Las puertas del deseo
“Uno no sabe en qué momento ni por qué, si por obra del azar o por designios del destino, el deseo despierta y abre puertas que tal vez nunca más se puedan cerrar, puertas hasta entonces ignoradas, misteriosamente tapiadas, por el olvido, el miedo, o ambos.” Romina, de Fortunata Barrios.
En Vivo Producciones 20
20 es una agrupación que, como muchas otras en nuestro medio, ha surgido a raíz
de la crisis sanitaria y posterior confinamiento, buscando alternativas de
difusión escénica a través de la virtualidad. Liderada por Jefferson Cornejo y
Andrea Vanesa, esta agrupación no escatimó en entusiasmo o en riesgos al llevar
a la pantalla Justicia Líquida, su
primer montaje. Este texto, de autoría de Desly Angulo, ya ha tenido una
versión auditiva bajo el título de Justicias
Líquidas en el ciclo de relatos eróticos denominado Erotiqué (puede leer la
crítica aquí). La versión que nos
compete en estas líneas estuvo a cargo de Cornejo y Vanesa en la producción y
dirección, de Michi Vallejos en la dirección de movimiento (o simulaciones) y
de Ilda Polo y Christian Mora en la actuación.
La historia de Angulo es
particular: Ulises, un escritor, llega a la casa de un amigo en busca de
tranquilidad para escribir, y sin esperarlo encuentra a Sofía, una mujer cautivadora
(hermana del amigo) que no solo lo atrae poderosamente, sino que desatará a los
personajes que Ulises ha creado, llevándolos hasta límites no tan
insospechados. Así, no sólo asistimos a la historia del
encuentro de Ulises y Sofía, sino también a la de los personajes de Ulises, liberados
de las riendas de su autor, a través de lo que la sinopsis de la obra denomina
como “seis simulaciones y una explosión final”.
Así, ambas historias se confunden por
momentos, y la realidad con la ficción se funden en un abrasador juego erótico.
Este texto está lleno de imágenes tan poéticas como encendidas, y despliega el
erotismo de su historia con sutileza y buen gusto. Enhorabuena por Desly
Angulo.
Como se dijo en un
inicio, este montaje no ha escatimado en riesgos. Ello
queda claro en dos factores fundamentales para entender su mérito: el trabajo
audiovisual y el trabajo corporal de los actores. Este montaje cuenta con cinco
cámaras en vivo con cambios de iluminación, que permiten al espectador
distinguir claramente cada momento de la obra, brindando perspectivas distintas
a cada uno. El mérito es doble, teniendo en cuenta que son los mismos actores
quienes deben encargarse también de manejar las cámaras en cada cambio de
escena. En cuanto al trabajo corporal, quizás sea esta componente la de mayor
calidad en todo el montaje. El
trabajo de Michi Vallejos, en la dirección de las llamadas simulaciones, es tan
notable como el de Ilda Polo y Christian Mora en su ejecución. La dramaturgia poética de Angulo discurre en una voz en off,
mientras vemos a Polo y a Mora ejecutar múltiples coreografías de regular
complejidad. Así, la historia transcurre en sus cuerpos. Es una experiencia de
particular disfrute, que por momentos nos hace olvidar lo insípido que puede
resultar el escenario virtual.
Quizás el punto bajo de
este montaje sea la componente actoral. El trabajo de Polo y Mora parece estar
basado en estereotipos: el escritor exhibe una timidez obvia, casi en código de
farsa. Lo mismo sucede con la mujer sensual de Polo, que no parece saber que
hay mil y un formas de seducir. Si ya resulta más que
“conveniente” que en medio de la sala del amigo de Ulises haya un tubo de pole
dance en donde Sofía (vestida con lencería roja) está ensayando una rutina de
baile, el juego de la bata que se abre, se cierra y se cae, así como las poses
sugerentes y el tono de voz cadencioso no son especialmente novedosos. Así, la
escena inicial es un cliché del binomio erótico del tipo tímido avasallado por
la femme fatale. Nos llama la atención que los directores de este montaje hayan
planteado esta relación en esos términos. Ambos personajes parecen adquirir
algo de realidad en la última escena, cuando ambos ya están relajados y las
barreras han caído. Por fin parecen personas normales (y felices) que se
conducen con naturalidad.
En suma, los múltiples
méritos de esta versión de Justicia
Líquida son evidentes y destacables, y no sufren merma por las falencias
descritas líneas arriba. Esperamos, pues, que En Vivo
Producciones 20 20, o sus promotores, nos ofrezcan más montajes como este el
próximo año. Creemos firmemente que su trabajo dedicado ha abierto puertas que
ya no deben cerrarse y que, por el contrario, deben ser una invitación al
espectador ávido de más productos de calidad como este.
David Huamán
18 de diciembre de 2020
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