sábado, 8 de febrero de 2025

Crítica: INFELICES PARA SIEMPRE


Una comedia de risas interrumpidas

Casa Bulbo presenta la comedia Infelices para siempre, escrita y dirigida por María Paula del Olmo, con las actuaciones de Daniel Cano, Alexa Centurión, Rosilú Osorio, Eduardo Pinillos y Luis Miguel Yovera. La obra nos cuenta la historia de María Mercedes, una joven impulsiva que huye de su reciente matrimonio el mismo día de su boda, tras dar el tan esperado "sí". La trama recuerda a la película Novia fugitiva, pero sin recurrir a los típicos clichés románticos, ya que la historia nos ofrece una mirada hacia los espíritus rebeldes e incomprendidos que buscan escapar de lo convencional en busca de lo desafiante. Aunque el texto promete, la propuesta de dirección no siempre estuvo a la altura del conflicto.

Desde el inicio, la puesta en escena evidencia un contexto claro, ayudado por la música de Last Nite (The Strokes), que acompaña acertadamente la sensación de insatisfacción del personaje principal, la novia, interpretada por Osorio. No obstante, esta elección musical también cae en lo predecible.

En el escenario, vemos un bar con la iluminación adecuada para el contexto, atendido por el personaje del bartender, sobrio y ensimismado, interpretado por Pinillos. La llegada estrepitosa de la novia, alterada y desbordada, al bar interrumpe eficazmente la rutina de este. La primera interacción entre ambos actores introduce rápidamente al espectador a la suspicacia, lo que constituye un buen arranque para una comedia.

A lo largo de la obra, la interpretación de Osorio destaca por su presencia escénica y carga emocional de su personaje, pues es quien lleva el hilo conductor de la historia. Sin embargo, en ciertas escenas, como con el personaje del bartender, la interacción no se mantiene sólida, especialmente cuando la novia le cuenta el conflicto. Un mayor enfoque en la escucha activa por parte del personaje de Pinillos enriquecería la escena, permitiendo que el intercambio entre ambos personajes fluya con más naturalidad y profundidad.

Por otro lado, el ingreso de la hermana de la novia, interpretada por Centurión, juega un papel importante, ya que logra incrementar la tensión en escena. Las discusiones entre ambas están bien sostenidas durante la mayor parte del tiempo, aunque en algunos momentos no logran consolidarse por la falta de ritmo. Si bien el desenvolvimiento de Centurión es equilibrado, podría potenciarse enfatizando la dinámica de persuasión de su personaje para con el de Osorio. 

Con la entrada del novio (Cano), se puede notar una mayor precisión en las decisiones de dirección. La agilidad de la obra se retoma con su llegada, especialmente en los diálogos con la hermana. Sin embargo, en el desenlace de la trama, el ritmo general vuelve a decaer, lo que refleja una falta de coordinación en la dirección. Por otro parte, el personaje de Yovera, el exnovio, quien aporta la cuota musical y de intriga, fue desaprovechado en momentos que podrían haber reforzado el tono cómico de la obra.

Finalmente, a lo largo de la puesta en escena se puede apreciar una propuesta escénica física que hace un buen uso de los diversos niveles y aprovecha bien el espacio. Sin embargo, en algunos momentos clave, la acción principal de los personajes en movimiento podría beneficiarse de una mayor integración con el texto. Aunque los actores se desempeñan de manera efectiva en el espacio, la combinación de movimiento y diálogo sin objetivos claros, a veces resta dinamismo a las interacciones, lo que podría corregirse con un mayor enfoque en la fluidez y naturalidad de los diálogos durante las escenas más físicas.

En conclusión, si bien la obra inicia de manera consistente y es sostenida por la solvencia de los intérpretes principales, durante el desenlace algunas decisiones de dirección podrían replantearse para mejorar el ritmo, especialmente en momentos en los que el dinamismo es esencial para acentuar el humor de la historia. A pesar de la sutil inspiración del texto en la película Novia fugitiva, esta obra aborda la complejidad de los vínculos filiales y románticos, resultando en un encuentro irónico y festivo de los desaciertos propios de la vida.

Abigail Salvador Jaime

8 de febrero de 2025

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