sábado, 31 de agosto de 2024

Crítica: LOS TRES CANTOS DEL GALLO


Una sensación invade mi cuerpo al ver otro tumbado en el escenario; me parece muy llamativo la forma en que han distribuido a las personas, la música que retumba en el espacio; es como lo que no se dice con las palabras. Hace tiempo me cuestiono sobre el poder de trasmitir de la voz y el poder de expresión de otros elementos comunicativos. Los tres cantos del gallo es una aproximación a ese universo en donde el ser humano expresa desde una condición más innata, incluso me atrevería a decir más ancestral, antigua, olvidada hasta cierto punto. Los cuestionamientos pueden ser muchos, el tema del que trata la obra también. Estoy seguro que nadie salió con una idea absoluta o concreta al finalizar la obra; no sé si eso es el cometido, homogenizar las ideas y tener un solo horizonte; pero sí sospecho que todos salimos con una sensación o con muchas sensaciones. Se produjo una comunicación, pero no desde el pueril entendimiento, desde la coherencia de la gramática verbal o desde la intercomunicación oral; hubo algo más, hubo una miscelánea de sensaciones, un viaje hacia algún lugar, donde se encuentra nuestro yo. Quebrado, atado, maltratado por todo lo que nos hace daño día a día, una fuerte ráfaga que constantemente nos entumece en la soledad; me gustan las obras así, porque estamos en otro mundo, ingresamos a un nuevo universo donde las ganas de ser parte de él son tan fuertes como la resignación de la gravedad, el hombre es un ser mágico, pero día a día perdemos esa naturaleza.

Los tres cantos del gallo es una aproximación a esa esencia, que quizá no alcanzo a describir con consonantes y vocales, pero sí puedo expresar con la poesía que quisiera salir de mi texto, salpicar por la vereda y flotar hasta el cielo. Tengo la mente nublada por el entendimiento, quisiera dejar de entender las cosas, ya no quiero entenderlas; sentir la sensación de que ha perdido su valor, se siente de la misma manera, se exaspera la sensibilidad, pero en realidad descubrimos que cada día perdemos más la libertad o que estamos encerrados en un cristal de ficción y de atosigamiento.

El cuerpo de Mónica Vergara aparece como un duende en escena, como una doncella que baila en rincones remotos del ensueño, sus movimientos rajaban el viento y partían la noche hasta llegar a nuestra mirada; pero los ojos que veían no eran los del iris, más bien miraba el pecho, la piel, las manos, la cabeza o el corazón. El gallo (Mauricio Coronado) se levantaba constantemente, tres veces se despertó y su presencia era constante, fatigante, algo había que solucionar, un malestar continuo.

La energía de Robert Julca, tan eléctrica, parecía estar cargada de la ansiedad que nos consume, sus piernas, sus brazos desaparecían con la fuerza de su despliegue; la repetición de los movimientos, causaba un hartazgo, pero un hartazgo de qué es la gran pregunta; del espectáculo, no creo. Lo que trasmitía era un hartazgo personal, que cada uno lo ha podido sentir a su manera; es ahí donde cuestiono al arte y me pregunto qué debe sentir el arte, acaso debe enseñar y amoldar las sensibilidades o solo debe sacudir ese pozo de agua que hay dentro de nosotros para convertirlo en cascada y salir a la calle gritando como si por fin hubiéramos despertado.

Hay una razón para seguir, y es la inspiración, la creación, no la justicia del dogma, o la sabiduría de la ciencia. El arte es un espacio natural, nativo, secreto; es la sombra del hombre, esa sombra cegada por el sistema, tan adormecida por la inmediatez, por la necesidad.

Una diagonal invade el escenario y por ahí rebotan los cuerpos. Ivana Zegarra, sacada de una canción, de la música que invade el lugar, juega y se antepone como giros de luna a los ojos del gallo y sus acompañantes; una mujer (Lourdes Sáenz) que retumba con su voz, vaya que precisión en esa voz. Lo necesario, es suficiente esa cantidad de palabras, porque en otras ocasiones nos babeamos de tanto hablar, para qué hablar más, es un momento en donde nos debemos callar; tal vez así podamos entender mejor cómo tratar a las personas que están a nuestro lado, porque miramos lejos pero nunca al costado y menos nos atrevemos a mirar tan cerca como para mirarnos a nosotros mismos.

Artaud se cumple en toda su manifestación, hacer visible lo invisible es una tarea tan difícil y a la vez tan fácil. Hemos tapado tanto la realidad que por más que tengamos los ojos abiertos ya no vemos, solo acariciamos los tentáculos de la igualdad, que cada día nos descomprime y nos suicida con nuestras necesidades. Potente el texto, descripción de un estado físico, leer ese poema, es leer la obra, no es igual, está particularizado obviamente, pero su fuerza y su objetivo se siente quemar entre esas cuatro paredes.

Excelente composición, más allá de la técnica y los referentes de estética. Excelente, porque es única, porque arrasa con esa turbulenta incidencia dentro de nuestra mente, pone una pausa en el tiempo, para retornar a ese otro tiempo; tal vez así podremos curar lo que tanto deseamos curar, atadas las manos y con el micrófono parlante de la voz, estamos confundidos, hay que hacer silencio por un momento por favor.

Julio Flores Alberca compone la sonoridad instrumental desde la guitarra, y algunos pedales tuvieron momentos rítmicos muy interesantes, distorsiones que funcionaban como el paso hacia la otra realidad. La música fue el nexo entre el mundo cotidiano y el mundo simbólico, ritual. Desde que ingresamos al espacio suena y nos conduce hacia la posibilidad de la sensibilidad creativa; muy bueno a mi gusto, los efectos estuvieron bien colocados y la forma de ejecución también.

En fin, los comentarios suelen volverse muy personales, ejercer una situación de crítica no me gusta, prefiero decir “es mi sentir”: la dirección y la dramaturgia son concretas, se manifiestan adecuadamente en escena y con buenos recursos. Ítalo Panfichi y Mónica Vergara han sabido conectar el poema de Artaud y sus búsquedas escénicas, el contexto estético ha sido equilibrado en colores y en imágenes; la colocación de la luz ha permitido una conexión a otro mundo, con su propio código y sus propias reglas. Este mundo ha topado desde alguna fibra a cada uno de los asistentes, cada uno con su historia, con su particularidad, dentro de una diversidad de pulsiones escénicas que terminan siendo parte de todos, de un sentimiento general que se particulariza, pero sale desde un mismo lugar.

Moisés Aurazo

31 de agosto de 2024

Crítica: ALMAMÍA


La voz al servicio del teatro

Resulta imposible escribir sobre Almamía sin resaltar desde el primer párrafo la gran actuación de Daniela Darcourt. En una obra donde se rodea de actores, actrices y bailarines en un altísimo nivel como Bruno Odar, Pedro Ibañez o Carla Picón, Daniela Darcourt, en esta nueva faceta en las tablas, se apoya en su voz para darnos una interpretación conmovedora que destaca en una obra completamente musical.

Dirigida por Juan Pablo Lostannau y creada por Fany Rodriguez, Almamía es la historia de seis hermanos que tras años de separación se reúnen en la casa de su infancia por azar donde se tratarán temas como la culpa, el amor fraternal y la reconciliación. Pero lo valioso, me parece, está en la puesta en escena al servicio de la historia. Acompañada de música y danza (de la compañía profesional de danza Dactilares), visuales y un escenario minimalista, Almamía busca un espectáculo multidisciplinario en el que todas las disciplinas complementan la experiencia de la mejor manera. Funciona de gran manera, aunque debido a lo ambiciosa de la propuesta, la historia puede quedar en un segundo plano por momentos y mostrarse confusa de manera en la que puede llegar a distraer al espectador.

Pero al margen de la historia, resulta sobresaliente el espectáculo musical y de danza que brinda Almamía y que llega a resaltar la actuación de Darcourt, que en su debut en una nueva faceta como actriz, se apoya en su voz única para mostrarnos una performance más que conmovedora, capaz de remecer el tan icónico Teatro Segura y lograr que los asistentes aplaudamos aun así no haya terminado la obra. Un gran acierto el confiar en ella este papel que explota su faceta de cantante (talento que mejor conoce) al servicio de la actuación, y también un acierto de Darcourt al debutar en teatro en una obra de este estilo, encaminándola como la artista multidisciplinaria que está destinada a ser.

