lunes, 13 de marzo de 2023

Crítica: DRAG


La necesaria apropiación

La escena teatral contemporánea está compuesta por, en mayor parte, unipersonales. Ya sean trabajos testimoniales, autoficcionales, microrrelatos, biodramas, etc. Pero no siempre son trascendentes. Porque normalmente estas propuestas son entendidas de manera desasociada. Es decir, un actor/actriz coge o crea un drama, un texto y lo lleva a escena, al teatro. Pero se olvida de la dramaturgia, aquel espacio de mediación en el que coexisten teatro, actuación y drama. Donde se compone una experiencia efímera más allá de un texto o partitura. Por esta razón, me arriesgaría a asegurar que Drag cumple con una dramaturgia que se piensa y realiza alrededor de estos factores, se sostiene y culmina victoriosa, pasando a ser memorable.

Tomás Carreño, parte entonces de lo generado en su labor como actor y payaso con destreza expresiva, manejo total de su instrumento corporal y nos obsequia un personaje particular, gracias al sencillo texto y dirección de Gean Pool Uceda. Pero eso es lo que todo espectáculo debería tener; lo destacable aparece cuando Tomás se establece, respira el acontecimiento y se vuelve dueño de un espacio escénico real/ficcional. Él es consciente de todo aquello que está a su alrededor, el público lo acompaña, está presente todo el tiempo, lo sabe y se aprovecha de esto, se apropia del discurso, del silencio, de la forma. Falla, disfruta el error, se excede del famoso juego del 1, 2 y 3 pues el tiempo en el teatro puede y no sostenerse, todo depende de cómo juegue el actor. Y él nos mantiene a la expectativa, porque ha logrado lo que muchos no, por el sencillo y amable detalle que maneja como un plus, existe en él un deseo de comunicación. A través del juego que sostiene a manera de simple chisme. Cómo nos encanta. Y nos comparte el viaje del personaje manteniéndonos a la expectativa para finalizar, estoy segura, causando un grado de fraternidad. Pues nos va ganando en todo el proceso, tanto que queremos que todo le salga bien. Para concluir con un final inesperado, pero un gran final. Que engloba todo lo que concierne al conocimiento, trasformación y aceptación de ser un Drag. Y así, más allá o más acá del texto, se resuelve en el encuentro inestable de los elementos que componen la experiencia escénica consiguiendo una consecuente dramaturgia.

Además, el formato de relato que nos comparte contiene de cierta manera y acertada, un modo de resistencia contra la imposición de mitologías producidas por las industrias hegemónicas. Cae el mito y tabú acerca del mundo Drag. Ya que, con toques de chisme nuevo, es utilizado como herramienta para que el personaje se distinga como sujeto. Pero al mismo tiempo siendo ficción, lo aceptemos con todos sus errores, deseos y sueños, que en el transcurso de la narración nos va confesando, o quizá que nosotros como público, construimos. Pues tradicionalmente somos seres que inventamos fábulas para encontrar un sentido a la experiencia vivida sea esta caótica o inconexa.

Por último, destacar esta propuesta escénica por la labor del actor, pues no todo aquel que pisa un escenario tiene en cuenta el factor comunicación, donde el espectador es un siempre posible receptor-emisor y que incluso, a partir de ello, de la mirada abierta y horizontal al público se pueden generar lazos que en el cotidiano tanto nos rehusamos a experimentar. Carreño logra su cometido como actor y emisor de algo más grande y el público, receptor juega presto siempre dispuesto a escuchar y observar con atención. No obstante, no solo hay que saber ganarse al público, hay que tenerlo de nuestro lado todo el tiempo. Y con esto no me refiero a que nos amen o apoyen, sino que, en una sociedad sobreestimulada como en la que vivimos, incluso sacar provecho de estos mismos medios, como redes o plataformas audiovisuales para componer escénicamente, y mantenerlos expectantes al hecho escénico sin que nos saquen la vuelta mirando al reloj, pensando en qué comerán más tarde o si sacó o no a pasear al perro, es destacable. Porque ojo, no porque alguien haya pagado una entrada para ver el espectáculo, ya asegura que se involucrará con nuestro arte.

Conny Betzabé

13 de marzo de 2023

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