lunes, 2 de agosto de 2021

Crítica: ROSAURA Y LOS NUEVE MONSTRUOS


Buscando refugio

En el libro Poemas Humanos’ de César Vallejo, publicado póstumamente el año 1939, está incluido el poema Los Nueve Monstruos, el cual fue escrito dos años antes, siendo los temas principales el dolor, la impotencia por el sufrimiento ajeno y la degradación del ser humano ante la injusticia y la desigualdad social en Europa. Rosaura y los nueve monstruos está basada en esta lectura y la encargada de hacernos disfrutar de esta corta pero potente historia bajo su dramaturgia y dirección fue Vanessa Vizcarra.

Con la actuación de Wendy Vásquez y bajo la dirección de fotografía de Emiliano Sifuentes, fue grabada en distintos espacios del Centro Cultural PUCP y nos hacen vivir durante veinte minutos aproximados una experiencia extraordinaria, que nos atrapó desde el inicio, cuando vemos a Rosaura mirar con nostalgia toda la ciudad. Desde aquella primera frase “Recordando a los que estuvieron aquí y ahora nos acompañan desde otro plano” nos hace pensar y reflexionar acerca de la angustia y desconsuelo que hemos pasado en algún momento, mucho más en estos tiempos donde todos hemos sentido un gran dolor, ya sea por la pérdida de un ser querido, por una guerra o por alguna enfermedad que nos aqueja.

Un trabajo creativo, muy bien contado, con una historia que pareciera que Vallejo hubiera escrito estos versos pensando precisamente en estos tiempos, donde como se dijo, tal vez muchos hemos vivido la perdida y el duelo en carne viva y nos encontramos atravesando un proceso de duelo y no precisamente personal. Se podría decir que es un duelo colectivo y tal como el personaje de Rosaura, quien parece buscar un refugio al ingresar al centro cultural, nosotros buscamos ya sea en el arte u otras actividades lidiar con este sufrimiento.

Definitivamente, la actuación de Vásquez fue impecable, nos hizo vibrar con cada palabra, cada gesto, cada movimiento; notándose en ella como todo lo que iba narrando mientras recorría los distintos lugares del centro cultural, le salía de las entrañas con total naturalidad. Un trabajo bien construido, detalle a detalle, notándose a lo largo de este recorrido la buena dirección que hubo para ofrecernos un producto completo.

Por otro lado, es mérito reconocer el trabajo del camarógrafo, quien acompañó como un escudero a Rosaura en este recorrido, donde a pesar de ver los espacios vacíos, algo latía dentro de ella y también de nosotros, espacios que fueron usados y ambientados de manera adecuada, sumado a ello la iluminación, imágenes sugerentes y los distintos sonidos que utilizaron, fueron los que terminaron por completar esta interesante obra.

Milagros Guevara

2 de agosto de 2021

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