Gabriel Calderón

31 de agosto de 2024

Crítica: COCO & EMMA


Lo imaginario como realidad

Mientras uno va creciendo y con el asomo de las preocupaciones adultas, a menudo uno va perdiendo la risa. En un momento uno siente vergüenza por jugar, luego esa vergüenza pasa a olvido para perseguir otras prioridades. Así uno se olvida de su niñez y, con ello, de aquellos sueños que buscaba alcanzar.

Coco & Emma, dirigida por Jesús Álvarez Betancourt, nos coloca en un mundo de fantasía en el que Coco, el amigo imaginario de Emma, comparte junto a ella canciones, risas y alegrías; sin embargo, el mundo de la magia se comprende con el mundo real y los amigos imaginarios se suelen olvidar. Años después, Coco regresa para buscar a una Emma feliz como la dejó, solo para encontrarla que su vida ha cambiado totalmente. Coco & Emma funciona en esta línea en la que sí se ha perdido la magia, pero nunca es muy tarde para recuperarla. A pesar de ser una obra de teatro infantil con canciones, vestuarios coloridos, efectos de luz y chistes para los más pequeños, el gran acierto de Coco & Emma radica en ser una obra con la que mucha gente mayor de edad puede empatizar. La culpa, el dolor de crecer, el miedo a ser alguien que uno nunca quiso ser, son tratados de gran manera en la obra. Incluso existen grandes momentos cuando parodian la vida con una Emma ya adulta, al tratarnos a los adultos como capaces de vender nuestros ideales por un crecimiento personal solo para afuera.

El punto más alto y el más emotivo es cuando Emma, una niña que se ha olvidado de quién es, pasa un último momento de magia junto a su mamá, paciente de Alzheimer para recordar quién era. Para no caer en más spoilers, solo podría decir que las actuaciones tanto de Coco (Bernardo Scerpella) y Emma (Vanessa Escudero) conmueven hasta recordarle a un adulto, que si bien las risas ya no son tan frecuentes, nunca hay que olvidarse de que aunque no las podamos ver, no quiere decir que lo imaginario no sea real para nosotros.

Gabriel Calderón

31 de agosto de 2024

Crítica: Y QUE SIGA LA JARANA


Bienvenidos a la Peña Claudia

En el CC. Ricardo Palma se estrenó una obra familiar que sirve como homenaje a la peña criolla de barrio. Aquellas que reunían al vecindario a cantar, a jaranear y a tomar al ritmo de la música criolla. Esta obra de teatro musicalizado escrita y dirigida por Marco Palomino transcurre dentro de la “Peña Claudia”, la peña que en la vida real era la de su abuelo.

La trama en la que la dueña del local habla con los clientes/amigos no necesita darles muchas vueltas a las historias. Relatos de desamor, de alegría, de amores olvidados y otros recordados son solo excusas para cantar valses y boleros (y algún festejo) uno tras otro como si fuera un concierto. ¿Quieres recordar a tu cariño? Pues cantemos “Cariño bonito” juntos. Es decir, no es un musical, es solo una invitación a la cultura de las peñas criollas: una anécdota antes de agarrar un micrófono, amigos del barrio, desahogo en una canción, pensar en tu familia, sentir la nostalgia, etc.

Tal vez el punto más complejo está en intentar reproducir el ambiente de una peña. A un ambiente amplio, como una sala de teatro, donde el sonido puede perderse o le resta intimidad a las canciones, se le suma el poco sentimiento que pueden tener algunos actores al interpretar las canciones. A veces en una peña es mejor sentir lo difícil que nos trata la vida antes de un canto bien afinado.

A pesar de esto, es imposible no pasar un gran momento con un repertorio que incluye “Cholo soy”, “Mal paso”, “El Mayoral”, etc. y a una Trilce Cavero que se luce como la dueña del local interpretando de gran manera sus canciones. Y si le agregamos el componente de fiestas patrias, solo falta un chilcano bien cargado y nuestra visita a la “Peña Claudia” está completa.

Gabriel Calderón

31 de agosto de 2024 

Crítica: ¿QUIÉNES SON LOS ENEMIGOS?


Hermanos y enemigos, la traición del poder

¿Quiénes son los enemigos? se presenta en el Nuevo Teatro Julieta como parte de la segunda edición de la Competencia Oficial.

En una versión libre de El enemigo del pueblo de Henrik Ibsen, escrita y dirigida por Carlos Posada Moncada, esta obra nos habla de dos hermanos que se enfrentan entre el poder y el deber ante un descubrimiento que pone en riesgo la vida de la población: el agua está contaminada.

Martín, desde su condición de alcalde del pueblo, antepone, como suele suceder con los políticos, sus intereses personales a los de la comunidad que representa. Por el contrario, Santiago busca revelar la verdad para proteger a su familia y al pueblo al que pertenece. Unidos por una madre que ya no está, pero que parece ser lo único que los une, se genera una confrontación de valores, principios, poder, dinero y jerarquía donde lo menos relevante es el valor de la familia.

En un montaje simple pero potente, en donde las sombras juegan un rol protagónico y la dirección plantea una acertada participación del público como parte de la comunidad, destaca la actuación de Pold Gastelo, quien brilla por encima de sus compañeros de escena, restándole protagonismo a Martín Martínez, quien, al ser el eje principal de la obra, debió tener una mayor presencia escénica como nos suele tener acostumbrados.

Alejandra Sierralta

31 de agosto de 2024

viernes, 30 de agosto de 2024

Entrevista: GIAN LOLI


“Un director no debería imponer al actor cómo hacer su trabajo.”

Todo un clásico del teatro peruano, ¡A ver, un aplauso!, se va por una cuarta temporada. La pieza escrita por César de María y dirigida por Henry Sotomayor tiene como uno de sus protagonistas a Gian Loli, actor y productor. Oficio Crítico conversó con el joven artista multidisciplinario acerca de sus inicios y sus actuales proyectos.

¿Qué hacer cuando la muerte toca la puerta? ¡Le sacamos la vuelta! Tripaloca es un payaso callejero al que le ha llegado la hora. Enfermo, pero con una chispa inagotable, intentará escapar de la muerte de la mano de su leal compañero Tartaloro ¿Lo logrará?La puesta en escena es una sátira, llena de verdades incomodas expuestas a través de la comedia, el juego y la jocosidad. ¿Qué estarías dispuesto a hacer pa’ librarte de la muerte?

Con la producción de La Eme Colectivo, ¡A ver, un aplauso! tiene en su elenco a Gian Loli, Ronie Cusso, Ethel Requejo y Miguel Soriano.

La cuarta temporada se llevará a cabo en el Centro Español del Perú (Av. Salaverry 1910 - Jesús María), los días 3, 4, 10 y 11 de setiembre a las8:00 p. m. Entradas en preventa en JOINNUS.

¡El clásico del teatro peruano, te espera!

Sergio Velarde

30 de agosto de 2024

Crítica: SOLO


Sentir y repensar los vínculos

La Compañía de Teatro Físico nos trae Solo”, en el marco de su décimo aniversario, y lo celebra compartiéndonos este montaje sobre el amor, la soledad y los caprichos de un corazón orgulloso. En el teatro, para mí, existen dos tipos de acercamiento al espectador: por un lado, obras que te hacen sentir; y por otro, obras sobre las cuales tienes que pensar. Esta obra es, sin duda, una que llena más al espectador a través del sentir. La puesta dista de manera considerable de un argumento narrativo complejo, e incluso podríamos afirmar que hay algunos vacíos que pueden desorientar al espectador, si es que este no ha ido con conocimiento previo sobre la trama. Sin embargo, Solo nos invita a regresar a lo primario, a la sencillez de las emociones y de los gestos, y lo expresa de una forma fabulosa. Ojo, no confundamos lo sencillo con algo de construcción simple; esta obra sabe darse su lugar dentro de los distintos montajes que nos ha ofrecido la compañía a lo largo de los años, tanto desde lo visual como lo acrobático y la manipulación de objetos.

Vale la pena observar la obra hacia lo íntimo. Al espectador llega, en primera instancia, el capricho grande, burdo, de un hombre que no sabe (o que ya no puede) lidiar con los demás, y desde una decisión radical, todo parece indicar que no hay manera de salvarlo de su necedad. Es a raíz de un encuentro inesperado con un perro espacial que la obra da un salto: la lucha de este hombre de desprenderse de esa amargura y orgullo; abrazar ese amor sencillo que este curioso animal desprende. Aquí es vital y mágica, la sutileza y destreza de Ronaldo Añorga y Eduardo Cardozo para entregarnos al personaje del perro y hacerlo transmitir de manera genuina el afecto y la inocencia. Así se va construyendo el vínculo y donde nosotros podemos empezar a navegar hacia lo íntimo.

Los elementos acrobáticos y audiovisuales van revistiendo y envolviendo el escenario, marcando los desafíos y situaciones de riesgo de ambos personajes, así como los momentos de complicidad y juego tanto entre ellos como con el público. Todo está estructurado y pensado para que el vínculo sea el motor de la obra y así lo sintamos nosotros también.

Al final, nos entregamos a este vínculo de forma casi inevitable, a la relación que se ha formado, a repensar la soledad de nuestros personajes (ya se vuelven nuestros, porque, por qué no, son también nosotros). Eso es lo bonito, que esta obra te da el espacio primero de emocionarte, enternecerte, entristecerte, para luego poder pensar y repensar la soledad y los vínculos. Solo, visto desde lo íntimo, termina siendo un regalo.

Un aplauso a Diego Sakuray, Eduardo Cardozo, Ronaldo Añorga, Manuel Chiock y todas las personas y equipos involucrados en este montaje; ha sido un bonito regalo de cumpleaños de la Compañía de Teatro Físico, para un público agradecido.

Omar Peralta

30 de agosto de 2024

Crítica: EL MUNDO DE ESTELA LUNA


Eva, cincuenta y tres años después

Me preguntaba, mientras esperaba la obra, por qué Alumbra Producciones había decidido titularla El mundo de Estela Luna, en lugar de su título original: Eva no estuvo aún en el paraíso. Sin embargo, a medida que avanzaban los diferentes cuadros de la obra, solo podía resonar en mi cabeza la antigüedad de la obra, y lo mucho que el mundo que Estela Luna imaginó sigue presente y hasta incluso, ha agarrado fuerza.

La obra se divide en pequeñas secciones que muestran la manera en que distintos aspectos de la sociedad colocan a la mujer en una posición constante de servilidad e inferioridad. Son textos directos, sin tapujos, y muchas veces con imágenes muy directas. Aquí la particularización por parte del elenco para sacar la mayor potencia del texto de Luna falló un poco, en especial al inicio, pero fue ganando fuerza a medida que avanzaban las escenas y los actores se prestaban más para jugar dentro de ellas.

Esa burla era, a fin de cuentas, el mayor propósito de Luna con su texto: denunciar a través de señalar el ridículo de la sociedad y sus reglas disparejas entre hombres y mujeres. Es notorio, pues, que una de las mejores escenas del montaje sea con las actrices soltando slogans ridículos (pero bien reales) mientras ofrecen productos para perder o ganar peso. Considerando la obra como la culminación de un taller montaje, la elección de una obra con diferentes cuadros también le dio la oportunidad al elenco de alternar entre distintos personajes, y es cuando logran introducirse en estos y los construyen con cuidado y ritmo que más sacan a relucir su potencial y capacidad para romper sus propios esquemas.

El mundo de Estela Luna es un reflejo de la capacidad que tenía su autora para apreciar la realidad y exponerla. Cincuenta y tres años después de la publicación original de Eva, sus imágenes no podrían llamarse exageradas sino reales. Eva es juzgada por su género desde el momento en que nace, y es fuerte ver cómo tanto Estela como las actrices del hoy continúan empatizando con su dolor. La obra mantiene su vigencia y sirve como catalizador para que este grupo de actores desarrolle su plasticidad y sus particularidades en el escenario.

José Miguel Herrera

30 de agosto de 2024

miércoles, 28 de agosto de 2024

Crítica: EL DEPA DE NOSOTRAS


Noche de secretos

Partiendo de una premisa muy divertida, Ann Napuri-Stucchi dirige su propio texto de forma brillante y nos brinda una puesta en escena con un ritmo rápido, en la que se pueden apreciar diversas situaciones, tanto divertidas como dramáticas. Distintos temas se van exponiendo continuamente: personajes que muestran sus sueños, la dificultad de alcanzarlos, sus carencias, miedos, etc.

El depa de nosotras es una obra muy dinámica. La trama sigue a cinco chicas que se reúnen para celebrar el cumpleaños de una de ellas, terminando encerradas en este. Deciden, entonces, divertirse y beber, sin saber que esto las llevaría a descubrir secretos y abrir heridas que parecían cerradas.

Se trata de una puesta en escena que parte con una exposición de algunas actividades que solíamos hacer durante la pandemia. Esta primera parte logra gran impacto, no solo por el dinamismo, la comedia y la manera peculiar de la propuesta, sino porque resume cómo es que cambiamos y empezamos a tener distintas actividades durante el encierro obligatorio, logrando que uno recuerde esos momentos. Durante el desarrollo de la obra se van destapando distintas situaciones y temas, como el engaño, la soberbia, la alegría y el amor, generando no solo hilarantes y dramáticos momentos; también espacios muy reflexivos, momentos en los que se deja sentir la tensión que generan las situaciones.

La puesta cuenta con actrices que se desenvuelven con naturalidad, tanto en el terreno de la comedia como en el drama. Sin mucho por ahondar, ya que se logra ver la característica de cada una de ellas, cada una ha logrado que su personaje tenga su particularidad en escena, desde el vestuario hasta llegar a detalles más precisos, como acciones, carácter, voz, etc.

El despliegue técnico, muy limpio: las luces, el sonido y los elementos. Todo fue un complemento para lograr una puesta en escena que permite ser apreciada de principio a fin, sin ninguna distracción.

Si bien es cierto, esta obra expone muchos temas, considero que uno que nace de un texto: "¡Yo tengo un trabajo estable…!", exteriorizado por uno de los personajes, el cual nace como un reproche y de manera jactanciosa, no solo para sus amigas, si no para las otras mujeres que están en el departamento, también lo hace en los artistas en general, que desde ya sabemos lo difícil que es sobrevivir en este medio. Quizás son pocos los que cuentan con un trabajo estable, pero la obra visibiliza también el sacrificio que hacen los artistas en general para poder seguir sus sueños. Una obra que sin duda merece ser vista.

Javier Gutiérrez

28 de agosto de 2024

lunes, 26 de agosto de 2024

Crítica: XY


La jaula de la masculinidad

Cuando un hombre se ve al espejo, ¿ve a una persona o ve a un hombre? No pregunto esto con ninguna misandria, sino señalando la manera en la que, como sociedad, le hemos robado a los hombres su humanidad y su capacidad para sentir. Esta misma pregunta se hace XY, una propuesta escénica en la que dos androides aprenden lentamente a “ser hombres”.

Aquí no es abundante el texto, sino sobre todo el cuerpo y el ambiente. Este último, opresivo y cubierto de humo, logra que nos sintamos tan apresados como los dos androides frente a nosotros. Da la impresión de que no existe mundo más allá de ese cuarto, salvo por una distante luz de “libertad”. Breves momentos de texto intervienen en la acción, los cuales nos contextualizan en el futuro postapocalíptico en el que estos dos seres están forzados a aprender a ser hombres. No humanos, hombres: las acciones físicas, sus rutinas y los retos que tienen que cumplir están todos marcados por la demostración de la hombría, la fuerza, el poder y la resistencia. La dirección deja esta diferencia muy en claro, y la coordinación, limpieza y humanidad en las acciones físicas de los androides la complementan.

Soy de la opinión de que la obra, incluso, pudo haber contado con menos texto. No porque los textos presentes, muchos de ellos precisos y bellamente poéticos, sean pobres o sin propósito. Sino porque en XY lo que más abunda es represión. Cuando los androides intentan hablar, es un intento masticado y casi doloroso. Ellos, como muchas veces los hombres, jamás fueron entrenados para comunicarse o expresar. Solo para ganar. Realizar una propuesta alrededor del teatro físico y la danza no es solo una decisión estética, sino una parte inseparable del mensaje. Momentos más puntuales y aislados para el diálogo, ayudados de esas acciones físicas que se sienten como monólogos en sí mismos, habrían ayudado más a sentir ese nudo en la garganta de los personajes.

Que la confusión inicial de XY no les desanime: la obra utiliza todo el bagaje físico de sus actores para dar un mensaje potente y claro. No es muy difícil imaginar un futuro en el que, buscando rehacer la humanidad, nos basemos en el modelo base que nos destruyó: el de la masculinidad violenta y autodestructiva, que desprecia su humanidad. Esperemos que, en ese futuro, los hombres puedan también aprender a bailar.

José Miguel Herrera

26 de agosto de 2024

domingo, 25 de agosto de 2024

Crítica: DESEQUILIBRADOS


¿Cómo encontrar el equilibrio emocional?

En una estación de transporte, en una sala de espera de un hospital, en un departamento solitario, en un restaurante, en una reunión con muchas personas, en un cine, en una fiesta, en un viaje, en la playa, en un bosque solitario o en la ciudad con más bullicio: cualquier lugar puede ser nuestro más placentero refugio o ese mismo lugar puede ser nuestra tortura más grande, porque no es el lugar en sí. Es nuestro interior y el significado que le damos a las cosas, personas, sucesos y lugares los que determinan lo que sentimos hacia ellos. Bien dicen que no es el suceso lo que nos afecta, sino nuestra interpretación acerca de este; no obstante, eso depende mucho también de nuestro contexto, de cómo hemos aprendido a sobrellevar cada situación que se nos presenta, de cómo sentimos nuestras contingencias, y de qué interpretación le damos al amor, la pérdida, el desamor, los sueños y nuestros valores.

Tres historias cortas puestas en escena, denominadas en conjunto Desequilibrados, nos hablan de esto: Coma, Voltaje y La Estación son tres historias de la actriz y dramaturga argentina Adriana Genta, y dirigidas por Jhonatan Chumpitaz, cuya propuesta escénica se basa mucho en el trabajo actoral, en un espacio alternativo, de esos que le dan un toque diferente al de un teatro convencional, en cuanto a las posibilidad a las que puede llegar el arte escénico. El espacio está bien aprovechado y se siente, como público, que somos testigos de estas tres historias, al ser algo tan íntimo con elementos escenográficos mínimos.

El trío de obras lucen sostenidas (como se mencionó) por la muy buena sinergia y química de sus actores: Liz Navarro, Abigail Vizcardo y Alberto Navarro, pues al ser este un espacio alternativo y descubierto, tienen una muy buena presencia escénica. A destacar en escena a Liz Navarro, muy versátil, con acciones muy claras y ritmos muy bien medidos. Esta puesta en escena es producida por Mafer Hernández de Talents Productions y Caral Films. Da gusto ser testigo presencial de que, en espacios alternativos y reducidos, el teatro está más vivo que nunca. Recomendada.

Manuel Trujillo

25 de agosto de 2024

Crítica: AMANTES, PAREJAS DISPAREJAS


Las posibilidades del (des)amor

Dice el estereotipo que los peruanos somos seres chismosos. No es casualidad que el famoso “ampay” sea toda una institución de nuestra industria periodística. Es de estos “ampays” que las infidelidades se nos suelen hacer especialmente “escandalosas”. ¿Qué se podrá explorar sobre ellas a partir de la impro? En Amantes, Parejas Disparejas, esta fascinación por la infidelidad regala al público un mar de posibilidades.

El formato, original de Lospleimovil de Chile y replicado ahora por La Mancha Impro, es sencillo y bastante fácil de seguir. Frente a nuestros ojos se forman tres parejas al azar, y es trabajo de los seis intérpretes desarrollar entre estos conflictos, imperfecciones y engaños, que darán como resultado un enredo de infidelidades en el que nadie se salva. Como público, desde el título quizá ya podemos intuir ese final. Sabemos que todos estos personajes, creados al momento y de a poquitos con los chistes que los construyen, serán infieles entre ellos. El juego está en descubrir, ¿cómo? 

El equipo de La Mancha logra mantener este juego a partir del Sí Mágico, pero este no solo le permite mantener la máquina marchando, sino que con suficiente habilidad logra unir puntos entre los personajes que los vuelven no en una colección de características sueltas, sino en seres humanos que llegan a la infidelidad por esta suma de miedos y debilidades. Adictos al trabajo que todo lo ven dinero, jóvenes indecisos probando sin rumbo, controladores que ceden al descontrol absoluto. Esto, con el caos del que es capaz la impro, es capaz de llevarlos a situaciones hiperbólicas como también muy realistas e identificables en nuestro cotidiano, al punto que, con un menor cuidado, la incomodidad podría sobrepasar al chisme. Los improvisadores, al final del día, encuentran sus Sís a partir de la realidad. Pero es ahí donde sus singularidades también se aprovechan, y sus distintos estilos humorísticos se balancean. En mi función todo el elenco estuvo emparejado con sus estrellas invitadas, lo que llevó a que estos contrastes se aprovecharan todavía más.

Lospleimovil, con este formato, usa también el slogan “¿Quien no ha sido infiel alguna vez?”. Por dignidad propia, muchos diremos “¡No, yo jamás!” Pero el enfoque en la impro de La Mancha me hace pensar que no se trata de que todos seamos infieles, sino que ninguno de nosotros es inmune a ese error garrafal. Ver así la infidelidad, sin el morbo añadido del “ampay”, nos hace repensar nuestras actitudes y tendencias en pareja, al mismo tiempo que nos reímos al reconocer la gran verdad en el caos entrenado de la improvisación. 

José Miguel Herrera 

25 de agosto de 2024

miércoles, 21 de agosto de 2024

Crítica: AMISTAD VERDADERA


Desbordando juventud

Una sala, un dormitorio: es lo primero que podemos observar en la puesta en escena de Amistad verdadera, una obra que nos habla de Eduardo, quien se enfrenta a su propia necesidad de apoyo, a pesar de su disposición constante por ayudar a sus amigos. ¿Quién podrá ayudar a Eduardo y a quién elegirá mientras su bondad genera un dilema amoroso entre dos corazones? Una historia de amor y amistad en los lugares más insospechados.

Una obra que desborda juventud, creatividad y mucho talento; dirigida por Ysabel Kamasakari, quien a pesar de enfrentar el desafío de tener una obra que transcurre en varios entornos, ha logrado utilizar los espacios físicos del escenario para situar al espectador en el entorno donde ocurre cada escena. Apoyada por la versatilidad de los actores, quienes mostraron tener conciencia del espacio para poder transmitir esos cambios de un entorno a otro; así mismo, la obra cuenta con escenas que requieren de mucha energía, la cual sin duda, dieron los actores en cada instante. Esto en algún momento permitió un poco de desborde de la misma, pero siempre se veía superada por el elenco. En el desarrollo se puede notar también los momentos de comedia que han servido de mucho para poder salir de los momentos de tensión que posee la obra.

Cada actor ha sabido manejar las distintas emociones por las que atraviesan sus personajes, ubicándolas en el momento exacto que se requiere para lograr la intensidad que la puesta en escena necesita. Por ello, es necesario mencionar al elenco que está compuesto por Arantxa Barnechea, Carlos Mayo, Brandon Yndigoyen, Karen Vega, Joaquín Usseglio, Thony Jef, Milagros Arbildo, Sofía Alexsandra, Orlando Chiroque y Fabrizio Saavedra. Un elenco bastante joven, que junto a la dirección de Kamasakari, ha sabido llevar la obra con esa versatilidad, energía y dinamismo que se requiere.

Esta puesta en escena, si bien es cierto muestra como principal tema la amistad, tiene como mensaje el título que se menciona: una amistad verdadera. Cabe resaltar que el teatro sigue vigente en los jóvenes, siendo este su medio para poder expresar lo que viven, lo que sienten y lo que esperan de nuestra sociedad.

Javier Gutiérrez

21 de agosto de 2024 

Crítica: SEÑOR MOSTAZA


El amor que trasciende 

El amor es una fuente inagotable de historias aún por descubrir, tal es el caso de la octava puesta en escena de Compas Producciones, titulada Señor Mostaza, escrita por Nicolas Ostolaza y dirigida por Brunamaria Chávez –que forma parte del elenco-, la misma que se presenta en el Teatro Mocha Graña.  

La trama gira en torno al Sr. Mostaza, un hombre de noventa años, quien al recibir la inminente visita de la muerte, le pide que le conceda un deseo: volver al pasado, exactamente al momento en que conoció a Lorena, el amor de su vida. Con la ayuda de Sergio, su mejor amigo, emprende la búsqueda por las calles y los recuerdos de juventud; siendo una aventura que lo confrontará con sus emociones más profundas. Entonces, la realidad y la fantasía se mezclan, cuando la muerte regresa para cumplir su misión.
  
Respecto a la escenografía, los elementos básicos compuestos por las sillas, una mesa, así como las estructuras dibujadas que fungen de ventanas y puertas, se complementan con la música original de Diana Fernández, recreando una atmósfera que alterna entre el estilo naturalista y la ficción escénica, acompañada por efectos de sonido, la iluminación y los vestuarios de algunos personajes. Por otra parte, si bien la obra tuvo un ritmo aceptable, es verdad que los cambios de escena podrían ser más ágiles y precisos.      

Completan el reparto Franco Silva, Nela Vascones, Andrea Elias, Mariano Olivares, Carlos Thornton, Camila Binek y Vilma Zamora, quienes construyen interesantes personajes, destacando Vascones en el personaje de Maria Guadaña, haciendo una buena dupla junto al experimentado Thornton. Además, el desarrollo de la historia se acompaña de la impecable narración de Pedro Olortegui. Vale resaltar la participación especial de Jorge Ostolaza y Cecilia Ascenzo (abuelos del dramaturgo), quienes aportaron la cuota emotiva hacia el final de la obra.

Señor Mostaza nos presenta una narrativa que aborda temas como el amor, los recuerdos y la redención, comandada por un grupo de jóvenes entusiastas que, fieles a su estilo, apuestan por el teatro independiente.

Maria Cristina Mory Cárdenas
21 de agosto de 2024

domingo, 18 de agosto de 2024

Crítica: ACTRICES


El teatro y sus actrices, como la vida (o más) que la vida misma

En el teatro nada es casualidad y esta obra no es ajena a esto.

Una aspirante a actriz se encuentra preparándose para un casting y convoca a tres actrices para conocer más a Encarna Ribera, el papel que quiere representar, una estrella renombrada del pasado para estas intérpretes.

No es casualidad que el director Alberto Isola haya elegido para Actrices a Sandra Bernasconi, Natalia Torres Vilar y Ximena Arroyo, hijas de Lucia Irurita, Lola Vilar y Sonia Seminario, grandes intérpretes del teatro peruano, para representar esta obra. Hijas de actrices en la vida real, representando los roles de actrices, logran que el espectador tenga una mayor conexión con los personajes.

Vemos el detrás de cámaras del teatro, aquello que los espectadores desconocemos, porque nos quedamos con el glamour de las tablas y no con lo que sucede detrás de ellas. Amistades que son también enemistades, competencia que no siempre es leal, y las envidias del éxito que esto provoca logran dar a conocer, de manera más profunda, cómo se tejen estos vínculos, en donde las mentiras, engaños y provocaciones son hilos conductores.

En un montaje sobrio con un elemento visual que nos genera imágenes desde el inicio y luego podemos ver en escena, destaca la actuación de Torres Vilar, con una fuerza importante en escena que logra articular bien la obra.

Es una obra ligera y divertida que está buscando asentarse en una profundidad, que en las próximas fechas estoy segura logrará (asistí al segundo día del estreno).

Alejandra Sierralta

18 de agosto de 2024

Crítica: UN PRIMER SUSPIRO A 4 VOCES


Por gente como tú

¿Se puede criticar una obra que trate sobre artistas lidiando, de manera interna o externa, con la crítica? Me hacía esa pregunta varias veces mientras veía Un primer suspiro a 4 voces, segundo montaje de A Ver Ke’ Sale Colectivo y una propuesta artística que mezcla música en vivo, canto, baile y actuación para mostrar el corazón de sus artistas.

Se trata, pues, de construcciones hechas a partir de las experiencias y sentires de los artistas en escena, en tres cuadros individuales cuyo orden se decide en ese momento. La mayor ventaja que tiene la obra es no ocultar nada. Desde el inicio está el telón abierto, pero no solo para ver a los actores calentar, sino también bromeando y relajándose. Su vestuario estilizado no busca esconder al intérprete en ropa negra debajo. No existe una cuarta pared, ni está el músico escondido.

Esta sinceridad crea, en turno, una suerte de autoficción testimonial sobre lo dicho por los actores. ¿Nos están diciendo un texto de sus personajes? ¿O es su sentir crudo y real? Muchas veces vemos al actor más como un medio por el que el creador expresa su sentir. Pero si es aquí el dramaturgo quien ayuda al actor o la actriz a mostrar sus conflictos, ¿no podemos argumentar que los intérpretes han tomado también los medios de creación? Y si queremos que los creadores se muestren a nosotros como humanos parecidos a nosotros, ¿no deberíamos ver su error y duda humanas como parte de la belleza de lo que crean?

Desde esa línea, Un primer suspiro… logra sus objetivos con creces. Combina sus elementos artísticos para transmitir belleza a la vez que humanidad. Sus momentos cantados, aunque se sientan a veces algo desconectados del resto de sus secuencias, muestran belleza no solo en su buena técnica, sino en su emoción y dolor detrás. La música de Marcelo Tarazona no es solo acompañamiento, sino una voz crucial que da sentido y peso a muchos momentos. Y los tres intérpretes logran dar cuerpo a los bloqueos, las heridas y el síndrome del impostor que tantos hemos sentido.

La labor del crítico es también esencial para cambiar nuestro paradigma sobre los artistas, muchas veces idealizados en figuras perfectas y sin dolores (como le sucede a bailarinas, maestros de ceremonias o princesas). El crítico, más que un juez separando lo bien hecho y lo malo, reflexiona sobre lo que creamos y hacia dónde se dirige. Somos nosotros mismos, muchas veces, nuestros críticos más crueles. No creo ser el único crítico que ha dudado muchas veces si tiene algo valioso que decir. Pero quizás desde la validación de estos sentimientos, podemos crear una industria artística y teatral menos solitaria.

José Miguel Herrera

18 de agosto de 2024

viernes, 16 de agosto de 2024

Crítica: PINOCHO VAGAMUNDO


Clásico revisitado para la familia

¿Se puede todavía innovar en propuestas escénicas basadas en los cuentos clásicos de toda la vida? Pues Ismael Contreras y su colectivo Palosanto Teatro son prueba fehaciente de que sí es posible: el popular relato original de Carlo Collodi acerca del niño de madera le sirvió a Contreras para escribir su propia versión, Pinocho Vagamundo, a la que le realiza algunas modificaciones con respecto al original, como por ejemplo, la presencia del Espíritu de los Bosques en reemplazo de la conocida Hada, fomentando de esta manera el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente a través de la inclusión de este personaje. Aquella fue una misión que se impuso Ismael y que le dejó como legado a su grupo, que sigue adelante brindando sano entretenimiento y promoviendo un mensaje ecologista.

Ahora con canciones adicionales, compuestas por Ismael y Cecilia Zapata, la puesta luce renovada en el Centro Cultural CAFAE, con atractivos personajes, una escenografía colorida y funcional, así como el tan necesario mensaje de ser honesto y responsable en las decisiones que tomamos. Luego de cumplirse el sueño de Gepetto (Juan De Los Santos), Pinocho (Yasmine Incháustegui) cae en manos de dos inescrupulosos delincuentes, el Zorro (Andrés Solano) y el Gato (Isabel Flores), quienes a través de engaños lo convencen de trabajar en un circo de dudosa reputación. La directora Marisa Contreras consigue un espectáculo entretenido y participativo con el público; además de rehuirle al facilismo del playback, prefiriendo las canciones con voz en vivo a cargo de los inspirados actores que interpretan más de un personaje, y los efectos y música de Paolo Chocano.

Curtidos en estas lides, Incháustegui le aporta el toque ingenuo y humano a su Pinocho, mientras que De los Santos se divierte a sus anchas como el déspota dueño del circo. Mención especial para Solano y Flores, quienes no solo demuestran una buena química en escena, sino que además de ser versátiles, le inyectan mucho humor en la interpretación de los villanos de la historia. Bien por Palosanto Teatro que continúa con el legado del maestro Ismael, demostrando las enormes posibilidades creativas de continuar explorando los cuentos clásicos, para brindarles así mensajes positivos a los más pequeños. Pinocho Vagamundo es una muy buena opción para disfrutar y aprender en familia.

Sergio Velarde

16 de agosto de 2024

jueves, 15 de agosto de 2024

Crítica: LA AMBULANTE


El vía crucis de la informalidad

La problemática del comercio informal en la capital es dura, compleja y profundamente enraizada en nuestra tradición como ciudad. Desde la colonia, los vendedores callejeros han sido parte fundamental en nuestras vidas hasta la actualidad; para bien o para mal, de acuerdo a la mirada con la que se analice el fenómeno de la venta ambulatoria. Un contexto de constante migración regional, la búsqueda de oportunidades económicas y las marcadas transformaciones sociales y culturales que cambian reiteradamente las reglas de trabajo y convivencia son solo algunos aspectos que marcan la labor de este grueso de la población. Y por supuesto, un gobierno incapaz de ordenar este tipo de comercio, frente a una demanda urbana en incesante crecimiento. El joven autor y director Christopher Cruzado asume el reto de llevar la historia de una de tantas comerciantes informales a escena, en el marco de la segunda competencia del Nuevo Teatro Julieta, consiguiendo con La ambulante un montaje estilizado y de gran contenido social.

El escenario se encuentra decorado en el foro con una gran cantidad de cajas de frutas, mientras el humo va invadiendo el ambiente. Aparece luego la ambulante desde las butacas, pidiéndole a los espectadores que le compren mandarinas, con gracia y buen humor. Así se inicia este viaje emocional en el que conoceremos al ser humano detrás de la “casera” de mercado. Bien utilizado el efecto del distanciamiento, con los tres actores rompiendo la cuarta pared e interpretando sus personajes cuando corresponde. La trama, cargada de violencia, discriminicación e injusticia, no renuncia al ocasional humor, que matiza la dureza de una situación que viven muchos compatriotas, especialmente los que provienen de nuestras regiones a la capital.    

Quizás la mayor fortaleza de la propuesta escénica de Cruzado sea la caracterización de esta mujer ambulante: desprotegida, pero valerosa; humillada, pero jamás derrotada; golpeada por las circunstancias en contra, pero sin perder un ápice de su dignidad y buen humor. En ese sentido, la elección de Rocío Ántero-Cabrera no pudo ser más acertada: la actriz le otorga a su comerciante alma, corazón y vida, mientras la vemos sortear todo tipo de dificultades, representados por distintos personajes a cargo de Reynaldo Arenas y Moisés Aurazo, quienes los interpretan con solidez y versatilidad. La ambulante es el duro retrato de una ciudad feroz hacia las miles de personas honestas que quieren ganarse la vida honradamente, frente a las autoridades de turno que esgrimen su “tolerancia cero” como la ineficiente y tramposa manera de controlar una situación, a todas luces, incontrolable.  

Sergio Velarde

15 de agosto de 2024

miércoles, 14 de agosto de 2024

Crítica: EL LOCO Y LA CAMISA


Honestos desequilibrios

Tensos y divertidos momentos son los que podremos ver en la puesta en escena El loco y la camisa, una obra de corte naturalista que narra las vivencias de una familia disfuncional, donde los gritos, las peleas y el engaño están presentes. La situación parece peor al tener que lidiar con los problemas mentales de su hijo Beto, un joven sin filtro, que siempre cuestiona la realidad en la que vive, poniendo en aprietos a su hermana María Pía cuando lleva al novio a casa para presentarlo a su singular familia. Una situación que se pone cada vez más tensa hasta que finalmente todo estalla.

El libreto, escrito por el argentino Nelson Valente, contiene toques de humor que lo convierte no solo una obra reflexiva, sino también amena.

La puesta en escena está bajo la dirección de Fito Valles, quien logra de manera colosal que cada momento sea importante dando toques de jocosidad, violencia y ternura. Estas características hacen que la obra posea claridad, siendo asimilables para el público, cumpliendo con el objetivo no solo de entretener sino de transmitir  mensajes que generen profunda meditación; todo ello sumado a las excelentes actuaciones de este gran elenco, integrado por los destacados actores Oscar Meza, Omar García, Andrea Fernández, Andrea Alvarado y Sergio Gjurinovic. Actores que han sabido sostener sus personajes de principio a fin, logrando que cada personaje evolucione durante la obra, dejando sensaciones, mensajes y reflexiones distintas. La energía que cada actor y actriz impregna en sus personajes hace que cada situación y acción que se realiza en escena sean trascedentes. La escenografía, aun cuando es sencilla, ayuda a cumplir con lo que la obra y los personajes necesitan para el desarrollo de esta. Todo ello, en conjunto, ha logrado una magnífica puesta en escena. 

Se dice que el teatro nos confronta muchas veces con nuestra realidad, y la puesta en escena del El loco y la camisa es prueba de ello. Una mirada general a la puesta en escena no solo nos llevará a cavilar, reír o llorar sobre lo que sucede allí; también nos llevará a observar lo que sucede en nuestro país: el machismo aún presente, las diferencias sociales y lo difícil de poder aceptarnos como sociedad. 

Una obra con mucho mensaje, una obra que desde la locura de Beto hace que los personajes no solo se enfrenten a su verdad, quizás una verdad que nadie quisiera escuchar. Esta es una obra que todos deberíamos ver.

Javier Gutiérrez

14 de agosto de 2024

martes, 13 de agosto de 2024

Crítica: DOS ACTORES SE CONFIESAN / SONRÍE


Ventajas del formato breve

Así como el cuento y la novela tienen sus respectivas ventajas y desventajas, también lo tienen las obras teatrales de formato breve y largo. Si bien se corre el riesgo de no desarrollar correctamente ni la trama ni los personajes, las microobras bien escritas y dirigidas permiten condensar, de manera adecuada y coherente en tan solo quince minutos, temáticas y reflexiones muy diversas sin extenderse innecesariamente, capturando la atención del espectador y enviando su mensaje de manera clara y directa. Luego de la pandemia, el incremento de espectáculos de este formato es notorio y a pesar de las deficiencias que algunas propuestas puedan tener, la mayoría cumple sobradamente los estándares de calidad. Es el caso de dos puestas actualmente en cartelera, tituladas Dos actores se confiesan y Sonríe.

Producida por Contemos Historias, escrita por París Pesantes y presentada anteriormente en formato virtual, Dos actores se confiesan aborda el (para algunos, trillado) tema de ser artista en nuestro país, específicamente el de ser actor. Sin embargo, a pesar de las múltiples dificultades que se presentan en una sociedad como la nuestra, todavía anticuada y machista, Pesantes resume acertadamente en su pieza las principales vicisitudes que ellos atraviesan, muy bien ejecutada en los altos del Selina por los carismáticos Mellanie Elguera y Armando Salazar, quienes con mucho entusiasmo revelan al público parte de sus historias de sacrificio y superación. El director Nicolás Fantinato aprovecha el talento de sus actores, quienes sostienen con energía y solvencia la obra. Debe, eso sí, revisarse la parte técnica, ya que los efectos de sonido grabados no suman al producto final; estos se podrían realizar en vivo o simplemente prescindir de ellos, ya que la interpretación de la pareja es suficiente para regalarnos un espectáculo entretenido y simpático.

Por otro lado, el multifacético Yamil Sacin escribe, dirige y actúa en Sonríe, una interesante propuesta que, a estas alturas, ya no puede considerarse como ciencia-ficción: en un futuro cada vez menos distópico, los avances tecnológicos y científicos sirven a oscuros fines para controlar a la población, maquillando el muy conveniente estado de esclavitud con una sonrisa obligada. Solo bastan la iluminación y sonorización correcta, así como un par de pulseras con luces intermitentes, para entrar en la convención de estar en una sociedad en la que realmente nadie es feliz. El collage de videos reales sobre prácticas que atentan contra las libertades más básicas del ser humano es el atinado preámbulo de un día deportivo convencional para la pareja conformada por Sandra Mendoza y Sacin dentro de un estado totalitario, y su posterior intento de rebelión. Las buenas actuaciones se complementan con este sobrecogedor futuro que tarde o temprano nos podría alcanzar. El formato de teatro breve sí que nos puede regalar interesantes experiencias escénicas para reflexionar.

Sergio Velarde

13 de agosto de 2024

domingo, 11 de agosto de 2024

Crítica: PIM PERMANENTE INCAPACIDAD MORAL


Derramando mixtura

La pregunta inicial de Conversación en la Catedral es una que se ha hecho exponencialmente presente estos últimos ocho años: ¿En qué momento se jodió el Perú? El ejercicio de revisar nuestra atropellada historia republicana nos son llamativos en una época en la que vemos necesario repensarnos como sociedad. PIM Permanente Incapacidad Moral es uno de estos ejercicios y, quizás tal como nuestra república, logra entenderlo a través de la mezcolanza.

Desde el principio hace presencia la cultura chicha, con diferentes colores brillantes y objetos a vista del espectador. La obra, a su vez, está compuesta por diferentes cuadros semiconectados en los cuales se nos cuenta la historia del Perú desde miradas contemporáneas. Aquí es donde no terminé de conectar con la propuesta. Conecté con los cuadros, bien planteados y acertados, pero el hilo conector de la moral peruana no terminaba de dar sentido al viaje colectivo. El final llega al mensaje de que solucionar el Perú también implica enfrentar nuestra propia corrupción (lo cual suscribo), pero quizás la complejidad de los elementos históricos y sociales que presentan dejan la respuesta algo corta. El montaje no lo ignora: los personajes reconocen que nuestros problemas son tan complejos que es imposible llegar a una respuesta que satisfaga a todo el país (más en tiempos de exacerbación ideológica). Aún así, me quedé con ganas de ver una visión más íntima del equipo sobre el tema.

Los momentos de más identidad son, de lejos, las canciones. Las letras modificadas, las coreografías atrapantes pero no distractoras y el tono vibrante pero brutalmente sincero daban a estos momentos una complicidad con el público de “cantar para no llorar”. Jesús Oro saca provecho de uno de estos momentos para dar una performance divertidísima. Él, junto a la indignada y divertida versión del Perú de Tracy Alcántara, son las actuaciones más memorables de la obra, con el proceso de sus personajes como el corazón y mayor hilo conductor de la misma. Se nota, en general, una gran diversión y juego del elenco como grupo, que invita al espectador a reírse e indignarse juntos.

PIM Permanente Incapacidad Moral se une a la lista de obras que me han hecho preguntarme si tenemos esperanza como república. Tal como el resto de nosotros, PIM no tiene una única respuesta. Pero, ¿no es eso también el punto de nuestra peruanidad? ¿Encontrar en nuestra mixtura un rumbo, en nuestras contradicciones una voz, en nuestras diferencias una identidad? Es en ese incesante repensar donde somos todos un poco como la creación colectiva de PIM.

José Miguel Herrera 

11 de agosto de 2024

Crítica: DOLORES O LA FELICIDAD


Odisea contemporánea
 

La Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) estrenó el montaje de los estudiantes de 8vo Ciclo 2024-1, quienes a puertas de egresar como actores profesionales, asumen este reto teatral bajo la dirección de Alberto Isola, que junto a Mario Gaviria en la asistencia conducen Dolores o la Felicidad, singular puesta en escena, que se presenta en el Teatro del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico.

Escrita por el dramaturgo mexicano David Olguín, la trama plantea la eterna incógnita que encierra la búsqueda de la felicidad, encarnada en Lola, una mujer que atraviesa distintos escenarios que la sociedad ofrece para alcanzar la plenitud; acompañada por un ángel guardián, cuyo pacto con las tres Parcas -peculiares seres que parecen emerger de una tragicomedia griega- no les permite cortar el hilo del cual pende la vida de la muchacha; a cambio, ellas también desean conocer la felicidad, determinando un tiempo para tal objetivo, de lo contrario, el final será inevitable. Sin duda, la narrativa de Olguín nos presenta un universo que combina la sátira del teatro griego y las convenciones de la actualidad, representadas en la familia, el poder, la fama, el dinero, la sexualidad, las drogas, la espiritualidad, la fe, entre otros paradigmas que, en este caso, no llevan a la protagonista a alcanzar la plenitud.          

El elenco conformado por Alessandra Ramirez, Benjamin Barrios, Daniel Tovar, Diana Cornetero, Edith Quiroz, Fernando Mena, Gabriela Artieda, Joyce Fernández, Luana Rodríguez, Lucero Calderón, Mayeli Palomares, Melissa Tolentino, Miranda Arenas, Nicole Nalvarte y Winona Soto ejecuta la duplicidad de roles y la construcción de los personajes secundarios con aplomo y soltura, transmitiendo al espectador la comodidad de habitar dichas construcciones, otorgándoles especificidad y detalle.

Respecto a la composición escénica, es claro que estamos frente a una estructura separada del naturalismo teatral; más bien, entramos en una convención que nos ofrece una perspectiva acerca del sentido de la vida frente a la muerte, ello en medio la crisis existencial de su protagonista, que transita entre el mundo moderno y los designios de la antigüedad griega. De modo tal que los vestuarios, la música, el juego de luces, los efectos de sonido, el soporte tecnológico y la utilería funcional en escena logran recrear una atmósfera coherente y dinámica, aun con toda la información que se desarrolla a lo largo de los noventa minutos de obra.

Dolores o la Felicidad es una animosa odisea contemporánea, que lejos de responder la interrogante acerca de dónde estará la felicidad, nos permite descubrir que tal vez la clave está en vivir el presente con sus alegrías y vaivenes, dejando de ansiar lo desconocido. 

Maria Cristina Mory Cárdenas

11 de agosto de 2024

jueves, 8 de agosto de 2024

Crítica: PELUCHES


Otro tipo de máscaras

Peluches es una propuesta precisa para el espacio de Esencia: íntima y lúdica. Dos personas que trabajan como botargas para fiestas infantiles conversan sobre sus vidas entre mesas de plástico, globos esparcidos y el típico micro saturado de la animadora. Allí, desde un trabajo que nuestra prejuiciosa sociedad ha concebido como ridículo o hasta “patético”, vemos a dos seres conflictuados, perdidos, y sí, también algo ridículos. Pero, ¿logramos como público verlos de cuerpo completo?

Pues las botargas nunca salieron del cuerpo de los actores, lo cual aplaudo. Habría sido un despropósito para la premisa y el mensaje que la obra busca dar sobre las identidades y los secretos. Quini Gómez y Gerardo Fernández logran no solo permanecer en sus botargas todo el tiempo, sino que superan el desafío físico de que sus cuerpos y movimientos igual se sientan diferenciados, notoriamente opuestos en la manera que ocupan el espacio. Gómez es rápida, errática y, con el perdón del chiste, eléctrica. Fernández, por otro lado, es mucho más lento, con una energía que refleja el terrible hartazgo de su personaje. El contraste clásico (joven entusiasmada vs veterano hastiado) funciona muy bien con sus actores y ayuda a conectar sus chistes.

Esto es más notorio cuando, más bien, la acción y los chistes se calman cerca del final y ambos personajes desenmascaran sus verdaderos motivos para estar ahí, sus conflictos sobre quiénes son y qué es lo que intentan esconder. Su caos, locuras y construcciones iniciales cobran sentido a partir de este final. Pero no pude evitar sentir que algo faltaba del inicio de la obra para justificar su final. 

Esto es una suma de elementos confusos durante el inicio y la mitad: que al principio algunos textos de Gómez salieran disparados sin el proceso suficiente, que el desarrollo sentimental de mitad de la obra se haya sentido demasiado súbito y extraño, o que un momento íntimo de Fernández al principio no fuera bien apoyado ni por la luz ni los sonidos. Quizás es este último detalle: el uso de las luces solo aparece en la última parte de la obra (con buenos resultados), y las pistas de sonido eran tan abruptas que me sacaban más que causar gracia. Quizás mayor coordinación con esos dos elementos del montaje habría sacado más a relucir el buen proceso y química de sus dos actores.

Peluches es una obra muy divertida, con una alternativa innovadora e inspirada para hablar sobre nuestras “máscaras” y secretos, que nos pueden dar seguridad o incomodidad. Para esta graciosa fiesta hay algunos detalles que afinar, y cuando los tengan sacarán todo el jugo que la intimidad del Teatro Esencia les puede dar. (Por cierto, la parte en la que hablan de la Commedia dell'Arte es verdad: googleenlo al salir de su función).

José Miguel Herrera

8 de agosto de 2024

Crítica: TIEMPOS DE AMOR


Divertido suspiro

Tiempos de amor es un espectáculo con dos micromusicales recargados de mucho sentimiento y emoción. Ambos nos llevan a reflexionar sobre los afectos del amor verdadero y la posibilidad de cambio de una manera muy divertida y dinámica.

Una música fuerte y una primera canción invaden el escenario y todo se llena de mucha energía; es así como inicia el primer micromusical Por culpa del amor. Nos cuenta lo que sucede después de una noche de copas, en donde dos muchachas despiertan juntas, ocasionando confusión en una de ellas. Esto genera una serie de eventos divertidos y dinámicos. Majo Bueno y Kali Granados son quienes les dan vida; ambas actrices destacan por su dinamismo y espontaneidad al momento de enfrentar los distintos momentos que la obra les exige y juntas colocan la chispa y acción precisa a esos instantes de comedia.

Luego de un breve momento, todo cambia para dar pase a Pronto llegará, una obra en la que dos jóvenes se encuentran en un paradero de autobús y tienen una plática. Ambos conversan acerca de a quién están esperando, desencadenando así la trama de este micromusical. André Nuñez y Alfie Carrillo encarnan los mencionados personajes y llevan los distintos momentos de esta obra con el romanticismo, tensión y diversión que esta necesita.

Ambos micromusicales se encuentran bajo la dirección general de Andrea Félix, quien ha sabido guiar la comedia y el romance durante toda la presentación, pues logra que los actores y actrices se desenvuelvan de una manera única en escena; todo ello se complementa con el canto, que destaca aquí por la dirección vocal de Layla Gutiérrez. Ella ha guiado a los actores para que en momentos de mucha dificultad por las acciones planteadas sostengan la voz, generando un espectáculo lleno de mucha emoción, que invita a uno a verlo de principio a fin.

Tiempos de amor es un espectáculo que no solo se queda en dos divertidos y románticos micromusicales, sino también te invita a reflexionar y cambiar. Muy recomendable.

Javier Gutiérrez

8 de agosto de 2024

miércoles, 7 de agosto de 2024

Crítica: 2X1 EN INFIDELIDAD/LA NOTICIA


Comedia y drama en formato breve

Ahora que Piso 1 Producciones ha anunciado formalmente que a partir de setiembre hará una pausa indefinida en sus actividades de su local en Miraflores, se hace necesario reconocer que este lugar les dio cobijo a múltiples propuestas de obras teatrales en formato breve; y si bien es cierto algunas tuvieron más fortuna que otras, fue un espacio necesario para exponer las distintas propuestas de colectivos de estilo propio. Justamente, acaba de terminar la penúltima temporada en el turno de trasnoche, con un par de microobras que bien podrían condensar, en gran medida, los estilos presentados durante estas diez temporadas: 2x1 en infidelidad y La noticia.  

Presentada por La Intensa Producción, y con la consigna de entretener durante quince minutos al público, 2x1 en infidelidad, escrita por Luisito Fernández y dirigida por Enrique Nue, es una comedia ligera de enredos en la que una pareja de esposos bastante disfuncional (Jessenia Espinoza y el mismo Fernández) descubre que la infidelidad forma parte de sus vidas desde hace ya bastante tiempo, representada esta en la figura del exótico bailarín (Alexander Ugalde) que no se hace problemas en hacer su labor, sea quien sea el cliente. Las simpáticas actuaciones y los descubrimientos sobre la sexualidad de los personajes mantienen el interés y cumplen su cometido de entregar una divertida pieza breve.

En las antípodas se encuentra La noticia, de la pluma del arequipeño Erick Pfuro Mamani con la dirección de Diego La Hoz, en la que somos testigos de un intenso diálogo entre dos hermanos (Flavio Moreno y Francisco Zamora) que deben sobrevivir pese a las adversidades, frente a la falta de dinero y oportunidades, a la desidia de uno de ellos y al duro trabajo que enfrenta su madre en una mina. La mencionada noticia llega avanzada ya la trama, que resulta en un ambiguo final (con ese cartel de Fight Club en una pared) y redondea la dramática puesta en escena. Bien por la coproducción entre Butaca C y La Ronda, por las sólidas actuaciones (especialmente, Zamora) y la mano firme de La Hoz en la dirección. Los espectáculos en formato breve de Piso 1 no defraudan y generan expectativa por ver la undécima (y esperemos no la última) temporada en su acogedor local en Miraflores.

Sergio Velarde

7 de agosto de 2024

lunes, 5 de agosto de 2024

Crítica: COMO UNA UVA SECA BAJO EL SOL


De sueños justos e injusticias

El nombre de esta obra pierde fuerza en la traducción: A Raisin in the Sun. Sin embargo, esto se compensa con la fuerza del montaje en su propuesta y en el mensaje que nos transmite.

Escrita por Lorraine Hansberry en 1959 y ambientada en el Chicago de los años 50, nos narra las luchas y aspiraciones de una familia afroestadounidense por su dignidad y derechos. La familia Younger, de escasos recursos, nos hace transitar por los desafíos de la segregación racial, la lucha por la identidad y esos sueños tan disímiles y enfrentados que a su vez son tan difíciles de lograr.

En un cuidadoso montaje, que no necesariamente muestra las condiciones de pobreza salvo en la propuesta del monoambiente, destacan temas universales como la esperanza y el sacrificio, el prejuicio y las injusticias.

¿Qué pasa cuando un sueño o un deseo se posterga? ¿Acaso se seca como una uva bajo el sol?Bajo la dirección de Ebelin Ortiz, quien logra crear una experiencia inmersiva para el público y un gran elenco, en el que destaca la actuación de Herbert Corimanya, con un realismo y energía que sostiene muchísimo la propuesta.

Es una obra necesaria para un país racista y clasista como el nuestro. Resulta interesante ver cómo un Chicago de los 50 puede seguir vigente en un Perú del 2000, con temas frescos y urgentes que abordar en una llamada a la acción para la igualdad y la justicia. Como decía José Maria Arguedas, somos un país de todas las sangres y vemos cada vez más que las confrontaciones de esas sangres nos impiden avanzar hacia la igualdad.

Alejandra Sierralta

5 de agosto de 2024