Dramaturgia del terror
Me acuerdo aún del estreno, en el verano pasado, de la
agrupación independiente Bramarte Producciones titulado Pol, en el Teatro
Aforo de Pueblo Libre. A pesar de contar con una escenografía sucinta, este
tuvo un gran impacto psicológico sobre el público, pues abordaba el tema
controversial de la posesión demoniaca. El terror es un género poco explorado,
incluso si se tiene una perspectiva histórica, pues casi todo ha girado en
torno al drama (lo real, lo que sucede) o la comedia. Incluir el terror en una
puesta teatral es un gran reto e implica mucha creatividad.
En primer lugar, mencionar que mi crítica hacia la puesta en
escena de La piedra del mal es constructiva, pues considero que nuestro
deber como Oficio Crítico es el de ser sinceros y respetuosos en
nuestros comentarios. Uno de los mayores teóricos del teatro latinoamericano, el
mexicano Edgar Cevallos, mencionó en su libro Principios de Construcción
Dramática: “La construcción dramática nos enseña también que todos los
hechos se irán a dar sobre una base de relaciones complejas e intrincadas”.
Por eso, es peligroso elegir un determinado elemento de la historia y forzarlo
de manera exagerada que desequilibre a los demás, como los personajes de la
obra de teatro. En ese sentido, la mayor debilidad de la propuesta fue la falta
de unidad en la historia dramáticamente hablando, pues sinceramente el
conflicto era poco creíble y todo ocurría en un espacio-tiempo muy breve y rápido.
Como aspecto positivo, debo mencionar que la escenografía
fue realista y se evidenció el esfuerzo de la productora por un vestuario
acorde con la historia presentada. En cuanto a la actuación de José Ticse, como
el asistente del sacerdote, debo resaltar que esta fue creíble y transmitía la
sensación de desconcierto del ambiente casi religioso. Me gustó mucho su interpretación
por su veracidad. Por otro lado, al resto de actores les faltó transmitir la energía
necesaria para el ambiente de terror propuesto por el director César Carrión.
El mejor ejemplo de que estaba fallando dramáticamente lo propuesto fue que,
ante las escenas donde el demonio (Víctor Collantes) u otros personajes
entraban en posesión por la Piedra Horadada, el público estallaba en
carcajadas.
Sinceramente creo que debió escogerse otra historia para representar.
Tal vez una comedia, en donde la Piedra Horadada sea solo parte de la historia,
habría funcionado mejor. Como menciono al inicio de esta crítica, el terror es
muy retador para el teatro. Sin embargo, felicitaciones a la producción por lo
logrado.
Enrique Pacheco
13 de marzo de 2024
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