jueves, 13 de febrero de 2025

Crítica: NEGOCIO FAMILIAR


Entre secretos, negocios, familia, humor y algo más…

La obra, escrita por Federico Abrill y dirigida por Francisco Cabrera, es una divertida comedia que nos sitúa en la historia de una pareja interesada en comprar un local para poner su propio negocio; pero al llegar al lugar, poco a poco van conociendo a los extravagantes miembros de la familia a la cual le pertenece el espacio. Con un ritmo bastante ligero y diálogos que no dejan espacio al aburrimiento, Negocio familiar es una puesta en escena que te sacará más de una carcajada hasta el final.

En lo que concierne a la escenografía es bastante elaborada, no deja ningún rincón sin detalles, como salpicones de sangre y suciedad, incluso elementos que se pueden encontrar en todo local que está siendo desalojado, como muebles distribuidos sin orden alguno; además, es la parte posterior la que más resalta, pues hace de cuarto donde se almacena el mayor secreto de la familia, y si bien dos de los personajes no pueden ni imaginarse de lo que se trata, el público sí puede verlo, lo que lo convierte en una especie de cómplice y llama aún más la atención por querer saber si en algún momento el secreto se revelará.

Otro aspecto a mencionar son las actuaciones: los cuatro actores se lucen con los personajes que interpretan, les dan naturalidad a sus reacciones y acciones. Se destaca el trabajo de Gia Rosalino y Claudio Calmet, quienes interpretan a dos personajes cada uno, y de manera tan brillante que el público los puede distinguir; en tan solo unos pocos minutos pasan con mucha facilidad de un personaje a otro y sin que ningún detalle se les pase o característica de un personaje se cole en el que está en escena.

Finalmente, la historia en sí va más allá del hecho de solo presentar en escena una comedia, pues se plantea implícitamente la pregunta de qué estarías dispuesto a hacer con tal de tener tu propio negocio, cuestionamiento que al final es resuelto de manera un tanto inesperada. 

Asimismo, es una historia que no se encierra en su propia burbuja; es decir, no se limita solo a los problemas de los propios personajes, sino que también tiene pincelazos de las problemáticas de la sociedad peruana actual, especialmente los relacionados a la criminalidad, pero de una manera bastante hilarante, lo que le quita el pesimismo al que estos temas pueden conducir. Ciertamente es una obra que, dentro de las risas, plantea un poco de cuestiones morales que ya el espectador puede ir resolviendo a medida que va observando las acciones de los personajes.

Barbara Rios

13 de febrero de 2025

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