Sobre la culpa y el perdón
Los últimos días de
Judas Iscariote, obra de Stephen Adly Guirgis, fue representada como parte
del reciente ciclo de Prácticas escénicas de la ENSAD (Escuela Nacional
Superior de Arte Dramático). Entre el Cielo y el Infierno existe Ciudad
Esperanza, lugar donde se desarrolla el juicio para salvar a Judas Iscariote,
el más polémico caso de traición de todos los tiempos. Durante este proceso, el
público es parte de la acción como
“testigos” del juicio. El espectador tiene la oportunidad de ver personificados
a personajes como Poncio Pilato, la Madre Teresa de Calcuta, Sigmund Freud,
incluso Satanás, todos como testigos del acto jurídico. El montaje aborda temas
como la misericordia, la libertad, el amor, el bien y el mal, todo bajo el
contexto de un juicio lleno de momentos tanto cómicos como dramáticos, incluso
trágicos.
La propuesta escénica se desarrolla en un almacén
abandonado, con instalaciones totalmente deterioradas. Gracias a la creación de
niveles dentro del espacio se pudo dar lugar a momentos de la obra ocurridos en
otro tiempo, incluso en otro lugar. El color y la disposición de la
escenografía permitían una permeabilidad espacio temporal con el apoyo de un
uso especial de la iluminación. El espacio era bastante grande, por lo que la
labor de los actores era llenarlo y complementarlo energéticamente. Sin
embargo, muchas veces la potencia de los actores se veía insuficiente dentro
del lugar, por lo que daba la impresión de una falta de energía en algunos
personajes. Esto se debe, además, a que algunos personajes responsables de
llevar el ritmo de la obra no estaban en el estado urgente que necesita un
juicio como este. Los personajes de los abogados eran los encargados de llevar
la acción; si bien consiguieron diferenciar momentos claves de la obra, por
momentos “soltaban” el personaje, quitándole fuerza trascendental a ciertas
escenas. Estuvieron presentes algunas deficiencias técnicas en los actores,
como la falta de dicción y concentración. Personajes como el juez tuvieron un
desempeño que hubiese podido ser más explotado si había un mejor manejo técnico
del texto. Cabe resaltar el trabajo de los personajes de Judas y Satanás,
quienes destacaron por evidenciar un trabajo lleno de detalles interesantes al
ojo del espectador.
Toda la propuesta escénica engloba una construcción de
estereotipos actuales de la sociedad,
con una personalización a detalle de cada participante de esta historia. El
hecho de incluir al público en el juicio fue una decisión acertada, pues vuelve
al espectador un agente activo dentro de la representación. Es interesante
discutir temas como el perdón, la esperanza o el amor en épocas tan radicales
como la nuestra, donde cada vez hay menos espacios para la reflexión. Son
precisamente artes como el teatro el que debe dar lugar a momentos activos de
pensamiento y estímulo sensible al público, de modo que estos puedan salir con
preguntas por resolver luego de ver una puesta en escena.
Stefany Olivos
8 de febrero de 2020
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