lunes, 19 de marzo de 2018

Crítica: UNA VERSIÓN CLOWN DE ROMEO Y JULIETA


Una relectura de Shakespeare

Un clásico de Shakespeare llegó a los escenarios limeños bajo mirada fresca y divertida: Una versión clown de Romeo y Julieta, una adaptación de la historia de los amantes de Verona, dirigida por la directora argentina Laura Silva y con un elenco de seis actores, improvisadores y clowns, Valeria Escandón, Daniel Cano, Luciana Arispe, Giuliana León, Renato Pantigozo y Dusan Fung. Lo único que se respeta del imaginario shakesperiano es la distribución escenográfica, con el público frente a los actores y a su derecha e izquierda, como era normal en tiempos isabelinos. Por lo demás, la puesta nos trae una perspectiva lúdica y sarcástica para entender este clásico de una manera más cercana, haciendo evidente la dificultad retórica y propia de la época que contiene el texto original.

El primer acierto es haber adaptado al clown un clásico que la mayoría suele conocer por completo, ya que así el público puede familiarizarse sin problema con cualquier tipo de código teatral que se utilice sin arriesgar con esto su compromiso con la historia. Uno de estos códigos es la creación de una doble convención, en que podemos apreciar a los actores representando cómo su lado clown afronta y deja de afrontar, cuando es necesario, la representación de Romeo y Julieta. Esto lo hacen desde una sinceridad que los lleva a detener su representación y comentar, por ejemplo, si entienden o no, lo que se dice en el texto de Shakespeare. A partir de esta sinceridad propia del clown logran suscitar risas en el público sin llegar a “actuar” lo gracioso (un recurso facilista al que se suele recurrir).

En cuanto a los efectos de música, la selección de vestuario y el acompañamiento de luces se notó un trabajo gratamente artesanal: cambios de atuendo delante del público, musicalización en vivo a cargo de los mismos actores que incluyen onomatopeyas y adornos en escena (sonidos de pajaritos para denotar que es de mañana, sonidos de suspenso, entre otros), que daban la sensación de convertir en ciertos momentos la obra en una historieta animada. Todo esto le daba ritmo a la representación. Sin embargo, hubo momentos que carecieron de tratamiento en relación con la propuesta teatral, sobre todo hacia el final. Por ejemplo, si para la primera noche de Romeo y Julieta se utilizó una tela, bajo la cual los personajes se encontraron, lo que dejó una sensación de juego pero también de intimidad, la famosa muerte de los personajes principales fue representado sin un código claro, lo que pudo confundir al público presente.

Respetando la sinceridad propia del clown se insertaron temas sociales de la actualidad sirviéndose de algunas frases hechas del texto original. Por ejemplo, en versos donde el texto sugería que Romeo tenía más estatus que Julieta, la Julieta Clown recalcaba que en esta relación ambos son iguales. Este es un aporte valioso que encaja con la labor que el teatro debería cumplir en la sociedad: crear una consciencia social en el espectador. No obstante, la manera en que este discurso fue manejado en este caso específico distraía de la historia.

Los textos nunca mueren. Solo hay que mirarlos de otra manera, acorde con la época en que se vive. Y, dentro de todo, Una versión clown de Romeo y Julieta logró mostrar la clásica historia criticando temas que en el texto original aparecen normalizados, como el machismo. Sin embargo, a partir de los comentarios sinceros de los clowns, esta crítica no confronta al texto mismo, sino que se sirve de él para confrontar tanto a la realidad de la época como a la actual.

Stefany Olivos
19 de marzo de 2018

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