La magia de lo diferente
Hace algún tiempo conversaba con un grupo
de actores jóvenes sobre el aporte e intencionalidad que ofrece el actor a una
pieza teatral, pues cada uno es único y diferente en su ejecución. Por ejemplo,
a pesar de haberse representado muchas veces a nivel mundial en los mejores
teatros y en las salas más íntimas, jamás veremos la misma “Romeo y Julieta”.
El poder de una obra teatral no solo está en el texto, sin desmerecer este, sino
también en la capacidad trasformadora del director y en la creación y
creatividad de los actores. En su capacidad de ayudarnos a descubrir el valor
de un personaje más allá de sus múltiples representaciones.
Los freak
show o circo de los horrores eran macabros espectáculos que se realizaban
en Europa y Latinoamérica hasta fines del siglo XIX. El espectáculo, a
diferencia de los circos de animales, consistía en mostrar “abominaciones”
tales como la mujer barbuda, los siameses, hombres deformes, etc. Las historias
de sufrimiento que había detrás de cada personaje quedaban alejadas del público
y este solo se concentraba en el aspecto físico. El dramaturgo argentino Martín
Giner usa esta realidad para crear una de sus piezas teatrales más celebradas,
“Freakshow”, una comedia que raya en lo absurdo, pero que esconde una pregunta
importante y que también se convierte en una crítica: ¿Que tan gracioso es de
lo que tanto nos reímos? ¿Es una risa o una burla de los demás y de nosotros
mismo?
Esta obra, junto con “Terapia”, son las más
representadas del autor a nivel internacional con diversos matices, con lo cual
es un gran reto llevarlas a escena.
El pasado 21 de marzo se estrenó en Piura “Freakshow”,
a cargo del grupo Pares Teatro bajo la dirección de Arnaldo Quitana, quien
además interpretó al tierno y tonto Cecilio Cornamaneja, y con las actuaciones
de Stefany Cienfuegos como Josefina y Edenilson
Roman como el Presentador.
La puesta en escena muestra un sólido
crecimiento respecto al anterior trabajo del grupo con la obra “Terapia”. La
distribución de espacio estuvo bien planteada, aunque se debió considerar el
uso de menos elementos que por momentos distraían la atención del público. El
sonido y las luces, así como la ambientación (letrero de circo, payasos y
contorsionistas de teloneros) demostraron una importante preocupación por los
detalles que pocas veces se ha visto en puestas anteriores en Piura, aun cuando
no se trataba de una pequeña sala sino de un auditorio. He aquí que se puede
observar la buena producción del grupo.
La obra inicia con un monologo del
Presentador respecto a los “Horrores” y a una extraña maldición que afecta a
una familia por generaciones. Esta maldición dicta que cuando uno de los
integrantes varones se enamora, sufre de delirios que los llevan a creer que
son superhéroes y mueren en su intento de hacer cosas imposibles. El peso
escénico de Edenilson Román, en este personaje, aportó en el monólogo inicial
una dosis siniestra y grandilocuente que lamentablemente no se sostuvo durante
la obra y que hubiera sido interesante ver; sin embargo, su forma de empatizar
con el público suplió en parte esta ausencia.
Josefina en esta obra es un personaje
discordante, parece vivir en un mundo alterno de perfección y belleza creadas a
su antojo por el Presentador al estilo de una marioneta. Stefany Cienfuegos
aportó simpatía y dulzura al personaje, pero aún es necesaria una mayor fuerza interpretativa
y superar detalles como la dicción y el movimiento.
Mención aparte merece Arnaldo Quintana en
la dirección y el protagónico. En cuanto al papel de Cecilio, es muy complicado
interpretar el personaje de un tonto, sin que sea repetitivo y cliché, y
Arnaldo lo logró muy bien, hizo un personaje entrañable y con el peso
interpretativo correcto sin tornarse aburrido. En cuanto a la dirección, es
bueno recordar que menos siempre es más y esto se vio bien reflejado en la
puesta, que contaba con buen ritmo, buena línea dramática, interesante ruptura
de la cuarta pared, buena química entre los actores. Solo se hizo necesario una
marcación mayor en los cambios de espacio y en las repeticiones de la escena.
Hacer una obra compleja en el manejo de las
emociones, como “Freakshow”, es muy complicado y es un riesgo que merece ser
aplaudido y felicitado. Eso nos lleva a pensar que estamos creciendo y que
seguimos por muy buen camino teatralmente. Pares teatro es un buen ejemplo de cómo
la creatividad, los detalles y el esfuerzo generan un buen producto teatral.
Katiuska Granda
Piura, 30 de abril de 2018
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