viernes, 27 de agosto de 2021

Crítica: DE CUANDO EL FLACO MARTÍNEZ SE FUE AL CIELO SIN DECIRLE ADIÓS A SU CHIBOLO


Periferia violenta e informal

Pocas veces se ha explorado en escena, con tanta garra y pasión, la cruda y dura realidad que se vive en los conos de nuestra problemática capital. Puestas como De cuando el Flaco Martínez se fue al cielo sin decirle adiós a su chibolo, proyecto ganador de los Estímulos Económicos para la Cultura 2020, se hacen necesarias para ver en su real dimensión, de manera estilizada pero contundente, todo aquel mundo marginal que para muchos (demasiados) limeños les es extraño o peor aun, despreciable. Porque la mayor fortaleza de este espectáculo grabado en un escenario teatral, con idea original y dirección de Rosa Victoria Chauca y escrito por Mario Zanatta, es la de rescatar la humanidad de aquellas personas que viven en medio del caos, la violencia y la informalidad.

Inspirada en El anillo del Capitán Beto de Spinetta, la historia nos presenta a un conductor de combi y su cobrador, el Flaco Martínez (Javier Quiroz) y el Bryan (Brian Cano), respectivamente, quienes se encuentran en una especie de limbo luego de un accidente de tránsito. Ambos recorren, dentro de este vehículo simbólico, siete paraderos desde Los Olivos hasta Santa Anita, mientras reflexionan sobre las vidas que les tocó vivir, en medio del machismo, la injusticia, la miseria y la violencia del día a día. Abrumadora y brutal, esta “carrerita” nos permite visibilizar al enorme número de peruanos que se las debe ingeniar para sobrevivir en una sociedad injusta e inmisericorde por donde se le mire, gracias a las desgarradoras confesiones del Flaco Martínez y las complejidades escondidas dentro de la lógica tan básica y agresiva de El Bryan.

Chauca y Zanatta ofrecen un sólido espectáculo virtual utilizando hábilmente la teatralidad que les permite el escenario, la escenografía llamativa y reciclada, y la música en vivo compuesta por Domingo Arana, que enriquece las secuencias. Incluso asistimos a la escenificación de una fiesta chicha, en donde el alcohol va revelando las verdaderas personalidades de la pareja protagonista. Por su parte, Quiroz y Cano se confirman como excelentes intérpretes, humanizando a unos personajes tan cargados de prejuicios y resentimientos. De cuando el Flaco Martínez se fue al cielo sin decirle adiós a su chibolo, proyecto producido por Casa Cultural Colibrí, asume el difícil reto de retratar a una sociedad caótica y cruel, pero además nos muestra la sensibilidad que existe dentro de estos personajes marginales. Una de las mejores puestas virtuales en lo que va del año.

Sergio Velarde

27 de agosto de 2021 

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