domingo, 15 de junio de 2025

Crítica: LEGALMENTE RUBIA


Legalmente acertada

Han pasado 24 años desde que Legally Blonde impactó en los cines, con la actuación de Reese Witherspoon como Elle Woods; y 18 años desde que se estrenara la versión para teatro musical. Desde entonces, cada reposición en Broadway ha sido recibida con mucho entusiasmo. En el Perú, Legalmente Rubia se presenta por primera vez como una gran producción.

El mensaje de esta obra es de un feminismo elemental. Como un encuentro de Barbie con Gloria Steinem, sin conocer a Simone de Beauvoir. Elle Woods es una heroína rosa, pero heroína al fin. Décadas después de las valientes sufragistas y años antes de movimientos como #NiUnaMenos, no la imaginamos con una pañoleta verde en una marcha por el aborto libre y seguro ni denunciando feminicidios. Su valor está en el empoderamiento de la mujer y el rompimiento de las cadenas de una cultura machista, aunque sin dejar de ser la chica sexy. En ese empoderamiento, la sororidad aporta fuerza y es la clave para que no caiga y que finalmente el éxito no sea individual.

Los personajes bien creados y la imaginación en el texto le dan solidez dramática a la obra. Luego, la atención y alegría del público durante más de dos horas confirma su excelente estructura musical. Esta versión respeta el guion original y además le añade pinceladas de humor que la hacen más divertida.

La dirección está a cargo de Henry Gumendi y la producción por Kevin Rivera, equipo a cargo de ARTÍSTICA. Reúne a un conjunto de actrices y actores con experiencia en teatro musical, por lo que el primer punto a destacar es el acertado casting, encabezado por Stephany Iriarte, en el papel de Woods, que aporta su experiencia en obras como Shrek y La Mariscala. A ella la acompaña un talentoso elenco nacional e internacional que incluye a Nacho Di Marco (Warner Huntington III, el novio de Elle al comienzo) y Pablo Heredia (Emmet Forrest, el amigo fiel), ambos actores argentinos radicados en el Perú; Homero Cristalli (el rudo y mañoso profesor Callahan); Ana Paula Delgado (Vivian Kensington, la novia de Warner); Bertha Bohórquez (su mejor amiga, Paulette Buonufonte); Tati Alcántara (la profesora de fitness Brooke Wyndham); además del bien afiatado equipo de las “Delta Nu” y un ensamble de bailarines que se desplazan con perfecto dominio del espacio (mérito del director coreográfico, Pablo del Águila). No puedo dejar de mencionar a “Cristal” y “Gabito”, los perritos de Elle y Paulette, respectivamente.

Para que un musical suene bien, tiene que contar con buenas voces. Iriarte le da el tono romántico a Woods. Destacan, por su potencia, las voces de Delgado, con sus increíbles agudos y Bohórquez. Di Marco supera el único tramo en el que debe cantar, al inicio, pero sostiene a su personaje con una buena actuación. Detrás de ellos está la dirección musical de Adriana Timoteo, para quien Legalmente Rubia no es desconocida porque asistió a la dirección musical de una versión de menor producción, pero con orquesta en vivo, el 2019, del taller Maravéllos. Precisamente esa es la única observación importante. Los mejores equipos de sonido no alcanzan para reemplazar la música en vivo. En algunos pasajes se nota el par de segundos de demora para subirse a la pista, pero no desmerecen ninguna escena. La solvencia en el manejo técnico del sonido permite un buen show.

Es una puesta ágil, muy respetuosa del texto y las pautas coreográficas, a las que se suma el entusiasmo del elenco, que contagia al público con su alegría, pero también con su esmero profesional.

David Cárdenas (Pepedavid)

15 de junio de 2025

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