Boys don’t cry
“I tried to laugh about it
Cover it all up with lies
I tried to laugh about it
Hiding the tears in my eyes
'Cause boys don't cry
Boys don't cry.”
Boys don’t cry, The Cure
En el marco de su proyecto
“El arte nos sostiene”, la agrupación Taripay Pacha llevó en octubre al
escenario virtual Palabra de hombre,
obra teatral escrita por Carlos Arata durante el período de cuarentena y que
contó con el aporte conjunto de artistas nacionales e internacionales. La
dirección estuvo a cargo de Diego López y las actuaciones a cargo del
salvadoreño Sergio Cortez, el colombiano Daniel Díaza y los peruanos Sergio
Arias y el mismo Arata.
A través de tres historias
interpretadas en monólogos, Palabra de
hombre traspasa las murallas emocionales del hombre -del varón- arquetípico
para mostrarnos sin reservas el corazón del hombre real, ese que se permite
exhibir la vastedad (y la fragilidad) de su mundo interno. Y qué mejor escenario para exhibir el corazón del hombre -aquí sí
podemos englobar a toda la especie- que el del amor. O más bien, el de los
amores, ya que cada historia de esta obra nos habla de uno distinto: el
romántico, el fraternal y el filial.
La dramaturgia de Arata
es bastante accesible. Cada historia es lo
suficientemente clara como para permitir al espectador identificarse, en mayor
o menor medida, con la situación que cada una plantea. Es interesante la
inclusión de un bardo o juglar a manera de bisagra entre historias, así como al
inicio y al final de la obra. La ejecución del mismo dramaturgo en ese rol fue
pertinente y bien llevada durante el desarrollo de la obra. Su propuesta fue
expansiva y recitada, lo cual es perfectamente entendible y acertado para un
juglar. En cuanto al resto de actuaciones, los estilos de interpretación,
distintos entre sí, no favorecen del todo al sentido de unidad que debería
tener este montaje. Por el contrario, son un elemento distractor. El caso más evidente es el de Cortez: el vídeo de
presentación de Vicente, su personaje, en la página de Facebook de Taripay
Pacha, nos muestra un hombre meditando sobre una pelota de pilates, lo cual
transmite una idea de reflexión sosegada. Sin embargo, su interpretación
muestra tal nivel de exageración que, al rayar en la estridencia, nos distrae
de la historia de amistad que este personaje está tratando de contarnos. El colmo es el uso de la pelota de pilates como un juguete en
escena. El trabajo de Arias, aunque
también con visos de exageración, en general es correcto en su ejecución. La historia de Sergh, el YouTuber que interpreta, llega al
espectador de forma más prolija. Sin embargo, no vemos a Arias tan cómodo en su
personaje. Hay una ligera tendencia a impostar el entusiasmo del YouTuber que
no termina de convencernos. La
interpretación más lograda y creíble fue la de Díaza, pues su personaje Camilo,
un padre primerizo, está dotado de tal verdad y honestidad que resulta gratamente
conmovedor. Dentro de lo complejo que debe haberle resultado a López dirigir
este montaje, quizás sea la historia de Camilo la que refleja de mejor manera
lo que quiso entregarnos en su propuesta.
Palabra de hombre es un interesante proyecto artístico de colaboración internacional que da relevancia a una realidad que quizás nos parezca evidente en algunos círculos (sobre todo artísticos), pero que es asumida como un signo de debilidad en otros más generales a nivel social. El sambenito de “los hombres aguantan, los hombres no lloran” no solo transmite una idea de falsa valentía - una cosa es tener coraje para sobreponerse al miedo o al dolor, y otra es negar su existencia- sino que merman aún más la ya precaria salud mental de algunas sociedades latinoamericanas. Por ello, la importancia de su mensaje merece un mayor nivel de verdad en su transmisión. Esto es vital para asegurar que el público de a pie, a quien esta obra está dirigida, logre identificarse a plenitud.
David Huamán
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