De todas las crisis históricas, la cultura y sus artes siempre han logrado reinventarse.
El arte es una energía viva que se alimenta
de lo potencialmente humano, sobre todo, de las crisis.
No puedo pretender escribir algo más importante hoy sobre el teatro y la cultura. Si hace más de 72 años seguimos hablando de lo mismo, como Antonin Artaud dijo en el prefacio de su gran obra El teatro y su doble.
“Nunca, ahora que la vida misma sucumbe, se
ha hablado tanto de civilización y cultura. Y hay un raro paralelismo entre el
hundimiento generalizado de la vida, base de la desmoralización actual, y la
preocupación por una cultura que nunca coincidió con la vida, y que en verdad
la tiraniza. Antes de seguir hablando de cultura, señalo que el mundo tiene
hambre, y no se preocupa por la cultura; y que sólo artificialmente pueden
orientarse hacia la cultura pensamientos vueltos nada más que hacia el hambre.
Defender una cultura que jamás salvó a un hombre de la preocupación de vivir
mejor y no tener hambre no me parece tan urgente como extraer de la llamada
cultura ideas de una fuerza viviente idéntica a la del hambre.
Tenemos sobre todo necesidad de vivir y de
creer en lo que nos hace vivir, y que algo nos hace vivir; y lo que brota de
nuestro propio interior misterioso no debe aparecérsenos siempre como
preocupación groseramente digestiva. Quiero decir, que si a todos nos importa
comer inmediatamente, mucho más nos importa no malgastar en la sola
preocupación de comer inmediatamente nuestra simple fuerza de tener hambre. Si
la confusión es el signo de los tiempos, yo veo en la base de esa confusión una
ruptura entre las cosas y las palabras, ideas y signos que las representan. …”
Tal como el nombre de su obra, podemos decir que la vida es el doble del teatro, y que hoy más que nunca vuelve a nosotros esta revuelta donde la vida (y la peste) sacude los cimientos más acentuados e inertes en el arte y los hace vivir. Hacer teatro es un acto total; el arte teatral es el arte del ser humano. Queramos o no, el teatro es un suceso que nació como ritual. Un ritual en el que se celebra al ser y sus dimensiones. En el que se vivencia la común unidad “la comunidad” al ser dentro de su sociedad. El acto teatral es por excelencia un acto vivo, que necesita de toda la percepción corpórea para ser vivenciado. Estas circunstancias de emergencia nos colocaron a todos los teatreros a confrontar nuestras formas, aquellas formas que estaban moribundas y no movilizaban a nuestra sociedad.
Nos preguntamos sobre el espectador, sobre
qué eventos producimos, pero sobre todo ¿cuáles son nuestras herramientas?, ¿cuál
es la esencia del evento teatral? Se dieron exploraciones, intentos,
cuestionamientos, dificultades. Y por fin podemos decir que se ha creado un híbrido
que no es teatro, pero que es una experiencia performativa y visual, que
utiliza muchas veces recursos escénicos tratando de mantener vivo lo teatral.
Han aparecido términos para referirnos a esa vivencia virtual en sociedad: tecnovivio.
Más allá de ser un año de investigación, revisión y adaptación, nos ha
permitido volver a revisar términos. Dotar de actualidad nuestras
posibilidades.
Algunos grupos optaron por esperar
investigando, otros investigar frente públicos virtuales. Seguro hay muchas
cosas por decir aún de este fenómeno “escénico virtual” Pero no podemos negar que como la peste, la
vida nos ha inundado de realidad, ha hecho morir algunas formas antiguas y nos
ha enfrentado a ella. No hay quién pueda decir que “la peste no ha llegado a mi
puerta”. Todos nos hemos visto afectados, movilizados y con ello, nuestro arte.
Estoy segura que todo el 2021 seguiremos siendo testigos de esta afectación. El
arte absorbe, se nutre de la vida y la vida, del arte. Pero la verdad, espero
con muchas ansias volver a encontrarme con cuerpos que interactúen en escena
conmigo y cuerpos que compartan la fiesta sensible que nos regala una función.
Los rituales desde siempre fueron
necesarios para ayudar a comprender etapas de la vida del ser humano. El teatro
es también un ritual importante, que nos invita a vivenciar exacerbadamente la
vida y nos regala una experiencia, la magia de dejar mi vida por un momento y
ser parte de un todo. Espero ello pueda darse pronto y podamos escuchar los
aplausos, con todas nuestras terminaciones nerviosas, y nos emocionemos tanto
como el de al lado y nos riamos contagiados de la risa chistosa de alguien de
la sala. ¡Nuestro teatro ha renacido, nunca muerto!
Kiara Castro Béjar
4 de diciembre de 2020
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