viernes, 4 de diciembre de 2020

Colaboración regional: MÁS RECUERDOS FELICES QUE MONEDAS EN EL BOLSILLO


Hasta que se rompa el alma de corcho

Sabemos que el teatro no es un lugar para hacernos de fortuna ni para cuñar grandes riquezas, es más, parece ser que al final de la vida de un teatrero quedan más recuerdos felices que monedas en el bolsillo.

La mayoría de producciones son austeras y sirven, en el mejor de los casos, para pagar el alquiler y llenar de alguna manera la olla. Parece ser que la actividad teatral es una que se gana día tras día con el sudor cotidiano de cada función, de cada taller, de cada clase dictada; no estamos lejanos a la realidad de los compañeros taxistas o de los comerciantes y pescadores que deben renovar su empuje cada que sale el sol.

Parece ser que la vorágine natural de nuestro quehacer nos impide detenernos a pensar en el mañana, pero el tiempo, mis amigos, es un enemigo que no se puede vencer y que avanza constantemente para todos. El ahorro es casi nulo, con el ingreso ajustado que se tiene es casi imposible pensar en guardar para las necesidades del mañana cuando las de hoy aún no están atendidas.

La enfermedad es algo que no se nos permite. “La función debe continuar”: parece ser que mientras las fuerzas nos acompañan hacemos de este lema una ley inquebrantable, que hacemos una coraza ante la adversidad, un alma de corcho como dice mi maestro.

Innumerables son las historias de los actores que han salido a escena cargando la pena de un luto avisado minutos antes de que se prendan las candilejas, o disimulando la tos de una enfermedad acompañada de una bebida caliente al costado del escenario; vaya que lo sabemos y vaya que lo hemos vivido. Parece ser que el estoicismo es parte de nuestra profesión (parte bastante importante del Perú en realidad), porque en un medio como el peruano, en el que nos cuesta tanto llevar gente a nuestras butacas, en el que sobrevivimos a pesar del Estado que sin un plan cultural claro posee la mayoría de recintos teatrales y por los cuales cobra sumas impagables, en el que no podemos acceder a un seguro social por realizar actividades no empresariales, ¿qué es lo que nos espera cuando viejos?

¿Qué va a suceder cuando el cuero propio ya no alcance para hacer más correas? Y cuando las piernas ya no estén fuertes, cansadas por los años a cuestas y no puedan sostenerse como antes en las tablas, bajo las luces, ganándose el sustento diario ¿qué nos espera entonces? O cuando la enfermada o quizás una simple infección nos ataque, ¿a dónde hemos de recurrir? ¿Qué sucede con las personas que le han dedicado su vida única y exclusivamente a esto y que en el ocaso de su existencia ya no puedan seguirse ganando los reales día a día? ¿Qué sucederá con nuestros ancianos, con nuestros sabios del sector? Es más… ¿Qué sucede ahora mismo con nuestros colegas mayores de edad?

Esto es realmente preocupante. Nuestros colegas que debieran estar descansando plácidamente en sus hogares, protegidos con algún seguro y alimentados por alguna pensión en virtud de sus largos años en las tarimas, se encuentran, por el contrario, olvidados; sin reconocimiento a su labor, sin atención a su salud y sin una pensión digna. Los artistas no nos alimentamos de aplausos, ni nos curamos con elogios.

No todos en nuestro arte dobletean su labor entre el teatro y una actividad secundaria que les brinde estabilidad, no. Están aquellos que solo han tenido tiempo en la vida para hacer teatro, a esos mismos que admiramos hoy por su fuerza mañana los vamos a ver viejos también; y nosotros mismos iremos perdiendo los ímpetus, iremos acumulando cansancio, iremos apagándonos a la sombra y en el anonimato, al descuido de un sistema al que no le importamos lo suficiente como para reconocer nuestra actividad como digna de cuidado. Todo indica que estamos obligados a brindar funciones hasta que el cuerpo aguante, forzosos pasar la gorra hasta el último aliento para comer, hasta que se rompa el alma de corcho.

Mauricio Rodríguez-Camargo

Arequipa, 4 de diciembre de 2020

1 comentario:

Unknown dijo...

Encontrar un fórmula para resolver el futuro del artista en general.