domingo, 11 de agosto de 2024

Crítica: DOLORES O LA FELICIDAD


Odisea contemporánea
 

La Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) estrenó el montaje de los estudiantes de 8vo Ciclo 2024-1, quienes a puertas de egresar como actores profesionales, asumen este reto teatral bajo la dirección de Alberto Isola, que junto a Mario Gaviria en la asistencia conducen Dolores o la Felicidad, singular puesta en escena, que se presenta en el Teatro del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico.

Escrita por el dramaturgo mexicano David Olguín, la trama plantea la eterna incógnita que encierra la búsqueda de la felicidad, encarnada en Lola, una mujer que atraviesa distintos escenarios que la sociedad ofrece para alcanzar la plenitud; acompañada por un ángel guardián, cuyo pacto con las tres Parcas -peculiares seres que parecen emerger de una tragicomedia griega- no les permite cortar el hilo del cual pende la vida de la muchacha; a cambio, ellas también desean conocer la felicidad, determinando un tiempo para tal objetivo, de lo contrario, el final será inevitable. Sin duda, la narrativa de Olguín nos presenta un universo que combina la sátira del teatro griego y las convenciones de la actualidad, representadas en la familia, el poder, la fama, el dinero, la sexualidad, las drogas, la espiritualidad, la fe, entre otros paradigmas que, en este caso, no llevan a la protagonista a alcanzar la plenitud.          

El elenco conformado por Alessandra Ramirez, Benjamin Barrios, Daniel Tovar, Diana Cornetero, Edith Quiroz, Fernando Mena, Gabriela Artieda, Joyce Fernández, Luana Rodríguez, Lucero Calderón, Mayeli Palomares, Melissa Tolentino, Miranda Arenas, Nicole Nalvarte y Winona Soto ejecuta la duplicidad de roles y la construcción de los personajes secundarios con aplomo y soltura, transmitiendo al espectador la comodidad de habitar dichas construcciones, otorgándoles especificidad y detalle.

Respecto a la composición escénica, es claro que estamos frente a una estructura separada del naturalismo teatral; más bien, entramos en una convención que nos ofrece una perspectiva acerca del sentido de la vida frente a la muerte, ello en medio la crisis existencial de su protagonista, que transita entre el mundo moderno y los designios de la antigüedad griega. De modo tal que los vestuarios, la música, el juego de luces, los efectos de sonido, el soporte tecnológico y la utilería funcional en escena logran recrear una atmósfera coherente y dinámica, aun con toda la información que se desarrolla a lo largo de los noventa minutos de obra.

Dolores o la Felicidad es una animosa odisea contemporánea, que lejos de responder la interrogante acerca de dónde estará la felicidad, nos permite descubrir que tal vez la clave está en vivir el presente con sus alegrías y vaivenes, dejando de ansiar lo desconocido. 

Maria Cristina Mory Cárdenas

11 de agosto de 2024

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