glass Menagerie), una de sus obras maestras y que ya se cuenta como uno de
los clásicos de la dramaturgia universal. La trama es bien conocida: una íntima
pero feroz mirada al núcleo familiar, con fuertes tintes autobiográficos,
ubicada al sur de los Estados Unidos en los años 30. La madre, Amanda, castrante
y manipuladora, fue abandonada por el marido y ahora le toca convivir con sus
dos hijos: Laura, tímida y con un impedimento físico, colecciona animalitos de
cristal; y Tom, contador con aspiraciones de escritor, es el encargado de
narrar la historia. Justamente, uno de sus compañeros de trabajo, Jim, visita
la casa y queda prendado de la muchacha. La última representación formal de El zoológico de cristal en nuestra capital fue dirigida por Joaquín Vargas en el
2017; mientras que la adaptación a nuestra realidad peruana, por Henry
Sotomayor en el 2010, rebautizada como El eterno resplandor de un cristal. Pues
bien, una nueva versión viene siendo presentada en la Casa Recurso de Barranco
titulada Rebobina’94, escrita por Claudia Ruiz y Alejandra Núñez, dirigida por
la primera y coprotagonizada por la segunda, que le rinde un muy digno homenaje
al destacado dramaturgo estadounidense.
Ruiz y Núñez realizan una apreciable revisión y
actualización del clásico de Williams en nuestra Lima en plena década de los
noventas, adaptando los personajes y sus respectivas motivaciones. El ingenioso
título de la puesta viene de la función de “rewind” (rebobinar) de los VHS, un aparato
que se encuentra en la sala de la casa y que le sirve a la enfermiza Laura de
Núñez para seguir su pasión por lo comerciales. Mientras tanto, el Tom de Daniel
Lanfranco, a quien vimos en Moonchildren (2017), resulta conmovedor y convincente,
agobiado por la carga familiar, por su frustración en su trabajo y sus infructuosos
deseos de ser escritor. La presencia del Jim de Nicolás Valdés en una velada
familiar pone en jaque a ambos hermanos y es el disparador del drama. Acaso la
Amanda que interpreta Janet Medina resulte ser la verdadera sorpresa, ya que la
manipulación que ejerce hacia sus hijos es bastante sutil y la actriz le
imprime una oportuna dosis de humor a su personaje.
El espacio de la muy íntima Casa Recurso es aprovechado al
máximo por Ruiz, logrando con los elementos justos transportar al público a
1994 y hacer creíble la historia. La dirección de actores también se luce,
especialmente en Lanfranco y Medina, trabajando la interiorización y contención
de las emociones. Acaso la propuesta de Ruiz y Núñez no pretende ser una suerte
de documental de la vida de la clase media en la década de los noventas, pero
sí que aprovecha su particular coyuntura para ofrecernos una lacónica mirada
hacia un pasado relativamente cercano que dejó huella en una determinada
generación, que así como sus personajes, buscaba un lugar para poder realizarse
personal y profesionalmente. Rebobina’94 es una feliz adaptación del clásico de
Williams, en clave vintage y a la limeña, con sentidas actuaciones y una nostálgica
mirada hacia un modo de vida que (para bien o para mal) ya no volverá.
Sergio Velarde
27 de octubre de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario