jueves, 27 de febrero de 2020

Crítica: EL ALEPH


Una obra que nos invita a reflexionar

Regresa a nuestro país un clásico de la literatura argentina, El Aleph, una obra basada en el famoso cuento del escritor Jorge Luis Borges y que es llevada a los escenarios por medio de la Compañía Teatral La Cuarta Pared (Argentina). Cuenta con la participación de los actores argentinos Horacio Rafart y Guillermo Ale, bajo la dirección de Nicolás Masciotro, también argentino.

La puesta en escena inicia con una música instrumental logrando la atención casi inmediata por parte del público. Con un escenario dividido por una silla y una alfombra, dan a notar dos espacios, donde nos contarán dos historias simultáneas: la primera, el encuentro entre Jorge Luis Borges (Ale) y Carlos Argentino Danieri (Rafart) en casa del segundo, a donde Borges acudía todos los 30 de abril buscando el recuerdo de la mujer que amaba (Beatriz Viterbo), la misma que falleció después de una agonía; la segunda, la historia de dos amigos que se encuentran en un bar donde uno de ellos llega a despedirse, después de descubrir que está enfermo y que pronto morirá.

Fue muy divertido y conmovedor ver en la primera historia a un Danieri un poco elocuente y eléctrico, con la extravagancia y locura que caracteriza a su personaje, quien en su afán por evitar que derrumben su casa, le revela a Borges su secreto, “El Aleph”, dando a entender que es algo mágico (tal vez un objeto, quizá una circunferencia) que se encuentra en un lugar, escondido en la escalera que lleva a un sótano de la casa de su niñez, desde donde se puede ver todos los puntos del universo desde distintos ángulos. En esta historia se ve reflejada la incapacidad de los seres humanos para enfrentar la realidad de la eternidad, aferrándonos a la memoria de un ser amado que ya no está entre nosotros, buscando similitudes físicas o gestuales en su hermano, para así mantener ese recuerdo vivo, luchando contra el tiempo, que según Borges ha sido cruel con él y por lo tanto, es el único culpable y es el que más lo asfixia.

Por otro lado, en la segunda historia vemos el juego de dos amigos en un bar, quienes hacen un estudio crítico del papel del Cristianismo en la concepción del hombre contemporáneo, además de calificar al amor como una estafa, asegurando que todas las personas mentimos; pero a la vez nos hacen reflexionar sobre lo corta que es la vida y que en muchas ocasiones, los seres humanos somos los causantes de nuestras propias enfermedades y la desperdiciamos; nos molestamos por cualquier tontería, sin imaginar que tenemos pocos momentos para disfrutarla como si fuera el último día de existencia y decidimos hacer cosas que nunca hicimos; aferrarnos a ella cuando estamos al borde la muerte, siendo el olvido el único recuerdo que nos quedará de esos seres a los que añoramos ver cuando ya no están.

Los temas musicales dentro de esta puesta en escena fueron muy bien elegidos, especialmente al cerrar la función, que termina con una hermosa canción “Palabras para Julia”; salvo en algún momento de la obra cuando oímos un tango, que si bien es cierto es interesante escucharlo, el sonido elevado hizo que algunas personas del público se tapasen los oídos por lo potente que sonaba, logrando que se pierdan las voces de la conversación que mantenían los dos actores argentinos en ese momento.

El Aleph consiste en dos historias con mucho contenido dramático y nos presenta diferentes interpretaciones; por otro lado, nos pone en escena el duelo, el amor secreto, el paso de la vida que transcurre insensiblemente llevándonos a reflexionar sobre la lucha interna del hombre ante el tiempo y el olvido, con esta dupla de actores argentinos, quienes se meten en los personajes del cuento; sin embargo, Rafart destacó más en la segunda historia y Ale, en la primera.

A pedido del público se extenderá temporada en el Centro Cultural Ricardo Palma.

Milagros Guevara
27 de febrero de 2020

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