Periferia violenta e informal
Pocas veces se ha explorado en escena, con
tanta garra y pasión, la cruda y dura realidad que se vive en los conos de
nuestra problemática capital. Puestas como De
cuando el Flaco Martínez se fue al cielo sin decirle adiós a su chibolo, proyecto
ganador de los Estímulos Económicos para la Cultura 2020, se hacen necesarias
para ver en su real dimensión, de manera estilizada pero contundente, todo
aquel mundo marginal que para muchos (demasiados) limeños les es extraño o peor
aun, despreciable. Porque la mayor fortaleza de este espectáculo grabado en un
escenario teatral, con idea original y dirección de Rosa Victoria Chauca y escrito
por Mario Zanatta, es la de rescatar la humanidad de aquellas personas que
viven en medio del caos, la violencia y la informalidad.
Inspirada en El anillo del Capitán Beto de Spinetta, la historia nos
presenta a un conductor de combi y su cobrador, el Flaco Martínez (Javier
Quiroz) y el Bryan (Brian Cano), respectivamente, quienes se encuentran en una
especie de limbo luego de un accidente de tránsito. Ambos recorren, dentro de
este vehículo simbólico, siete paraderos desde Los Olivos hasta Santa Anita,
mientras reflexionan sobre las vidas que les tocó vivir, en medio del machismo,
la injusticia, la miseria y la violencia del día a día. Abrumadora y brutal,
esta “carrerita” nos permite visibilizar al enorme número de peruanos que se
las debe ingeniar para sobrevivir en una sociedad injusta e inmisericorde por
donde se le mire, gracias a las desgarradoras confesiones del Flaco Martínez y
las complejidades escondidas dentro de la lógica tan básica y agresiva de El
Bryan.
Chauca y Zanatta ofrecen un sólido espectáculo
virtual utilizando hábilmente la teatralidad que les permite el escenario, la
escenografía llamativa y reciclada, y la música en vivo compuesta por Domingo
Arana, que enriquece las secuencias. Incluso asistimos a la escenificación de
una fiesta chicha, en donde el alcohol va revelando las verdaderas
personalidades de la pareja protagonista. Por su parte, Quiroz y Cano se
confirman como excelentes intérpretes, humanizando a unos personajes tan
cargados de prejuicios y resentimientos. De
cuando el Flaco Martínez se fue al cielo sin decirle adiós a su chibolo, proyecto
producido por Casa
Cultural Colibrí, asume el difícil reto de retratar a una sociedad caótica y
cruel, pero además nos muestra la sensibilidad que existe dentro de estos personajes
marginales. Una de las mejores puestas virtuales en lo que va del año.
Sergio Velarde
27 de agosto de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario